Como dijo la Comisión Interna en su comunicado posterior al desalojo: “El gobierno nacional resolvió así ponerse del lado de la patronal yanqui, contra las obreras y obreros, y contra todo el pueblo argentino, que nos dio una extraordinaria muestra de solidaridad”.
Esta histórica lucha había entrado en su día 38, con renovada firmeza, ante la que se habían roto los dientes los sucesivos intentos de quebrarla por parte de la patronal, con la activa colaboración de los congresales que responden a Daer, el jerarca sindical del STIA.
El jueves 24, mientras el gobierno a través de Aníbal Fernández prometía “mover” el asunto Kraft, y decía, intentando cambiar el carácter del conflicto: “ni yanquis ni marxistas”, dentro de la planta se desarrollaba una importante asamblea.
Allí, nos cuenta Jorge Penayo, integrante de la Comisión Interna “se produjo un hecho extraordinario, a 37 días del inicio de la lucha. Se levantó en la asamblea de la mañana una compañera de la línea 5, con 16 años en la fábrica, que no está despedida, y dijo ‘muchachos dejémonos de joder, ¿no se dan cuenta que esta empresa nos quiere dividir a todos? Basta ya de despedidos y no despedidos, somos todos compañeros de trabajo. Demostrémosles que estamos todos juntos. Vayamos a la Panamericana hoy, vayamos donde tengamos que ir, y si es necesario vamos todos a Personal, porque la empresa nos tiene que pagar. No tengo más plata para pagar las cuentas, pero no me las voy a agarrar con mis compañeros, la culpa la tiene la empresa’”.
Ese día, el corte en la Panamericana fue protagonizado por gran cantidad de compañeros y compañeras de la fábrica, muchos incluso con sus hijos. “Esta Interna está orgullosa de la disposición de lucha de los compañeros, dijo Bogado en el corte. Nosotros vamos a fondo. Peleamos por cada puesto de trabajo y para que todos los compañeros cobren la quincena”, afirmó durante el acto que se realizó arriba de la ruta, tras marchar varias cuadras por la misma, y en el que estuvieron compañeros de Alba, Donneley, Massuh, Zanon, Suteba, Pepsico, la CCC, el MST, el MAS, entre otros.
El operativo
Esa unidad entre despedidos y no despedidos es lo que no pudieron quebrar durante todo el conflicto. Por esto fueron a la represión abierta.
Así lo relata la Comisión Interna: “Ese viernes a la madrugada, un impresionante operativo de la policía bonaerense se desplegó dentro de la fábrica. Policía Montada, Infantería, perros, fuerzas especiales de provincia, etc. ocupaban nuestro lugar de trabajo. Los directivos se retiraron sin avisarle nada a los compañeros no despedidos que se encontraban en el turno noche. Luego la patronal ordenó la salida del turno, y en un nuevo lock out, impidió el ingreso de los compañeros de la mañana.
“Montaron un operativo de desinformación durante todo el día. Mientras ajustaban la represión, por los medios se decía que la Kraft reincorporaría a todos los despedidos. A los compañeros despedidos nos ‘ofrecían’ una reunión el lunes con el gobierno. En el Ministerio de Trabajo, la Kraft ratificó su posición inicial, y la funcionaria que habló a los medios ofició de vocero de los intereses de la patronal. No había terminado de hablar, que se inició el operativo de desalojo.
“El salvajismo de la represión fue brutal. Le pegaron a las compañeras y compañeros despedidos con saña. A nuestras compañeras les pegaron patadas en la cara y en las costillas. Nos mantuvieron esposados por varias horas, como si fuéramos delincuentes. Afuera de la fábrica tiraron con balas de goma, gases lacrimógenos, caballos y perros contra los familiares de los trabajadores y los compañeros que solidariamente estuvieron acompañándonos”.
