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28 de agosto de 2019

En el 2009 las trabajadoras y trabajadores mostraron un camino para enfrentar la crisis (Nota 1 de 2)

Kraft: vigencia de una lucha heroica

Reproducimos la primera parte de la conversación con Ramón Bogado, María Rosario, Jorge Penayo y Pablo Vega, compañeros que fueron parte de los que dirigieron y protagonizaron la pelea contra los despidos y el ajuste de la patronal imperialista yanqui.

Entre el 18 de agosto y el 16 de octubre del 2009 se desarrolló la heroica lucha de las trabajadoras y trabajadores de la entonces Kraft de Pacheco, Gran Buenos Aires. Enfrentaron 162 despidos, incluidos cinco integrantes de la Comisión Interna, varios delegados de sección, y tres congresales del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA). Lo hicieron con la ocupación de la empresa durante 38 días, y siguieron después de un brutal desalojo por parte de la policía bonaerense el 25 de septiembre, respaldados por una gigantesca movilización popular. Ese 16 de octubre se firmó un acta con el Ministerio de Trabajo y la empresa, que permitió la reincorporación de 70 trabajadores, el compromiso escrito de Kraft de no avanzar en su plan de ajuste y el reingreso de los miembros de la Comisión Interna, entre otros logros.

Jorge Penayo integraba la Comisión Interna en el 2009, y en la actualidad es parte de la Interna de los trabajadores de Mondelez Pacheco (lo que era Kraft). Comenzó diciendo: “Lo que pasó en el 2009 sigue vigente. Dentro de la fábrica, la empresa el miedo más grande que tiene es que se repita esa lucha, y teme un conflicto colectivo. Creo que la empresa no pudo avanzar todo lo que quería, que era eliminar un turno y echar a 600-700 personas en ese momento. Hicieron un ajuste, pero a lo largo de estos diez años. Primero echaron a los administrativos. De 600 que había, hoy quedan 50. De los trabajadores de convenio, pasamos de 2.500 en el 2009, a cerca de 1.800 hoy. En estos años hubo jubilaciones, arreglos, fallecidos y algunos despidos puntuales. Y no tomaron nuevos trabajadores.

“La enseñanza más grande fue que se pudo hacer ver la crisis que había, y que se tuvo una línea justa que pudo unificar a todos los trabajadores. Con una Comisión Interna que supo hacer crujir a toda la Argentina, desde un conflicto obrero, y que tuvo amplia solidaridad internacional. Lo tomaron como propio muchos trabajadores de la Argentina, y muchos de las Kraft de todo el mundo, y de otras empresas. Hubo un antes y un después de ese conflicto. Y no lo decimos nosotros. Julián de Diego, el abogado de la empresa todavía hoy, sacó un libro donde dice que los gremios perdieron fuerza y crecieron las comisiones internas y los delegados, es lo que mostró el conflicto de Kraft del 2009. En algunas universidades se estudia este conflicto, que fue muy profundo. Los que somos delegados decimos que todavía la empresa le teme al cuco del 2009, por eso no se atreve a tomar medidas más serias contra los trabajadores, como está pasando en muchas empresas de la zona y del país. Cuando la patronal nos aprieta mucho, le decimos que la misma gente que en 2009 ocupó 38 días la fábrica sigue acá adentro.

“Otra enseñanza es que nosotros pensábamos que la empresa iba a jugar con el sindicato, y a la hora de la verdad jugó con el PTS, que son pura cáscara. En PepsiCo, donde dirigían en esa época, nunca pararon la fábrica contra los despidos. Tienen una línea sectaria, y putean a los jefes de forma individual. Critican por igual a nosotros, al sindicato, a todos lo que no son ellos, nos llaman traidores, y así terminaron, aislados. Estuvieron seis años en la Interna, en los que perdimos muchas conquistas, y la empresa dejó afuera a 500 trabajadores. Cuando volvimos a ganar, en el 2015, el padrón era de 2.050 trabajadores”.

María Rosario era parte de la Interna en el 2009, y siguió trabajando en Kraft varios años luego del conflicto. Hoy es la responsable de la Comisión de Mujeres del PCR: “Yo quiero reivindicar que fue una lucha justa. Se inició con la gripe A del 2009, y la orden del Ministerio de Educación de cerrar colegios y guarderías en julio. Nosotros tenemos un jardín maternal, que planteamos que se cierre y que la empresa pague a todas las madres un dinero para resolver con quién dejaban los hijos. La empresa se negó a cerrar y a pagar. Ahí se inicia una huelga, vamos a asamblea general que resuelve la lucha, con un gran protagonismo de las compañeras. Fue una decisión de conjunto, no alocada y de un grupo. En una conciliación obligatoria el Ministerio de Trabajo nos dio la razón a los trabajadores. A las dos semanas, el 18 de agosto, nos encontramos, al llegar a la fábrica, con los 162 telegramas de despido. Ahí empieza la lucha por la reincorporación de todos los compañeros.

“En ese momento hubo un gran debate, como hay ahora, sobre quién iba a pagar la crisis. La empresa toma represalias, y trata de sacar a los que llamaban ‘trabajadores conflictivos’, incluyendo a la Comisión Interna, que permanentemente hacía reclamos. También en ese momento había muchos despidos, y temor de una parte por salir a la calle, por lo que se discutieron mucho las medidas. Por eso fue tan importante que un destacamento como el de Kraft se plantara por un reclamo justo como el de las madres, y frente a los despidos. Esto hizo girar a todo el movimiento obrero alrededor del conflicto. Todos miraban esa lucha, que duró 60 días. Los empresarios también sacaron conclusiones de este conflicto”.

