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02 de octubre de 2010

Domingo negro de Kirchner: se jugó por Bielsa y Schiaretti, uno perdió y el otro fue denunciado por fraude. Sus rivales dentro del sistema buscan desgastarlo hacia una crisis política. Unir a la oposición popular y combativa en una gran campaña por el voto en blanco, nulo o ni vote.

Kastigado

Hora política

1 – Un domingo negro para Kirchner
El gobierno tuvo un domingo negro. Néstor y Cristina K habían viajado a Santa Fe a levantarle el brazo a Rafael Bielsa, el candidato del Frente para la Victoria, ilusionados con las encuestas que mostraban la posibilidad de su triunfo. Violaron la veda electoral prometiendo obras públicas millonarias, y tuvieron preparado el avión presidencial para acudir presurosos si ganaban. Pero perdió Bielsa, provocando la derrota del PJ después de 24 años de hegemonía provincial.
En Córdoba, tan seguro estaba el gobierno del triunfo de la fórmula Schiaretti-Campana, pactada por De la Sota y Kirchner, que CK estuvo en esa provincia saludando a “mis candidatos”, despreciando a un viejo aliado (a veces crítico), Luis Juez, que al cierre de los comicios denunció el fraude en los cómputos en los que habría perdido según el oficialismo por el 1% de los votos. Los votos de Juez, más los del radical Negri, y los de una amplia corriente que votó en blanco, nulo o no votó, muestran a una amplia mayoría provincial opositora a De la Sota-Schiaretti y, por lo menos, crítica de Kirchner.
Kirchner se jugó con el perdedor en Santa Fe, cuando el ganador, Hermes Binner, es un hombre que nunca se declaró opositor al gobierno K, a diferencia de otros sectores del socialismo. Y el cordobés Juez buscó siempre la alianza con el kirchnerismo, hasta que se sintió abandonado por los acuerdos de Kirchner con De la Sota.
Por otra parte, las derrotas aplastantes de los candidatos apoyados por el gobierno en las ciudades de Córdoba y Rosario (también perdió en la de Santa Fe), sumados a la derrota en la Capital Federal a manos del macrismo, muestran el retroceso del kirchnerismo en tres de los 4 grandes centros urbanos del país.
El Frente para la Victoria, sello político oficial, hasta ahora solo ganó en Tucumán (de la mano de Alperovich, un kirchnerista del Credicoop), con un 40% de los votos en boletas “acopladas”. En otros distritos se sumó a caudillos peronistas o radicales para subirse al podio de la victoria. Se abre un panorama pos electoral con los jefes políticos de los cuatro mayores distritos (Scioli, De la Sota-Schiaretti, Binner y Macri), todos aspirantes a la Casa Rosada, y ninguno es “del palo K”.

El “dedo K”
El kirchnerismo no “enamora” ni genera esperanzas. Maniobra y usa las “cajas” del Estado como propias para pactar con Dios y el Diablo, borocotizar, dividir a sus rivales, y tratar de impedir que se reagrupe una oposición popular.
Las listas de senadores y diputados que dibujaba el matrimonio K en su residencia de Calafate (burlándose de todo su discurso sobre la democracia), se inclinaban hacia el aparato clientelista de gobernadores e intendentes del PJ. Después del domingo negro, es posible que se multipliquen las listas “colectoras”, colgando de la fórmula oficial varias boletas, con lo que se establece, de hecho, un sistema de lemas inconstitucional (de “acople” como en Tucumán).
El kirchnerismo debe superar el 40% de los votos. Uno menos lo forzaría a una doble vuelta de la que saldría muy debilitado. Pero en el rejuntado K, los “pedidos” superan largamente los cargos que las encuestas muestran como posibles.
Los grupos sociales estarían reclamando, para Buenos Aires, 4 diputados nacionales y 8 de provincia, más 60 concejales, y los quieren “arreglar” con 1 diputado nacional. La CGT (quiere “recuperar” el 33% de la “pata gremial”, y manejar el Ministerio de Trabajo). El PJ quiere toda la boleta oficial, y los radicales K reclaman su parte. Kirchner le habría asegurado a los intendentes del conurbano bonaerense (los que CK decía que eran impresentables) el monopolio de la boleta con CK y Scioli, pero se preparan varias listas “colectoras” por distrito. Además, la lucha es despiadada por el gabinete de CK.

Los rivales dentro del sistema
En el peronismo, Lavagna busca recoger a los marginados por el kirchnerismo, se asoció con el misionero Puerta descontento con la candidatura de Rodríguez Saá, y pactó con los conservadores de Mendoza. Con estos acuerdos, y el fracaso del pacto Carrió-López Murphy, Lavagna sueña con ser el rival de CK con mayor despliegue nacional, aunque muy lejos, en las encuestas, de CK.
La justicia electoral falló en contra de Rodríguez Saá declarando inexistente el Congreso que aprobó su candidatura, por lo que no podrá usar el nombre y los símbolos del PJ. Sectores anti K del peronismo consideran que el PJ está proscripto, con un interventor judicial que es o ha sido agente de los servicios, y con candidatos designados a dedo por el gobierno, por lo que se orientarían hacia la anulación de voto con una boleta con sus símbolos.
Hay bronca en el radicalismo K. El gobernador Brizuela decidió que la alianza que había acordado con el kirchnerismo solo fue para las elecciones catamarqueñas, y no votará a CK-Cobos.
El kirchnerismo se presenta como el gran partido del sistema frente a una oposición dividida, y da seguridades a las clases dominantes con la ley de terrorismo de Estado y los contratos petroleros. Kirchner dijo, quejoso,  que si YPF fuese estatal el país dispondría de 25.000 millones de dólares: ¡cómo si él no hubiese sido un campeón de esa privatización, junto con Menem! La oposición dentro del sistema lo ataca por corrupto, por concentrar el poder, por los acuerdos con Venezuela, y coquetea con los terratenientes ganaderos y el sector militar fascista: “el ‘setentismo’ es la subversión”, dijo Alfonsín copiando el lenguaje de la dictadura (Perfil, 2/9).