El aguante
Durante toda la jornada del viernes, los familiares, compañeros de trabajo y de distintas organizaciones se mantuvieron firmes en la puerta. Muchos venían de algunos de los cortes que se habían realizado en distintos puntos de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Estudiantes universitarios, integrantes de la Comisión Interna del frigorífico Rioplatense, trabajadores del Hospital Mercante, docentes, desocupados y mayores de la CCC, entre otros, estaban frente al portón de la fábrica, hablando con los compañeros de adentro, y demostrando a la empresa y al gobierno que no los iban dejar solos.
Jorge Zerrizuela del frigorífico Rioplatense afirmó a nuestro semanario: “Desde el primer momento, en lo que estaba pasando con los compañeros de Terrabusi, vimos el espejo de lo que nos puede pasar a nosotros si pasan estos despidos. Vamos a hacer lo que esté a nuestro alcance por los compañeros. Hicimos un paro la semana pasada, y estamos en nuestra propia lucha también, porque entendemos que esa es la mejor solidaridad, porque estamos todos en la misma”.
Cuando se desató la represión, algunos medios hablaron de “La batalla de Terrabusi”, porque durante casi una hora se desarrolló un combate desigual contra las tropas represivas, con un sinfín de actos heroicos.
Se cuenta la anécdota que cuando se vio por televisión cómo un compañero tiraba del caballo a un policía, en un bar de la Capital Federal se festejaba. Esta inmensa simpatía por la lucha de los trabajadores desató una oleada de movilizaciones solidarias como pocas veces se recuerda en la historia del movimiento obrero argentino.
Así lo afirma la Comisión Interna: “Conocimos, incluso durante el tiempo que estuvimos detenidos, la extraordinaria reacción de miles de compañeros de todo el país, que se movilizaron en repudio de la represión. Esto nos llena de una profunda alegría y agradecimiento, y nos compromete a seguir nuestra lucha, porque es justa. Como hemos dicho desde el principio, estos 160 despidos son la avanzada de un plan de los monopolios para dejar a miles de trabajadores efectivos, que se sumarán a los 220.000 nuevos desocupados de los últimos meses”.
El estado de ánimo de la mayoría de los compañeros detenidos afuera era muy bueno. Como nos dijo uno de ellos, cuando le preguntamos si le pegaron mucho: “Al revés fue, yo pegué más”.
Los despedidos se
mantienen firmes
Los compañeros despedidos que se mantuvieron en la planta, negociaron durante varias horas con funcionarios del Ministerio de Trabajo de la Nación. Lo único que ofrecían era una reunión “para el lunes”. Ante la negativa a aceptar esto por parte de la Interna y los despedidos, la policía desató la represión.
Horas después, las compañeras María Rosario, Lili y Carina, desde el interior de un móvil policial y esposadas como delincuentes, nos confirmaban la saña represiva: “Nos pegaron, a mi compañera le pegaron una patada en la cabeza, le rompieron la nariz y la boca, y estaba tirada en el piso”. “A la compañera la patearon, le tiraron de los pelos cuando estaba en el piso”. “Nosotros íbamos a bajar cuando vimos que estaban reprimiendo a las familias, y ahí nos empezaron a pegar”. “Que sepan todos lo que están haciendo estos yanquis de mierda”. “Queremos laburar, no somos chorros”.
Como ya había sucedido el viernes 4, compañeros de una fuerza política eligieron salir antes de la represión, con el planteo erróneo de que hay que resguardar a los dirigentes sindicales. Esto debilitó objetivamente. Es conveniente que reflexionen y corrijan este error.
Pero hubo otros que entraron. Nos contaba la esposa de un trabajador: “Mi marido tuvo que entrar esta mañana, a las corridas, entre los policías. Estaba desesperado por entrar, porque se pasó todos los días acá adentro, y ayer a la noche tuvo que salir por una emergencia. Si se quedaba afuera se iba a sentir re culpable. El es muy compañero”.
La comisaría Kraft
Todos los detenidos, tanto los trabajadores que estaban dentro de la planta como los que se encontraban afuera, permanecieron detenidos todo el tiempo dentro de la planta.
