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03 de septiembre de 2014

El miércoles 27, el ministro de Economía habló en el Consejo de las Américas, defendiendo la gestión económica del Gobierno.

Kicillof y el barrilete

El problema está en el piloto

“Estamos en un mundo que no ha salido de la crisis. Las economías emergentes también se debilitan. China está creciendo este año en un 7,4 por ciento, algo envidiable para muchos, pero es la peor performance de los últimos 15 años”, dijo.

“Estamos en un mundo que no ha salido de la crisis. Las economías emergentes también se debilitan. China está creciendo este año en un 7,4 por ciento, algo envidiable para muchos, pero es la peor performance de los últimos 15 años”, dijo.
Y sostuvo que: “Uno puede tener viento de cola, pero desde 2008 hay crisis mundial. Puede haber viento de cola o viento de punta pero lo que importa es el piloto. Cuando hay viento de cola uno puede ser un barrilete. Lo que hay que tener son políticas públicas”.
Es cierto lo que dijo el ministro. Pero entonces, uno tiene que preguntarse: ¿cuáles han sido y cuáles son esas políticas públicas si después de tantos años de crecimiento a “tasas chinas” gracias al “viento de cola” que tuvo el país, el resultado es la inflación, el monocultivo sojero y una mayor dependencia de los imperialismos? ¿Qué pasó con todo ese dinero y cómo fue ese crecimiento, que hoy el país se encuentra como veleta al viento frente a los nuevos cimbronazos de la crisis mundial?
Negando la realidad de la crisis y sus efectos sobre los países dependientes, como hace Gustavo Bazzan en su columna del domingo 31, en Clarín, nos deja inermes. De lo que se trata no es de negar esa realidad sino de la política que se sigue frente a ella. El gobierno kirchnerista, tratando de preservar su deshilachada hegemonía en el bloque dominante, enarbola la bandera “patria o buitres” en función de los intereses de su sector y buscando apoyo en los imperialismos rivales de Estados Unidos. Hace oídos sordos a los reclamos de los trabajadores y el pueblo, para  seguir descargando la crisis sobre ellos con más inflación y entrega. La consecuencia: más suspensiones y despidos, cierres de plantas y de comercios, más “estrangulamiento externo”, más gasto público corrupto y menos educación y salud, mayor represión al pueblo, etc.
Algo anduvo y anda mal con la política kirchnerista –con el piloto o con quien maneja el barrilete en la metáfora del ministro–, si atribuyen los problemas de la economía a “las usinas del malhumor”, como dijo Kicillof, después de asegurar que la Argentina se “reindustrializó” en la última década.
Basta mirar la estructura del comercio exterior para desmentirlo. Más de dos tercios del total de las exportaciones argentinas son productos agroalimentarios, en primer lugar la soja. Al mismo tiempo, la balanza comercial del producto bruto industrial argentino es ampliamente deficitaria. El año pasado, el déficit de la balanza comercial del sector industrial de la Argentina fue de 32.000 millones de dólares.