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02 de octubre de 2010

Treinta y dos años debió esperar el pueblo de Córdoba para ver sentado en el banquillo de los acusados al asesino Luciano Benjamín Menéndez y a sus siete cómplices por la aplicación de tormentos y asesinatos.

Juicio al genocida Menéndez en Córdoba

Hoy 1220 / Que se pudran en las carceles hasta el ultimo minuto de sus vidas

Durante 32 años la lucha no cesó un solo momento y ahora que está sentado en ese lugar, el asesino recibe de la Justicia y el Estado el beneficio de no estar en la sala de audiencias. Está en una sala contigua y tiene un televisor encendido. Se sabe que en la última jornada del viernes apagó el televisor durante parte de la audiencia. Menéndez y 7 secuaces más fueron llevados a juicio por la causa de aplicación de tormentos y asesinatos de Humberto Brandalisis, Ilda Flora Palacios, Carlos Lajas y Raúl Osvaldo Cardozo. Ya desde la forma que se inició el juicio el martes 27 de mayo, generó un profundo odio en los manifestantes que nos dimos cita en los Tribunales Federales, en el Parque Sarmiento, cuando nos enteramos que el asesino había sido introducido al edificio de la Justicia Federal, a las 7.30 de la mañana, cuando todavía la columna de organizaciones de derechos humanos, centros de estudiantes, partidos políticos como el PCR y la JCR, no habían llegado al lugar porque el juicio se iniciaba a las 9.30.
El asesino Menéndez no solo estaba muy bien cuidado él, sus secuaces y todo el edificio por la policía provincial y la Federal sino que además había sido resguardado durante el fin de semana en el Tercer Cuerpo de Ejército.
Igualmente unos 1.000 manifestantes se dieron cita con una columna importante de Luz y Fuerza, delegados municipales, delegados docentes y dirigentes de otros gremios como gráficos; fue llegando gente, además, durante toda la mañana. Han pasado 32 años desde que se instaló la dictadura fascista más asesina y terrorista pero el pueblo, como desde el inicio, con las organizaciones de derechos humanos, Madres de Plaza de Mayo, organizaciones políticas y populares sostuvimos la consigna justa de juicio y castigo a los responsables del genocidio de 30.000 compañeros. Treinta y dos años de impunidad tuvieron estos genocidas y principalmente los jefes como Videla-Viola-Menéndez.

Queremos saber qué pasó con nuestros camaradas desaparecidos
En Córdoba, el mismo 24 de marzo de 1976 era secuestrado y desaparecía desde entonces René Salamanca. Nuestro querido camarada Salamanca, dirigente de los mecánicos de Córdoba, miembro del Comité Regional Córdoba del PCR, de su Comité Central y su Comisión Política quedaba en las manos asesinas de la basura de Menéndez. Queremos saber qué pasó con cada uno de los 30.000 desaparecidos, qué pasó con René Salamanca, con María Eugenia Irazusta, con Raúl Molina, con Luis Márquez, con todos y cada uno de los que cayó en las manos de estos asesinos que decidían sobre la vida y la muerte de hombres, mujeres y niños, delegados de fábricas, estudiantes, gente de los barrios, docentes, profesionales, en toda la jurisdicción del Tercer Cuerpo. Fueron miles los compañeros y compañeras detenidos-desaparecidas, torturados, asesinados en los centros clandestinos como La Perla, Campo de la Rivera, el Departamento de la policía provincial llamado D2 que funcionaba en el Cabildo. Hace 2 años, cuando Kirchner en su uso de los derechos humanos vino a Córdoba a inaugurar el llamado “Museo de la Perla” que todavía no funciona como tal, queriendo apropiarse de una lucha en la que nadie lo vio hasta el 2003, se generó un profundo debate en fuerzas con las que estamos juntos en la calle en cada 24 de marzo y en la lucha por la libertad de Julio López y tantas otras veces. Desde la comisión de Derechos Humanos de la Escuela de Ciencias de la Información, se impuso la consigna: que se abran todos los archivos. Queremos saber qué hicieron con cada uno de los compañeros desaparecidos y quiénes estuvieron implicados. Uno a uno. Enjuiciar a Menéndez y exigir que se pudra en la cárcel, es solo el comienzo necesario para desarmar, destrozar piedra por piedra los lazos que tiene el III Cuerpo con el Estado actual. Lazos que le permiten hoy a este genocida, asesino pararse en el estrado y decir a boca suelta que “lo volvería a hacer”. El terrorismo de Estado en Córdoba fue feroz, dirigido por Menéndez, desapareció y asesinó a una generación de luchadores entre los que le arrancó al pueblo de Córdoba lo mejor de su clase obrera, estudiantil y popular. Pero quienes quedaron, quienes no se quebraron, representan hoy la bandera de lucha de todo el pueblo cordobés, que puede plantarse frente a este asesino y que puede con la lucha, empezar a tener justicia.
El secuestro y desaparición de Julio López durante el gobierno del marido de Cristina Kirchner y los sectores dominantes que representan, demuestra que este gobierno no es garantía para que estos genocidas vayan de por vida a la cárcel común, perpetua y efectiva. Porque la única garantía, como se ha demostrado durante los 32 años y como lo demostró desde el inicio este juicio, es la movilización de los familiares, amigos, compañeros, militantes y los contingente de jóvenes, principalmente universitarios y secundarios, de HIJOS, agrupaciones estudiantiles como la CEPA, etc. También sabemos que son centenares los torturadores, asesinos, genocidas, que caminan libres por las calles de Córdoba, o están en sus domicilios como hasta la semana pasada estuvo el propio Menéndez en su casa de la calle Ilolay de Barrio Villa Cabrera. No nos conforman con este juicio entre cuatro paredes, con preferencias y privilegios para los asesinos, con la protección de fuerzas que han reprimido tantas luchas en las calles en todos años. Queremos que se publiquen en los diarios, en las cátedras universitarias, por Internet, en las plazas públicas, los nombres, las caras, los domicilios actuales de los genocidas sueltos para hacer posible la consigna que cantamos cada 24 de marzo “como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”.
Convocamos al pueblo de Córdoba, a sus sectores más progresistas y democráticos a formar un movimiento de denuncias que cada día y cada hora sea como un círculo que se va cerrando para transformarse en lo que determine una verdadera justicia para estos genocidas, que sea un verdadero candado que cierre definitivamente las cárceles donde vayan a parar y se pudran hasta el último minuto de su vida.