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22 de agosto de 2015

No fue un minuto de silencio. A las 8,30 del sábado 22/8, una sirena aguda y dramática arrancó en el andén de Once donde hace 3 años y medio una tragedia evitable se llevó 52 víctimas.

Justicia por las víctimas de la tragedia de Once

Conmovedor acto y contundente reclamo

Paolo Menghini, en nombre de los familiares, agradeció la presencia de trabajadores ferroviarios, dirigentes políticos y familiares de las víctimas impunes de la AMIA y Cromagñon. Luego de leer una adhesión del EATIP, Menghini en conjunto con María Lujan Rey leyeron un documento consensuado de los familiares de las víctimas.

Paolo Menghini, en nombre de los familiares, agradeció la presencia de trabajadores ferroviarios, dirigentes políticos y familiares de las víctimas impunes de la AMIA y Cromagñon. Luego de leer una adhesión del EATIP, Menghini en conjunto con María Lujan Rey leyeron un documento consensuado de los familiares de las víctimas.

El documento que adjuntamos es una conmovedora muestra de dolor y de un contundente reclamo contra la impunidad del gobierno kirchnerista y por justicia verdadera.

Al terminar los presentes se cruzaron a la Plaza Once, frente a la Estación, en el monumento que grita al cielo por justicia, y en el agua que contiene la enorme placa con los nombres de todas las víctimas, fueron deslizando las flores en homenaje a todos ellos.

 

Documento consensuado por los familiares de las víctimas

Casi 1300 días hemos escuchado un silencio que nunca podrá ser llenado con nada. Este andén nos ha visto con el dolor hecho carteles, globos, sirenas, aplausos.

Tres años y medio sosteniéndonos, conociéndonos, aceptando nuestras diferencias, conviviendo con lo que jamás pensamos que nos podía suceder. Pero nos sucedió.

Esperamos dos años hasta el inicio del proceso oral y público, el cual lleva ya 17 meses desde su comienzo.

Consideramos que las casi 110 audiencias han dejado muy claramente establecido qué fue lo que pasó, confirmando lo que creímos siempre. Que la tragedia nunca hubiese sucedido con control del Estado, inversión, seguridad, y escuchando las denuncias de trabajadores y usuarios

En el juicio las pericias técnicas demostraron la realidad de un tren abandonado a su suerte, colapsado técnica y estructuralmente, sin ningún margen de protección para los pasajeros.

Las audiencias han dejado también 5 procesados por falso testimonio, varios de ellos presentados por las defensas de los procesados.

Pero, de todas ellas, se destaca la causa por falso testimonio iniciada contra el perito oficial Luzuriaga, quien no pudo sostener con rigurosidad profesional sus propias conclusiones finales avaladas con su firma.

Subrayemos esto: un perito oficial procesado por no poder sostener cabalmente sus propias afirmaciones y conclusiones. Para nosotros, esto es un claro indicio de pericias orquestadas y direccionadas en un solo sentido: el de responsabilizar de lo sucedido únicamente al motorman Marcos Córdoba, para que los empresarios y funcionarios quedasen escondidos a la sombra de la impunidad.

Durante las audiencias relativas al área contable, los testimonios van dejando probado, y ya sin duda alguna, el incesante desvío de fondos y los reiterados incumplimientos de TBA y Cometrans.

Han intentado, sin suerte, poner la responsabilidad del desastre administrativo en el Estado Nacional, hablando solo de los incumplimientos estatales tras la Emergencia Ferroviaria dictada en 2003.

Y queda claro que la responsabilidad es de ambas partes.

Evitan decir que bajo ninguna circunstancia lo no invertido o realizado por el Poder Ejecutivo los relevaba de cumplir con sus obligaciones como concesionario del servicio.

Es más: si querían, podían finalizar el vínculo unilateralmente, basándose en el cambio de reglas en el contrato. Pero se quedaron porque los negocios del grupo empresario dependían de los subsidios, y sus socios funcionarios los avalaban, simulando un inexistente control.

El desvío de fondos hacia empresas fantasmas o de su propio grupo (como Cometrans) era cosa corriente. Muchas de esas firmas, además, estaban a nombre de personas vinculadas laboralmente al grupo concesionario.

Empresas sin personal, o con un número absurdo, para el supuesto servicio que brindaban, con direcciones fiscales que llegaron al extremo del ridículo al concordar con la de un restaurante.

De esta manera, armaron una estructura en la que los fondos remitidos por el Gobierno eran licuados.

Con eso pagaban a empresas vinculadas directamente a ellos. Así de claro: se autopagaban con nuestro dinero servicios inexistentes. La plata salía de un bolsillo, y entraba a otro, pero del mismo pantalón. Y eso también quedó demostrado en el juicio.

Además, estos supuestos señores utilizaron por años un armado contable para evadir impuestos, generando así una ganancia, extra e ilegal, por varios cientos de millones de pesos.

