Al cierre de esta edición de hoy, toda la “rosca” oli-gárquica boliviana es-taba eufórica por el nuevo embate golpista en Sucre, protagonizado ahora por grupos de choque estudiantiles y de capas medias contra la nueva Constitución a-probada el viernes.
Por lo menos tres personas muertas y decenas de heridos sería el saldo de los enfrentamientos entre manifestantes y policías cerca del Liceo Militar, donde la Asamblea Constituyente –boicoteada por la oposición– había aprobado en general un nuevo texto constitucional, que ahora debería ser discutido artículo por artículo.
Numerosos estudiantes anti-Evo mantenían sitiado desde la semana anterior el lugar, donde 136 asambleístas –en su mayoría del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), más tres del opositor Poder Democrático y Social (Podemos) y otros partidos– votaron la reforma.
Al mismo tiempo, unos 2.000 militantes populares llegados desde La Paz y El Alto hicieron guardia en la sede de la Constituyente para evitar que fuera tomada por los opositores.
Dos centenares de personas trataron de incendiar la casa del prefecto (gobernador) de Chuquisaca con bombas molotov.
Fue sólo una de las numerosas provocaciones (entre ellas la toma y fuga de un centenar de presos de la cárcel de San Roque, quema de autos y saqueo de unidades policiales y de bomberos) cada vez más organizadas para obligar al gobierno a reprimir, deslegitimarlo y acelerar su desgaste y aislamiento.
En su sistemática oposición a toda reforma democrática de la Constitución boliviana, la minoritaria “rosca” terrateniente, monopolista y política encabezada por el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga saboteó la Constituyente instalada en agosto del 2006 y fogoneó frenéticamente el clima golpista con sucesivos pretextos.
Primero exigieron que los artículos se aprobaran por mayoría de dos tercios y no por mayoría simple; después movilizaron a sectores de la población de los departamentos petroleros y agropecuarios del oriente tras el reclamo de “autonomías departamentales”; y finalmente desempolvaron la exigencia de “capitalidad plena” para Sucre (que sea sede de los tres poderes, y no sólo del judicial como hasta ahora).
Ante los enfrentamientos, Evo defendió los contenidos nacionalistas y distributivos de la nueva Constitución, denunció a los “neoliberales” y se limitó a reclamar “serenidad” a los pobladores de Sucre.
Pero los hechos se precipitan, y demandan la urgente solidaridad y apoyo activo de los pueblos latinoamericanos a la organización y la lucha antiimperialista y democrática del pueblo boliviano.
02 de octubre de 2010