Ramón Bogado era en el 2009 el coordinador de la Comisión Interna. Hoy sigue trabajando en Mondelez, y es el secretario del PCR de la Zona Norte del GBA: “La lucha del 2009 fue un hecho extraordinario protagonizado por el conjunto de los trabajadores de Kraft. Nosotros veníamos de luchas muy grandes. Un acierto fue ir a delegados por sección, y se eligieron 44 delegados, aparte de la Comisión Interna. Estábamos precavidos. Veníamos de una conferencia zonal del Partido, en la que participó Otto Vargas, en la que se discutió mucho que la crisis económica mundial iba a llegar a la Argentina. A Otto le decían que era catastrofista, y se daba el ejemplo de la alimentación, donde la crisis no iba a llegar porque ‘la gente siempre tiene que comer’, decían. La discusión la seguimos en la Interna, las agrupaciones, y en el Cuerpo de Delegados.

“En ese período tuvimos conquistas en la paritaria, en lo salarial, y conseguimos la efectivización de 900 compañeros jóvenes. Se juntaron así los más veteranos y los jóvenes, unos diciendo “quiero salario” y los otros “quiero quedar efectivo”. Hubo un conflicto muy grande, con paros y movilizaciones en el 2007 y 2008. La empresa ya no se podía bancar ese estado de asamblea permanente que había en todos los turnos. Algunos de la patronal dijeron ‘¿qué es esto, una asamblea bolchevique?’. Trajeron a López Mateu, que venía de hacer una experiencia con despidos en Clarín, para que se ponga al frente y sacar a estos revoltosos, como decían. Planteban que los delegados no podían existir, porque no tenían cobertura legal, ya que fueron elegidos sin reconocimiento del sindicato, ni del Ministerio.

“Pudimos enfrentar los despidos como lo hicimos por ese Cuerpo de Delegados, por esa juventud, y por los compañeros de mucha antigüedad, que se unieron todos. Jugaron un gran papel los desocupados y jubilados de la CCC, que durante todo el conflicto rodearon la fábrica, se instalaron en la puerta, y pelearon con la policía en el momento del desalojo, el 25 de septiembre, junto a las compañeras y compañeros de adentro. Esos compañeros veían que con los despidos se engrosaban los miles y miles de desocupados que venían creciendo en la Argentina. Y la Corriente y el Partido impulsaron cortes en todo el país. Esto lo registró el gobierno, y la empresa, que planteó un conflicto cerrado y que no iba a retroceder en los despidos, que eran encima sin indemnización, con causa.

“La orden venía de Estados Unidos, como le dijeron a la presidenta que fue en esos días allí. Nosotros sabemos bien cómo fue la lucha en ese momento, por eso nadie nos puede decir nada por nuestra posición electoral hoy.

“En ese conflicto tuvo mucha participación el PCR, con Otto Vargas a la cabeza. Cuando vamos a negociar al Ministerio de Trabajo, la empresa dice que tiene que sacar un turno, por la crisis. Por eso los 162 despidos eran una pantalla; nos acusaban de distintas cosas para voltear el cuerpo de delegados, la interna y los miembros del sindicato echados, para hacer pasar ese plan. No pudieron. Hoy el Turno Noche sigue existiendo. El Jardín Maternal sigue existiendo, y esa es una conquista muy sentida por las compañeras, que no existe en ninguna otra fábrica de la alimentación. Tenemos un comedor, también muy sentido, porque en la zona, en cualquier fábrica salvo nosotros, Ford y Volkswagen, te dicen ‘me tengo que llevar el táper’, que es un gasto extra, y en esas fábricas muchas compañeras y compañeros se la pasan a mate.

“Tiene vigencia esta lucha, además, porque estamos en medio de una política terrorífica como la de Macri, que ha cerrado fábricas, no sólo pymes. Cerraron un turno en Volkswagen, lo que son 2.000 despidos encubiertos. En Ford hay 800 suspensiones de mayo a mayo. Esos compañeros no vuelven más, y todo esto está avalado por el sindicato. Los compañeros arreglan, tres millones, cuatro millones. Parece mucho, pero pagan una deuda, se compran un terrenito y se acabó la plata y no tenés laburo. Ahora viene Toyota, y el efecto cascada, en las autopartistas, en Colorín, y también cierran fábricas en la alimentación”.

Pablo Vega fue despedido en el 2009. Hoy es el secretario zonal de la JCR: “Creo que una enseñanza de esta lucha es el protagonismo de los compañeros. Tanto en los 38 días que estuvimos adentro como después. Los que éramos de las camadas que recién entrábamos, en un lugar con un proceso muy grande del Partido, vimos que, al contrario que en otras fábricas donde había dirigentes sindicales o delegados que no hacían nada, en Kraft te encontraste con otro tipo de dirigentes, y con un protagonismo de la gente, y de la juventud, que se animó a pechar en un recorrido de muchos años, con muchas conquistas. Y tiene vigencia este camino, porque siempre está en discusión si los trabajadores pueden ser protagonistas de los cambios profundos que necesita el país. La lucha de Kraft demostró que los trabajadores pueden cambiar las cosas, que pueden hacer girar el país, y fue una lucha que retomó tradiciones históricas del clasismo. Fue una de las mejores luchas que tuvo el movimiento obrero, con el orgullo de pertenecer al Partido en el que estamos, que nos orientó en este proceso”.

Hoy N° 1780 28/08/2019