La conclusión es clara: si no hubieran hecho esos pagos injustificados y si el Estado no los hubieran permitido, hubiesen tenido dinero de sobra para que el chapa 16 no se destrozara como si fuese de papel, aquella mañana de febrero.

También todos ya sabemos que varios de los personajes más perversos de esta triste historia acumulan causas en su contra.

En la próxima semana comenzará otro juicio penal contra Ricardo Jaime, Sergio Cirigliano y demás presuntos participes del delito de “admisión de dádivas”. Esta figura no es otra cosa que recibir coimas para no cumplir con sus funciones. Coimeros. Así de simple. Funcionarios y empresarios coimeros, jugando con todos nosotros por plata.

El Tribunal tendrá a su cargo este nuevo proceso oral en el cual el autodeclarado militante kirchenrista y multiprocesado ex funcionario Ricardo Jaime tendrá que explicar por qué recibió de parte de Sergio Claudio Cirigliano reiterados favores en bienes y servicios. Entre estos se destacan más de una docena de viajes al exterior.

Y el empresario, deberá explicar en retribución a qué dispensó esos regalos, a quién debía supervisar su rol como responsable de Trenes de Buenos Aires, la nefasta TBA.

Cirigliano invitaba a Jaime a viajes de placer. Entonces, no fue una casualidad que no lo controlara, no le exigiera, se olvidase de que día tras día sus trenes eran una bomba de tiempo con miles de inocentes a bordo.

Esperamos que las penas en este caso también sean las máximas posibles. Pero todos sabemos que los códigos civil y penal son extremadamente benignos con quienes incumplen su rol de funcionario público. Eso le duele a todo la sociedad.

Parece que los políticos de este país fuesen de una casta diferente al resto de los ciudadanos, y que estamos en la antigüedad, donde los que deciden sobre el resto son intocables. Cuando de juzgarlos y de condenarlos se trata, parece que estuviésemos ante seres especiales, en lugar de estar frente a corruptos asesinos de escritorios que juegan con la vida ajena, hasta matarnos. Esas son las reglas del juego.

Pero aún así es importante que se llegue al final de ese proceso con una sentencia condenatoria, porque esos viajes de Jaime son una de las manifestaciones más claras de la corrupción que unió a los funcionarios K con los Cirigliano.

De llegar las condenas que esperamos serán una prueba más de la corrupción que generó la masacre del 22 de febrero. Es una causa paralela, es verdad. Pero la observamos con atención porque echa luz sobre uno de los motivos centrales de lo ocurrido a metros de aquí en 2012.

Jaime ya fue condenado por obstrucción a la justicia, y tiene la pena de prisión en suspenso. Por ende, cualquier fallo en su contra puede llevarlo tras las rejas. Y Cirigliano debería correr la misma suerte.

Paralelo a ello, las instancias del juicio oral por la tragedia de Once van dando sus pasos hacia la finalización.

En días más, y con las últimas declaraciones de testigos, llegarán los alegatos.

Ya sabemos qué se puede esperar de los acusados. También de algunas querellas que han tenido un comportamiento errático, y que no han estado a la altura del proceso.

Pero los abogados que representan a este grupo que ustedes ven con estas caras en sus remeras y en los carteles, han dejado claro, con su trabajo, quién es quién en el desastre, y que rol tuvo cada uno.

Han desenmascarado en este año y medio la estructura de complicidades. Y creemos que, con todo fundamento, se debería avanzar hacia una condena a los procesados.

Insistiremos en una sentencia por estrago doloso y malversación de fondos públicos. La figura del estrago culposo propuesta desde un principio, y con la cual estamos en desacuerdo, es poco para quienes sabían que con su inacción podían generar muertes y sin embargo actuaron con desprecio por la vida de los pasajeros.

Tanto los empresarios como los funcionarios cómplices eran conscientes de lo que podían producir. Y no hicieron nada para evitarlo. A esto se lo llama dolo. Y aspiramos a que esa sea la figura que defina penalmente lo que hicieron.

Esperamos que la fiscalía de Estado, a cargo del Dr. Arrigo nos acompañe en el momento de exponer frente a los jueces su pedido de condenas.

Del Tribunal Oral Federal número 2 esperamos un fallo ejemplificador. La sociedad, que ha observado con absoluto interés el desarrollo del proceso, en consonancia con nosotros, así lo espera.

 

Hace unos días, el jefe de gabinete Aníbal Fernández se refirió a los trenes de la tragedia, y en el marco de una legítima medida gremial que llevaban adelante los trabajadores , como a "los trenes que tenían 50 siglos".

En el uso de la ironía, tan característico como impropio de un Jefe de Gabinete de la Nación, se olvida de que esos trenes fueron abandonados durante años por la gestión que lo tiene como uno de sus principales voceros. Y caprichosamente decidió omitir que los  trabajadores señalaron durante años que a la masacre solo había que ponerle fecha.