“La planta está liberada”, dijo uno de los jefes policiales. El responsable del operativo, inspector Barata, con cinismo, lo calificó de “muy profesional”. Tan profesional que los abogados de los trabajadores, que en gran número acudieron a la planta, denunciaron “Están usando un establecimiento privado para hacer un sumario policial, y no dejan pasar a los abogados defensores”. Se los impidió un directivo de Kraft diciendo “esto es propiedad privada”. La intervención del diputado Alcuaz (GEN), y de la legisladora Liliana Piani, logró, tras varias horas, que ellos junto a uno de los abogados accedieran a los detenidos.
Así Kraft pasó a ser una cárcel yanqui, confirmando lo expresado por la Interna: “Tanto el gobierno nacional como el de la provincia de Buenos Aires se pusieron al servicio de los intereses de esta patronal de capitales estadounidenses, que pretende descargar la crisis económica internacional sobre las espaldas de los trabajadores”.
El plan de fondo
La Comisión Interna denunció nuevamente, el sábado 26, los motivos de fondo de la represión: “Estos 160 despidos son la punta de lanza de un plan de ajuste de Kraft, que pretende turnos americanos de 12 horas, y para llevarlo adelante, necesita sacarse de encima a la Comisión Interna y a los delegados elegidos democráticamente por los compañeros. Esta lucha paró transitoriamente este plan.
“Mientras Chávez denunció en la ONU los planes de Kraft, Cristina se entrevistó con los dueños del monopolio, que reclamaban seguridad jurídica. Así fue que Aníbal Fernández dijo ‘los vamos a sacar’, ordenando a la Justicia y a las fuerzas represivas a actuar.
“Reafirmamos que en este conflicto hay dos lados. En uno estamos los 2.700 trabajadores, en el otro la patronal yanqui. En estos 38 días quedó claro que el pueblo argentino está de nuestro lado, y que el gobierno nacional, provincial, y los jerarcas sindicales, han estado al servicio de la empresa”.
Para tener dimensión de la envergadura de esta lucha, recordemos que Kraft es el principal monopolio de la alimentación en EEUU, y el segundo a nivel mundial. Por eso tiene razón la Interna cuando afirma “Esta lucha es una de las epopeyas más extraordinarias de la clase obrera argentina, donde el clasismo, con orgullo, está a la cabeza mostrando un camino para enfrentar la crisis. Y es seguida con expectativa y solidaridad por el conjunto de la clase obrera y el pueblo”.
El gobierno y la justicia al servicio de Kraft
El viernes al mediodía, en el Juzgado de San Isidro, a una comisión de abogados de Liberpueblo y otros organismos de Derechos Humanos con legisladores como Piani y Negri, les dijeron que no había ninguna orden de desalojo, cuando en verdad ya la habían enviado.
Los abogados de los trabajadores se enteran de dicha orden cuando se la entregan en mano a Ramón Bogado alrededor de las 15.30 hs. Simultáneamente, la fiscalía del Talar, en forma anticipada, cerró sus puertas a fin de que no existiera posibilidad de recurrir la medida ordenada.
A raíz de este retardo de justicia, la defensa de los trabajadores, junto con el vicepresidente del Colegio de Abogados de San Isidro Dr. Antonio Edgardo Carabio y el concejal Abel M. Enriquez Sanchez Negrete iniciaron una denuncia en el juzgado de garantías Nº 2 contra la fiscalía y el juzgado Nº 1, solicitando el inmediato cese de la medida dispuesta, sin obtener ningún tipo de respuesta.
Después de la brutal represión, como pudo observar un grupo de abogados encabezado por el diputado Alcuaz, el que ordenaba a la policía que impidiera el ingreso de los abogados era el jefe de seguridad de la planta.
También participaron del operativo funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia y de los ministerios de Trabajo de Nación y Provincia, que con su presencia avalaron todas las violaciones a los derechos de los obreros.