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02 de octubre de 2010

El papel de la jerarquía eclesiástica y las jugadas políticas del kirchnerismo en la beatificación de Namuncura y en la historia de opresión a los pueblos originarios, en la mirada de la dirigente mapuche de la CCC, Margarita Peñailillo.

La beatificación de Ceferino Namuncura

Una nueva evangelizacion del papa benedicto

El día domingo 11 de noviembre, en Chimpay –un pequeño pueblo de la provincia de Río Negro– se llevó a cabo la beatificación de nuestro hermano Ceferino Namuncura.
Ceferino fue bautizado por los salesianos en el año 1886 en su pueblo natal. Su padre era el lonko Manuel Namuncura, quien en el año 1884, el 5 de mayo, se entregó al ejército del genocida Julio A. Roca, que le dio el grado de coronel y le prometió 8 hectáreas de tierra, las cuales nunca les fueron entregadas. De todos modos aceptó seguir con el grado de coronel del ejército; el mismo ejército responsable de tantas muertes de nuestros hermanos originarios.
Hoy la Iglesia Católica lleva al altar a Ceferino, para tratar de seguir sometiendo a nuestros pueblos. La beatificación vuelve a abrir viejas heridas, porque tenemos que hablar del rol de la Iglesia Católica –junto a los ejércitos conquistadores– la espada, la cruz y la Biblia, fueron usadas en primer lugar junto al imperio español, llevándose nuestro oro y plata; y en el siglo 19 la Iglesia Católica, junto a los terratenientes, cometieron el genocidio más cruel, donde miles de nuestros hermanos fueron masacrados, para robarnos nuestras tierras.

“Gestos” tardíos y divisionismo
En un gesto sin precedentes que sorprendió al mundo, el Papa Juan Pablo II pidió perdón por la prepotencia y errores cometidos por la Iglesia Católica. Pero el gesto papal, aunque meritorio, demoró demasiado. En los sólo 515 años que el cristianismo existe en América, la Iglesia nunca ha reconocido su papel nefasto en la conquista y colonización; ni el daño irreversible que su misión evangelizadora ha causado a nuestros pueblos, en su identidad, cultura y sus creencias. Tampoco nunca condenó ni excomulgó a los ladrones del imperio español por el robo de nuestro oro y plata, y por el cual mataron a millones de nuestros hermanos, tirando a la basura dos mandamientos de la Iglesia “no matarás, no robarás”.
En el año 1492, los pueblos y naciones originarias –que se encontraban en diferentes estadios del sistema social, algunos pueblos en el comunismo primitivo, otros en etapas intermedias hacia el esclavismo y otros con sistema social esclavista– tenían una cultura muy antigua, incluso más antigua que la religión católica; culturas que fueron arrasadas despojando a la Humanidad de un rico y enorme patrimonio
El gesto del Papa Juan Pablo II en Roma tiene que reflejarse en la práctica, cosa que no ha pasado hasta hoy; en complicidad con los Estados nacionales que, apoyados en millonarias inversiones en todo el mundo, continúan imponiendo su política de sometimiento. Ejemplo claro de esto es la beatificación de Ceferino Namuncura por parte de Benedicto XVI con el apoyo de Kirchner.
Kirchner hace un doble juego: Por un lado aprovecha su vieja relación con Alejandro Buccolini y los salesianos más reaccionarios como Tarcisio Bertone, en su disputa con el cardenal Bergoglio, jesuita que fue quien disputó la sucesión del Papa Juan Pablo II con Benedicto XVI.
A la vez usa la llegada del enviado del Papa y la beatificación para tratar de neutralizar el apoyo del ala progresista de los salesianos, a las luchas obreras y populares en su contra. Por el otro lado, manda a hermanos originarios a su servicio a enfrentar desde la “pureza espiritual originaria” a los hermanos, originarios o no, que apoyan la beatificación, de esta manera K busca disputarle a la Iglesia Católica en su conjunto a sectores de nuestros hermanos.
Unidad para
romper las cadenas
Con esta beatificación la Iglesia Católica, el gobierno nacional y provincial, sólo genera más división entre nuestros pueblos y naciones originarias, poniendo en primer lugar la discusión de nuestras creencias. Esta discusión, puesta en primer plano busca tapar lo de fondo, que es la entrega más vil de nuestras tierras y territorios ancestrales y de todos nuestros recursos naturales –como la explotación de las minas y el petróleo– que día a día el gobierno de Kirchner con la complicidad de los gobiernos provinciales, le entregan a los monopolios imperialistas y a los grandes terratenientes. Frente a la oposición y lucha de nuestros hermanos originarios, responden con la judicialización y aprobando la Ley Antiterrorista. También nos muestra que no tiene una política hacia nosotros, sino el uso y el manoseo, como quedó claro en las elecciones de octubre en Formosa.
Esta beatificación ha hecho un gran favor al gobierno de Kirchner y a la presidente electa Cristina Fernández. Llega en un momento en que el gobierno está acusado de someter el 28 de octubre –mediante el Frente de la Victoria– a nuestros hermanos qom de Formosa, a la manipulación más asquerosa, al mejor estilo de los políticos conservadores de la década infame. En que es denunciado por dejar librados a su suerte a miles de hermanos qom, que mueren por desnutrición y falta de atención médica en el Chaco, hecho que ha conmovido a la inmensa mayoría de la sociedad.
Tenemos que tener en cuenta que esta beatificación se hace en un momento en que los pueblos y naciones originarias están en pie de lucha en toda América. En que vienen siendo parte de grandes tormentas revolucionarias junto a los hermanos no originarios, enfrentando a los diferentes imperialismos, a los grandes terratenientes y a la burguesía intermediaria a su servicio. En que vienen echando presidentes y librando grandes luchas, en especial en Ecuador, Chile, Brasil, Argentina y particularmente en Bolivia, con el avance de la independencia política y el rescate de sus identidades.
El mejor ejemplo del crecimiento del rescate de nuestra identidad y cultura es la asunción de nuestro hermano Evo Morales en Bolivia, que fue hecha en una ceremonia ancestral en el Calasasaya (Tiwanaku), con un juramento frente a cuatro amautas guías espirituales de la nación aymara, y la presencia de todos los hermanos de América.

La trama de una nueva historia
Analizando objetivamente la historia, ningún buen cristiano puede enorgullecerse de los períodos de oscurantismo que la Iglesia ha promovido, participado o delante el cual ha cerrado los ojos.
Sobre todo el período de la espada y la cruz, donde se ha debilitado o destruido tanta sabiduría y conocimiento de los pueblos originarios que han desarrollado durante miles de años.
Se dice que quien pretende imponerse por la fuerza termina cayendo por su propio peso.
Nuestra unidad, sin distinción de credos e ideología, de todos los pueblos y naciones originarias, y de todos nosotros con el pueblo de la nación Argentina, está uniendo sus manos para que en el telar de la vida tejamos juntos con cada hebra de nuestra lucha la trama de una nueva historia, nuestra historia.