Luego de Caseros, renació otro capítulo de la larga guerra civil argentina. Durante casi 10 años se enfrentaron ejércitos, hubo batallas, ambos bandos tenían pretensiones soberanas, existieron capitales, dos constituciones, dos legislaturas etc. La provincia de Buenos Aires, separada de la Confederación, retuvo las ventajas de la Aduana, circunstancia fundamental para acumular el poder económico y político que le permitió, luego de Pavón, hegemonizar al conjunto del país.
Luego de Caseros, renació otro capítulo de la larga guerra civil argentina. Durante casi 10 años se enfrentaron ejércitos, hubo batallas, ambos bandos tenían pretensiones soberanas, existieron capitales, dos constituciones, dos legislaturas etc. La provincia de Buenos Aires, separada de la Confederación, retuvo las ventajas de la Aduana, circunstancia fundamental para acumular el poder económico y político que le permitió, luego de Pavón, hegemonizar al conjunto del país.
Como toda lucha por la hegemonía, como toda guerra civil, este enfrentamiento tuvo sus teóricos y su fundamento doctrinario. Luego de Caseros, Sarmiento se pelea con Urquiza y regresa a Chile. Alberdi se pelea con Mitre, y desde Chile escribe para Urquiza y la Confederación la elaboración teórica conocida como Las bases.
El conflicto armado, la guerra civil posterior a Caseros, tuvo en la polémica entre estos dos grandes intelectuales sus fundamentos doctrinarios.
En las escuelas, a lo sumo, se les dice a los alumnos que existió la batalla de Pavón, pero se oculta sistemáticamente la guerra civil que exteriorizó la lucha por la nueva hegemonía, durante los siete años posteriores a la batalla de Caseros.
El subjetivismo histórico, el idealismo metafísico aplicado a la historia, construye relatos y saca conclusiones de esos relatos, según sus deseos y necesidades actuales. Por eso les vino bien presentar esta lucha por la hegemonía del país solo como el episodio final, una batalla, Pavón, gracias a la cual explican los historiadores tradicionales, el país se reunificó, Buenos Aires regresó a la patria, marchando así al progreso futuro.
Sarmiento y Alberdi no eran guerreros, sino dos letrados que argumentan. Por eso, ocultando la polémica, la historia tradicional ocultó la lucha por la nueva hegemonía que se desató con posterioridad a Caseros. En 1850, Sarmiento, en Argiropolis escribió: “Sin la aduana porteña, el ordenamiento y la constitución en ciernes carecería de sustento”. Luego en la crítica de la constitución de 1853 escribe: “Todo poder tiene por base la renta… El papel moneda es una inmensa deuda echada al porvenir”. Unos años antes en el Facundo había escrito en su último capítulo, Balance y Perspectivas, Presente y Porvenir, que “la aduana de Buenos Aires debía ser nacionalizada”.
Era esta tesis un formidable recurso político contra Rosas y su fuente de ingresos, basada en las rentas de la aduana. Luego cuando Sarmiento necesitó confluir con Mitre, su argumento cambió. Los argentinos tenemos una larga experiencia de construcciones teóricas que adaptan la realidad a sus intereses, que reconstruyen mediante un relato la historia. Esta es solo una.