Fracturas y preparativos
Hay múltiples fracturas en el peronismo, el radicalismo y el socialismo; crece la bronca en el ARI frente a los juegos de centroderecha de Carrió, y en el PC frente a los acuerdos de Heller con el kirchnerismo.
Los grupos que integran el kirchnerismo crítico se encuentran con que “el dedo K” entrega las candidaturas con posibilidades de ser electas al aparato de gobernadores e intendentes que le provee resultados electorales, mezclados con los cuadros fieles a la Casa Rosada. Esto los empuja a rupturas después de las elecciones.
Frente a esta realidad, aparecen armados políticos que tratan de atraer a los sectores populares a “corralitos” con vistas a las elecciones del 2009 y el 2011. Pero los hechos muestran que todos juegan hacia las elecciones de octubre para desgastar al kirchnerismo y posicionarse, apostando a la perspectiva de su crisis política en el 2009 (“Negro el 29”, es la consigna del duhaldismo anunciando la reaparición pública de su dirigente, y el paso a la oposición de quienes le siguen, al día siguiente de las elecciones). Hay quienes (sobre todo en las Fuerzas Armadas) adelantan ese año de “tormentas” al 2008. Por eso la pelea se centra en las posiciones que serían decisivas en esa situación: los gobernadores y los senadores (que ya se vio en la crisis del 2001 que son “los que deciden”), y los intendentes del conurbano bonaerense (que son los que tienen “la llave” para crear una situación de “ingobernabilidad”).


2 – Una campaña de masas
El kirchnerismo juega su peso electoral para respaldar los “ajustes” económicos con “mano dura”, con represión, matonaje y persecución judicial como en Santa Cruz, y otros lugares. Para golpear duro contra esta política, apoyando a los que luchan contra ella hay que acumular fuerzas jugando fuerte en las elecciones con el voto en blanco, el nulo o el no voto. Las luchas del movimiento obrero ocupado, desocupado y de jubilados, y de recuperación de sus organizaciones como la Lista Lila en la Ctera. Las de los grandes movimientos combativos populares como el de Gualeguaychú, las de las fuerzas patrióticas que hicieron un gran plenario por la nacionalización del petróleo y el gas, y las del movimiento democrático que convoca a movilizarse el 18, a un año del secuestro de Julio López.
El kirchnerismo y sus rivales no tocan ningún problema de fondo. Al contrario, todos van por más en las privatizaciones de la energía, el latifundio terrateniente y el recorte de los derechos democráticos. Para conquistar pan, trabajo, techo, tierra, educación, salud, libertad e independencia nacional, hay que acumular fuerzas jugando fuerte en las elecciones votando en blanco, nulo o ni vote.
El domingo pasado, en Santa Fe hubo 330.000 personas que votaron en blanco, nulo o se abstuvieron (descontado el 15% de no votantes estructurales); y en Córdoba sumaron 440.000. En todas las elecciones de este año la principal forma de oposición política popular al kirchnerismo, y también a sus rivales dentro del sistema, fue el voto en blanco, nulo y la abstención. Esta es la posición que, llevándola a las masas, ayuda a reagrupar a las fuerzas populares, patrióticas y democráticas.
Las fuerzas políticas del sistema juegan hacia las elecciones de octubre considerando que son un round importante en camino a una crisis política, a la que prevén para el 2008 o el 2009. Después del Argentinazo vinieron Duhalde, el bombero, y Kirchner, el gobierno de transición; ahora los de arriba buscan un desemboque que acabe con el auge de lucha de las masas y la crisis de hegemonía, apagando las brasas del Argentinazo. Para terciar en esa crisis, y avanzar por el camino de diciembre del 2001 imponiendo un gobierno popular, patriótico y democrático, hay que acumular fuerzas jugando fuerte con el voto en blanco, nulo o ni vote.
El PCR, desplegando su campaña, se encuentra con compañeros de izquierda, peronistas, radicales, católicos y de otros credos, de distintos movimientos sociales, patrióticos y democráticos, que trabajan en la misma dirección.
Un voto en blanco, nulo o abstención masivos, es una condición para agrupar a las fuerzas opositoras populares y a una gran corriente de masas, que sean el núcleo de un gran reagrupamiento de fuerzas populares, patrióticas y democráticas, para unificar y orientar las luchas multisectoriales que golpeen duro a la política kirchnerista, y esté en condiciones de terciar en las grandes tormentas sociales y políticas que se avecinan.