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24 de marzo de 2020

Según la OIT se pueden destruir 25 millones de empleos

La batalla contra el coronavirus en el mundo

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó que el desempleo mundial podría aumentar en casi 25 millones de personas. Los grandes monopolios, con o sin coronavirus, buscan descargar la crisis en las espaldas de los trabajadores. Damos un panorama parcial de cómo se enfrenta esta pandemia en distintos países.

En Uruguay, los camaradas del Partido Comunista Revolucionario del hermano país plantearon en una reciente declaración: “El gobierno de la coalición de la derecha y la ultraderecha, con componentes fascistas, viene decretando el tarifazo y el ajuste fiscal y se preparaba para enviar al parlamento el anteproyecto de Ley de Urgente Consideración, con 94 artículos represivos y punitivos, que aumentan las potestades de la policía para una mayor represión, con ataques a la educación pública, etc. Al verse enfrentado a esta situación, que era previsible por como se venía desarrollando esta virosis a nivel internacional, toma las medidas indicadas por la OMS y otros organismos internacionales, pero como defienden los intereses de la oligarquía, burguesía intermediaria y latifundio, asociados al imperialismo, incluso en esta pandemia, son incapaces de volcar rápidamente los recursos económicos imprescindibles que la situación de emergencia amerita.

“Esto tanto para la infraestructura de camas de CTI y respiradores, especialmente en Salud Pública, fundamentales para enfrentar el agravamiento de la situación, como en hacerse cargo inmediatamente de la desesperada situación de los miles de trabajadores/as que viven de la changa, la venta callejera, los trabajadores/as independientes, cuentapropistas, pequeños comerciantes, afectados ya por las medidas adoptadas. Los/as asalariados/as dependientes también son afectados/as por los cierres de empresas en las distintas ramas, con los consiguientes despidos y envíos al seguro de paro, que bajan el ingreso en sus hogares, en un momento donde salta la inflación de los productos de primera necesidad empujada por la importante devaluación en curso, y hay más gastos en el hogar por higiene y desinfectantes.

“Esta situación expone más abiertamente la crisis económica y social que ya venía sufriendo nuestro pueblo bajo el gobierno seudoprogresista del FA, con la recesión en ramas fundamentales, la desocupación creciente, la rebaja salarial, la inflación, las tercerizaciones y la precarización del trabajo, con miles en situación de calle o refugios, con miles de niños/as que se anotan para comer en la escuela porque no pueden hacerlo en sus hogares.

“Se expone más claramente también la necesidad de seguir luchando por un Sistema de Salud, Estatal, Único y Nacional, para terminar con la mercantilización y las desigualdades inadmisibles que persisten y profundizan incluso en el actual SNIS”. Luego el PCR-U detalla una cantidad de medidas y recursos para enfrentar la crisis sanitaria y económica.

La Unidad Popular para el Socialismo de Brasil planteó “una propuesta para un programa de emergencia que proteja las vidas de los trabajadores frente a la explotación y opresión capitalista y los efectos de las políticas y reformas fascistas de Bolsonaro, que empeoran las condiciones de vida de la población. También guiamos la militancia del partido y nuestros frentes en el movimiento sindical y popular para combatir tanto como sea posible el proceso de pánico entre las masas.

“Esto es preocupante porque, en Brasil, tenemos una población que tiene hambre, que vive en situaciones precarias o que vive en la calle, altamente susceptible a enfermedades graves; Además, por supuesto, de los diabéticos no controlados y el número de personas mayores enfermas.

“En nuestro país, por ejemplo, 6 hombres tienen la misma riqueza que 100 millones de habitantes. En otras palabras, las condiciones de prevención y tratamiento no son las mismas, más aún porque, para la clase trabajadora brasileña, no trabajar es sinónimo de no comer.

“Necesitamos medidas socioeconómicas que promuevan la distribución de la riqueza y el ingreso, porque el deseo de ganancias y privilegios de una minoría no puede ser mayor que la vida de la población

“El Estado brasileño estima, para el pago de la deuda pública, sólo en 2020, más de 2 mil millones y 800 mil reales por día en intereses y amortizaciones (1 billón de reales en el año). Y para garantizar esta situación, cuentan con la Enmienda Constitucional 95, de 2016, que congeló las inversiones durante 20 años en salud y educació). ¿Cuántos hospitales se podrían construir con este dinero? ¿Cuántos profesionales pueden ser contratados? ¿Cómo se propagaría el virus si estos recursos se invirtieran en prevención?”.

Se conoció también la huelga de 5 mil trabajadores de Mercedes Benz en España, en Vitoria-Gasteiz, el País Vasco. Cuando llevaban 8000 los contagiados en ese país, las y los trabajadores pararon la cadena de montaje contra la decisión de la empresa de no cerrar la fábrica ante la crisis del coronavirus.

En la India, distintos sectores de izquierda denuncian que “los efectos económicos adversos ya han comenzado a afectar los medios de vida de vastas secciones de secciones pobres y marginales. Las actividades en muchos sectores de la economía, como la hostelería, el turismo, la construcción, el transporte, prácticamente se han estancado y han afectado fuertemente los ingresos de los trabajadores asalariados y no organizados, vendedores ambulantes, pequeños comerciantes y trabajadores migrantes”. El reclamo central es que el gobierno nacional libere el enorme stock de millones de granos alimenticios, almacenados en depósitos estatales a la espera de ser exportados.

Mientras tanto en Alemania, los trabajadores de la empresa automotriz Opel exigieron, tras la aparición el 12/3 de un infectado de (Covid-19) en el almacén central de Opel en Bochum, que se cierre la planta por quince días. Los obreros argumentan que no alcanzan las medidas sanitarias tomadas por la patronal

En Gran Bretaña, donde las primeras medidas del gobierno de Boris Johnson permitieron una brutal expansión de la pandemia, una especialista en en enfermedades respiratorias que trabaja en Londres escribía en The New York Times que el servicio de salud pública en el Reino Unido «está a punto de reventar tras años de subfinanciamiento. Una década de recortes impuestos por gobiernos conservadores consecutivos ha desmantelado y privado de recursos a los servicios médicos. El ánimo del personal es bajo y la retención, precaria. Ya estamos trabajando al cien por ciento de nuestra capacidad. A medida que la gente con coronavirus inunde nuestros pasillos, los hospitales serán llevados al punto de quiebre. Cuando nuestros hospitales estén saturados y debamos decidir cómo distribuir los recursos escasos, ¿cómo elegir a quién darle un respirador y a quién no?».

Hoy N° 1807 24/03/2020