El padrón electoral tiene alrededor de 600 mil santiagueños y según fuentes oficiales votaron 307 mil (diario El Liberal). A las 17 hs. las noticias demostraban la preocupación del oficialismo por el bajo porcentaje de votantes (35%) y llamaban por radio y TV a “aprovechar esta instancia democrática y elegir”.
Esta preocupación ya estaba instalada en el gobierno que hacía un mes que “bombardeaba” con propaganda para que se vaya a votar. Las elecciones se convirtieron en fuente de trabajo ya que centenares de jóvenes recorrían las calles y los barrios repartiendo los votos.
Un candidato de una fuerza opositora a Zamora, a las 17 del día de las elecciones estuvo unos minutos en los medios informando que, en mesas femeninas, hasta esa hora había votado un 25%. Por supuesto que lo cortaron rápidamente.
El presidente del Tribunal Electoral, cuando aún no se habían cerrado los comicios, ya anunciaba una proyección de un 67%, que quedó convertido oficialmente en 55%, que es lo que publicaron los medios, ya sin poder “inflarlo” más.
En ciudades importantes como Frías, el voto en blanco fue segunda fuerza, y en Fernández la tercera, según el propio diario oficialista El Liberal del 1/12.
Lo que nadie dijo es que la abstención ha sido la primera fuerza, y los blancos e impugnados tuvieron cifras importantes en toda la provincia, aunque no se publicaron cifras reales. Hubo muchas dificultades para habilitar las mesas: las autoridades de mesa recibían un pago, muy publicitado, pero igualmente pegaron el faltazo; y parece que la preocupación del oficialismo estaba centrada en “rastrear” cada votante con infinidad de vehículos contratados para eso.
En estas elecciones –¡muy anticipadas!– los santiagueños castigaron el doble discurso del zamorismo y su extremo servilismo para cumplir a rajatabla la política hambreadora de los K.
02 de octubre de 2010