Todos sabemos que fue lo que pasó: fue el Poder Ejecutivo el que se quedó esperado sin hacer nada por evitarla. Esa fecha llegó.

Un miércoles, hace hoy tres años y medio, 52 inocentes morían a metros de aquí, victimas de la corrupción generada, sostenida y amparada por este gobierno. 

Los trenes chinos fueron usados durante meses en su campaña proselitista por el ahora ex precandidato a presidente, el ministro Florencio Randazzo.

Repetimos una y otra vez que esa inversión, tardía y decidida solo a consecuencia de la muerte no debía ser usada políticamente. Lo pedimos de todas las maneras que pudimos.  Como ocurrió con la mayoría de las solicitudes realizadas por este grupo de familiares, jamás fuimos escuchados.

Todos sabemos como terminó la aventura política autoimpulsda por Randazzo. Todos vimos como entre gallos y medias noches fue corrido de su aspiración presidencialista sacado del medio por la misma rosca política que todo lo controla. Pero queda para siempre la vergüenza que generó el uso político y obsceno de la compra de trenes, que hizo el ministro, riéndose del dolor de las familias de los muertos y los sobrevivientes.

También quedará el silencio del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien parece ignorar que la enorme mayoría de los fallecidos y los heridos vivían en la provincia que él gobierna. Matanza, Tres de Febrero, Morón, Merlo y Moreno

tuvieron la mayor cantidad de heridos y fallecidos.

En medio de tanto silencio oficial, rescatamos a los intendentes que nos ayudaron muchas veces.

En dos meses votaremos un nuevo gobierno, y en diciembre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dejará su lugar en la Casa Rosada. Seguramente se renovarán las despedidas colmadas de adulaciones, de elogios a su figura y su gestión.

Para eso sobran los que han hecho del culto a la personalidad una manera de hacer política. Nosotros, y también miles de argentinos, la despediremos de otra manera, muy diferente a esa.

Veremos irse a la Presidenta que lleva sobre su espalda a  los 52 muertos de Once, a aquella que se tomó varios días antes de hablar públicamente de la masacre.

Despediremos a la mandataria que nunca se arrepintió de haber tenido cerca a Jaime, Schiavi o Sícaro.

Despediremos a quien  intentó explicarnos a nosotros lo que era el sufrimiento, despediremos a aquella que jamás asumió ni una mínima cuota sobre lo ocurrido en febrero de 2012.

Despediremos a la que se rió de todos cuando dijo en un acto a modo de pésimo chiste “Apurémonos a ver si el tren nos lleva puestos”.

El 10 de diciembre se irá quién vio crecer la corrupción en la CNRT, la Secretaria de Transporte, y el Ministerio de Planificación, siendo parte del partido gobernante primero, y Presidenta por dos períodos después y que no hizo absolutamente nada por combatirla.

La que tuvo el tiempo y el dinero necesario para ordenar invertir y controlar, y así evitarnos el dolor más grande, y en lugar de eso, eligió mirar para el costado, y favorecer a sus amigos y a sus funcionarios ineptos.

Y no decimos todo esto porque nos dejemos llevar por el odio, ni porque seamos parte de algún tipo de campaña.

Simplemente lo decimos por convicción profunda y porque nos duele en lo profundo del corazón todo lo que pasó. Porque como decimos junto a nuestros hermanos del dolor y los familiares de los muertos de las masacres de Kheyvis, AMIA, Cromañon y tantas otras: no claudicamos, no negociamos, no olvidamos, no perdonamos, ni nos reconciliamos.

En uno de los varios mensajes que el Papa Francisco nos envió nos dijo “No hay que tenerle miedo a la verdad, ella nos hace libres”. La verdad que nos ha tocado es muy cruel. Pero es con la que tenemos que vivir. Una verdad que tiene por un lado el dolor, y por otro a los causantes de ese dolor. Con una convivimos. Es la dolorosa verdad de la muerte. Otra, la de las responsabilidades políticas y empresariales, la sostenemos desde el primer día. Es la verdad del olvido y el abandono con nombres y apellidos.

A las dos le hemos perdido el miedo, y las enfrentamos mirándolas de frente. Y es cierto. Como dijo Francisco, nos libera. Nos libera del miedo a quedarse callado, del miedo al compromiso, del miedo a la lucha. Nos desata del miedo a estar o no acompañados. Nos suelta, para seguir exigiendo ver a los responsables presos.

Con la angustia pisándonos el pecho, pero nunca paralizándonos, nos hemos levantado todo este tiempo transcurrido.

Por eso estamos hoy, al final de un proceso que hemos sostenido, y que a la vez ha sido por lo que luchamos. Hasta hoy la Justicia nos ha dado respuestas. Falta la última. Esperamos confiados, y con la seguridad de poder venir un día hasta este lugar, y gritar de frente a estos 52 corazones mudos, pero que a la vez siguen latiendo en nosotros, que se hizo justicia.