Los capos de la Casa Blanca y del Pentágono están muy preocupados por Sudamérica. Con los pies aprisionados en las arenas de Irán y Afganistán, perciben que el subcontinente se les va de las manos. La rebeldía revolucionaria de nuestros pueblos, los avances reformadores de gobiernos como los de Chávez, Correa y Evo, y la cada vez más abierta rivalidad de los imperialismos europeos, ruso y chino por el amor de las clases dominantes locales, les quitan el sueño. La reactivación de la IV Flota es la respuesta a todos esos desafíos.
No van a regalar América Latina
Los yanquis pondrán en camino la Flota el próximo 1º de julio. La crearon en 1943 –durante la 2ª Guerra Mundial– para combatir a los submarinos alemanes en el Caribe y Sudamérica, y la disolvieron en 1950, al reemplazarla por el Comando Sur. ¿Por qué resurge de sus cenizas hoy, casi seis décadas después? Para “combatir el terrorismo y el narcotráfico”, dicen los voceros de la Casa Blanca, y como mensaje no sólo a Venezuela, sino “al resto de la región”.La “región” –como la catalogan los imperialistas al evaluar sus intereses estratégicos mundiales– es un volcán. Los de Washington volvieron a comprobarlo en marzo, en ocasión del ataque colombiano auspiciado por la CIA al campamento de las FARC en Ecuador: las posteriores reuniones del Grupo de Río y la OEA pusieron en evidencia el aislamiento yanqui y el de sus aliados, el colombiano Uribe y el peruano Alan García.El repudio popular y las aspiraciones a cambios profundos vienen en alza en nuestros países durante los últimos años. Tuvieron un punto culminante en 2005 con el entierro del ALCA en Mar del Plata. El papel activo de Hugo Chávez en los acuerdos que dieron origen al Unasur y al futuro Consejo Suramericano de Defensa, sus nacionalizaciones y sus políticas sociales, su rol protagónico en las negociaciones con las FARC, sus convenios de desarrollo nuclear con Irán, y la modernización de sus fuerzas armadas con armamento ruso y chino, son un hueso intragable para el carnicero Bush.También lo es la consolidación del proceso conducido por Rafael Correa en Ecuador y la persistencia de Evo Morales en sus políticas nacionalistas. Cuba, sigue siendo un bastión antiyanqui. El triunfo electoral de Fernando Lugo en Paraguay, abrió una situación de intranquilidad en ese país, estremecido por la lucha campesina. En Brasil las masas campesinas persisten en las tomas de latifundios en demanda de la reforma agraria que Lula prometió y no lleva a cabo. En la Argentina se ha puesto en pie el aliado principal de la clase obrera al salir al paro y a las rutas los chacareros y los obreros rurales y agroindustriales. En las calles de Puerto Príncipe clama contra la miseria y la opresión el pueblo del Haití ocupado por fuerzas “de paz”.Los representantes del imperialismo norteamericano saben en peligro su hegemonía en su propio patio trasero. Pero, aunque en retroceso, están determinados a no “regalar” una región históricamente esencial para sus estrategias a sus rivales ni, menos, a las ansias liberadoras de los pueblos.
Flota terrorista
A eso viene la IV Flota. A vigilar todo barco, avión o submarino que transite por el Caribe, América Central y América del Sur. Pero también a emprender, bajo el disfraz de “combate contra el narcoterrorismo”, prácticas y acciones represivas conjuntas con fuerzas armadas de nuestros países, es decir con los gobiernos que se presten a operativos como el “Gaucho-Gringo” aprobado por el kirchnerismo. La sombra del terrorismo militar yanqui sobre el subcontinente se extiende más allá del término del gobierno bushista en enero de 2009. Como subrayó el diario oligárquico La Nación (02-05-2008), “se trata de una decisión acordada entre el Pentágono y el poder político”; es decir, incluye a todos los candidatos y precandidatos presidenciales, tanto al republicano McCain como a los demócratas Obama y Hillary.Y por eso el “mensaje” yanqui golpea a las puertas de la Argentina, Brasil y Chile, cuyas fuerzas armadas se aprestan a realizar ejercicios conjuntos con los norteamericanos y donde el rastrerismo de las fuerzas políticas mayoritarias en sus parlamentos han consentido en votar leyes a la medida de las exigencias imperialistas. Leyes “antiterroristas” como la que hizo aprobar recientemente Cristina, disposiciones de inmunidad a los soldados norteamericanos, instrumentación de nuevas tecnologías de espionaje interno: la IV Flota es sólo parte de un plan estratégico muy vasto.La Flota tendrá bajo vigilancia a más de 30 países y sus aguas adyacentes en Centro y Sudamérica, el Caribe y sus islas, México y los territorios europeos en este lado del Atlántico. Con el pretexto del “terrorismo”, del tráfico de drogas y de armas (cuyo control los yanquis disputan en forma sangrienta con sus competidores), y del contrabando en la Triple Frontera de la Argentina, Brasil y Paraguay, y con las bases militares que gestionan en Colombia y hasta en Tierra del Fuego, el “mensaje” yanqui corporiza la amenaza imperialista a las soberanías nacionales en todo el Cono Sur.La Flota dependerá del Comando Sur con base en Miami. Su núcleo inicial lo constituyen 11 buques, entre ellos un portaaviones y un submarino nuclear. Según publicó recientemente Fidel Castro, Estados Unidos tiene 10 portaaviones del tipo Nimitz, de más de 3 cuadras de largo de cubierta y de casi una cuadra de ancho. Capaces de transportar 90 aviones de guerra cada uno, todos están equipados con armas nucleares (o sea con armas “de destrucción masiva” como las que pretendidamente buscaban en Irak). Está en producción un nuevo portaaviones, el Gerald Ford, con tecnología Stealth invisible a los radares y con armas electromagnéticas. Sumado a las flotas II, III, V, VI y VII desplegadas en el Atlántico Occidental, el Pacífico Oriental, el Medio Oriente, el Mediterráneo y Atlántico Oriental, y el Pacífico Occidental, la IV Flota completará el entramado bélico yanqui en todos los mares del planeta.¿Qué tiene que ver semejante aparato de guerra con “antiterrorismo” y “combate anti-drogas”? Se trata de un monstruoso engendro del imperialismo estadounidense para aterrorizar a los pueblos, a gobiernos antiyanquis y a imperialismos rivales.Que sea el manotazo de un tigre acosado por sucesivas derrotas no lo hace menos sino más peligroso. Requiere mayor y más profunda unidad sudamericana para que cada uno de nuestros países se les transforme, a ejemplo del Irak heroico, en verdaderas arenas movedizas.