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02 de octubre de 2010

La Cámara de Diputados de la Nación aprobó por 170 votos a 29 la incorporación de la figura del infanticidio al Código Penal de la Nación.

La alegría de coronar una lucha

Hoy 1335 / Aprobación en Diputados de la figura del infanticidio

Falta la aprobación por parte de los senadores, que difícilmente cambie la suerte de lo ya aprobado, teniendo en cuenta los números abrumadores de la aprobación en Diputados.
De aprobarse la ley, la nueva figura penal beneficiaría a Romina Tejerina y a todas las infanticidas del país que están en su misma situación; y es que en derecho penal se aplica la ley más benigna, aunque sea una ley posterior al hecho e incluso posterior al juzgamiento y condena de la persona sometida a proceso.
Se necesitará sí hacer para cada una de las penadas un recurso de revisión de su condena, regulada en cada uno de los códigos procesales penales de cada provincia.
Sin dudas la aprobación de la figura del infanticidio es el corolario de una lucha inédita y de más de siete años del movimiento de mujeres, profunda, movilizadora, que abrió el debate sobre muchísimas cuestiones, especialmente poniendo sobre la mesa lo que no se visibilizaba: la tragedia del infanticidio, los motivos que llevan a la misma, la situación psicofísica de la mujer al momento del parto, la negación del embarazo ya sea por violencia, o por otras cuestiones, y la dureza del sistema para con la mujer que no cumple con el mandato social de ser madre, incluso ignorando una realidad psicofísica (el estado puerperal) histórica y hartamente probada por la medicina y la psicología. Tal es así, que hasta 1994 existió en la Argentina la figura del infanticidio hasta que fue derogada mediante la ley 24.410, existiendo en la mayoría de las legislaciones del mundo. Y la historia de estas tragedias se remonta tantos años atrás, que Fernando Molinas, (queridísimo) codefensor de Romina, se dio el gusto de citar una poesía de Bertold Brecht en los alegatos, que hablaba de Marie Ferrer, una infanticida alemana de antaño.
Podremos decir que la lucha por Romina y todas las Rominas, marcó un antes y un después en la lucha contra la violencia hacia la mujer. Hoy se denuncian más casos que antes. La violencia sexual contra la mujer si bien sigue naturalizada, ha sufrido embates. Hemos desnudado con Romina a la Justicia como reproductora de la opresión social de la mujer, no sólo por condenar a Romina, sino por sobreseer al violador que seguimos llamando “violador” a pesar de las sentencias. La lucha por la libertad de Romina fue una rebelión contra las ideas feudales que puso en uso frases que habían caído en desuso: “opresión de la mujer”.
Podemos seguir enumerando los avances que nos permitió esta lucha. Y cada mujer que después de décadas pudo decir lo que había callado, sin vergüenza, sabe cuánto la ayudó esta lucha, aunque la protagonista haya sido una jujeña, tan al norte de nuestro país.
Hoy, después de la aprobación de la figura del infanticidio por los diputados, volvemos a sentir esa conmoción por la historia de Romina, y nos preguntamos por esas historias que no conocemos, pero a las que le sabemos la prisión, la condena perpetua, o que incluso ni conocemos.
Hay algo de reparación para Romina, no sólo por su futura libertad. Hay algo de reparación para las otras Rominas. Hay algo que hoy nos dice que las penas no fueron justas, más allá de que muchos ya las sabíamos injustas. Que correspondía muchísimo menos, que incluso impedía la cárcel. Hay una condena que estuvo de más, que las señaló de más y las castigó de más por parte de aquellos que no supieron comprender, como ahora está planteado se debe comprender. La aprobación de esta figura es mucho más que un triunfo del movimiento de mujeres y mucho más que la libertad que seguramente muchas podrán tener. Y si esta lucha ha sido tan profunda, con debates tan profundos, con consecuencias tan profundas también, debemos mirar acá también mucho más de lo que solo aparece.
También se pueden hacer preguntas, hoy en el marco de una alegría que no nos quita nadie.
¿Por qué quienes rodearon a Romina en el último período y trabajaron en forma denodada para que cambie a su defensa, no hablaban de infanticidio, y hasta censuraban el reclamo?
¿Por qué la línea de quienes tomaron el caso (vinculados al P “C” y al kirchnerismo) fue el silencio explícito?
¿Acaso se hizo un trabajo previo a fin de ahora tomar la decisión política de aprobar la ley que tantas otras diputadas ya habían propuesto años atrás?
¿Se intentó desplazar a quienes fuimos la vanguardia de esta lucha, para evitar que capitalicemos el triunfo?
¿Será que era mejor que el micrófono no lo tuviésemos los opositores al gobierno, cuando al fin esta lucha daba sus frutos en el cambio legislativo?
Podemos decir que la diputada ultra K Diana Conti, autora del proyecto aprobado, estuvo desde los comienzos en la lucha por la libertad de Romina. No podemos hablar de doble discurso de muchas que han estado en esta lucha desde el comienzo, y ayudaron y fueron parte de este proceso de años. Pero sí podemos hablar de un momento oportuno y elegido para aprobar esta ley, tantas veces muerta en otros proyectos, y con un trabajo previo de rodear a la protagonista principal de la historia (Romina), para que, entre otras cosas, cambie la defensa y se parta de alguna manera el gran movimiento de lucha, el que es el más claro precursor de esta conquista. Podremos hablar de la veta progre que atrae votos desde iniciativas como ésta, o el matrimonio igualitario, en una elección en la que debe aumentarse el caudal de votos en las grandes ciudades.
Podemos pensar en voz alta y en voz baja. Pero la alegría de haber coronado esta lucha con la incorporación de la figura del infanticidio al Código Penal, haciendo realidad pronto ese sueño de ver a Romina y a todas las Rominas en libertad, tiene dueño: el movimiento de mujeres que sin dudas avanza en un camino en el que la efervescencia se ha convertido en un rasgo característico.
Y con este gran avance vamos al Encuentro Nacional de Mujeres a Entre Ríos, recordando ese Encuentro en Mar del Plata, en que se eligió Jujuy como sede en el camino de lograr su libertad. O esa inmensa movilización en el Penal de Mujeres de Jujuy, exigiendo su libertad. O ese silencio conmovedor de Rosario, en el que la hermana de Romina leyó su carta escrita desde la cárcel.
Recordando a María Conti, esa gran “hacedora”, a quien nombramos tantas veces, como aquella después de su muerte, cuando casi por un voto arrancábamos a Romina de la cárcel, pero la presión K dio vuelta el voto de Lorenzetti, en aquella partida.
Hoy te recordamos otra vez María, con todo el amor, todas las fuerzas, y con toda la alegría que nos embriaga.