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02 de octubre de 2010

Reproducimos extractos del relato de un camarada que fue encarcelado en octubre de 1974, cuando comenzaban los preparativos del golpe fascista de Videla-Viola (publicado en Teoría y Política Nº 23, abril de 1979)

La cárcel, una trinchera de lucha

Así se forja el PCR

El día que vinieron a buscarme a mi casa, a mediados de la primavera del ’74, nuestro Partido, que se encontraba en el corazón del movimiento de las masas, dirigía lugares importantes como el Smata de Córdoba y otros, constituía un serio obstáculo para los planes golpistas.
Por ello, parte de los planes de los golpistas, principalmente de los ligados al socialimperialismo soviético, consistió en reprimir e intimidar al PCR. Por ello asesinaron a Armando Ricciotti, a Daniel Winer, a Enrique Rusconi y otros camaradas de La Plata, a Patricia Tosi y encarcelaron a decenas de militantes del Partido.

Los primeros tiempos en la cárcel
Me envían a una cárcel provincial. Allí me encuentro con otros compañeros del Partido y ello alivia en parte la situación.
En la cárcel se ponen aprueba muchas cosas: la visión de la vida, de la lucha, del porvenir, del Partido, de la familia.
Nos acuciaba el deseo de salir pronto, alentados por la lucha que daba el Partido contra los golpistas. Pero el paso del tiempo fue haciendo cambiar esa idea que teníamos acerca de que podíamos salir pronto. Entendimos que la permanencia en la cárcel era también parte de la lucha del proletaridado y del Partido por conquistar una nueva sociedad. Y que esa lucha es larga, se esté de uno u otro lado de las rejas. Por lo tanto dijimos: "hay que prepararse para un largo período". Claro que decirlo es más fácil que sentirlo y tuvimos que dar una dura lucha con nosotros mismos para ponerlo en práctica. Nos hicimos de la idea de que podíamos estar varios años allí dentro.
Hay que decir que uno de los primeros y duros golpes que recibimos fueron las noticias de los asesinatos de Armando Ricciotti y Daniel Winer. Realmente nos conmovió. Era la primera sangre del PCR. No obstante ello templó y fortaleció a mí y los otros camaradas. Se hicieron carne honda los compromisos. En esto también ayudó la actitud del Partido que buscó tenernos informados permanentemente.

La vida en la cárcel
Había miembros de los grupos terroristas de la pequeña burguesía como los Montoneros y el ERP, había gente del PC y había también gente verdaderamente peronista, cristianos revolucionarios y muchos independientes.
Nuestras relaciones con el conjunto fueron tranquilas en los primeros tiempos pero luego, al intensificarse la lucha nacional entre las fuerzas reaccionarias y las fuerzas populares antigolpistas y al tomar el PCR la posición de defensa de Isabel Perón frente al golpe, las polémicas e incluso las provocaciones se pusieron a la orden del día. Hay que hacer notar que cuando se dio el golpe, el 24 de marzo del 76, los Montoneros, el ERP festejaron ruidosamente el hecho en el penal. Los grupos terroristas recurrieron a todo tipo de acciones tendientes a hostigarnos e incluso lograron que se nos expulsara de un pabellón.
La nueva situación creada nos obligó a reconsiderar nuestra forma de vida en el penal. Los camaradas del Partido nos reunimos y debatimos las actitudes a tomar. En el propio Partido había una serie de contradicciones originadas en la presencia de camaradas de distintas zonas del país, con experiencias muy diversas, con distinta extracción social. Había divergencias que se discutieron bien y fraternalmente, poniendo por delante lo que nos unía, que era el Partido.
Los elementos a considerar y sobre los cuales tomamos una cantidad de resoluciones se referían a tres cuestiones: a) relación entre los camaradas del Partido; b) relación con los demás detenidos; c) relación con la estructura del penal. Y nos pusimos un objetivo: "salir enteros" o sea salir y dispuestos a seguir luchando.
Aseguramos el funcionamiento político regular, se celebraban los aniversarios y se implantó un método de discutir y armonizar los rasgos personales de cada uno. Tratamos de asimilar lo que entendíamos eran la moral y la ideología proletarias. En este sentido, y con el correr del tiempo, la distinción entre nosotros y los militantes de las fuerzas terroristas se fue haciendo cada vez más notoria. En sus filas –sobre todo entre algunos que aparecían como dirigentes– anidaban la intriga y las rencillas y también existían los casos más extremos de militantes que habían delatado a sus propios compañeros.
[Con los nuevos detenidos que ingresaban] nuestra actitud fue amplia, no preguntábamos en qué partido estaba sino que lo ayudábamos y compartíamos lo que podíamos y luego, si en forma franca y abierta se iniciaba una discusión sobre nuestras posiciones las exponíamos ampliamente y debatíamos las otras.
La actitud de las fuerzas pequeño -burguesas era diferente. Lo primero que preguntaban al detenido que ingresaba era a qué organización pertenecía. Y guay del que no fuera afín a su política, porque entonces podía estar muriéndose que de ellos no recibía ni un vaso de agua. Era un sectarismo a ultranza.
Al mismo tiempo su actitud era de permanente hostigamiento hacia nosotros y de un "estar encima" sobre los sin partido intentando en forma burda y sin consideración para las condiciones de vida que vivían, de ganarlos para sus ideas. Los sin partido, casi todos dirigentes obreros o campesinos, comenzaron a diferenciar cómo se manifestaban en la cárcel las dos clases: el proletariado y la pequeña burguesía. El partido era admirado por los sin partido por su firmeza y persistencia.

La lucha política y las relaciones con la gente
Así, a las intrigas que antes mencionamos se agregaba la decepción de muchos de sus militantes de base que observaban el comportamiento de algunos de sus dirigentes, advirtieron el uso del cual habían sido objeto y se alejaron de esas organizaciones pasando a convivir y tener buenas relaciones con los camaradas del Partido.
También hubimos de dar debates con compañeros peronistas que no comprendían cómo era que el gobierno de Isabel Perón los metía presos. Explicamos la política vacilante y contradictoria del gobierno peronista, que, por otra parte no controlaba las palancas del poder (las fuerzas armadas y represivas, medios de difusión, etc.), era impotente frente a los enemigos del pueblo y de la patria, verdaderos responsables directos de su encarcelamiento. Los mandos golpistas exigían al gobierno de Isabel represión antipopular y, a la vez, las medidas represivas eran parte de la preparación del golpe. Podemos decir que nos ganamos la confianza de los más honestos ya sea que estuvieran alineados en alguna fuerza política o no.

La relación con los familiares
La relación con los familiares es fundamental. Ya sea en cuanto a su intervención en la lucha por nuestra libertad como en el mejoramiento de nuestras condiciones dentro de la cárcel. El familiar se mete donde no se mete nadie. Aprovecha todo. Pienso que aún no comprendemos bien esto.
Tengamos en cuenta que a un preso comunista le interesan dos cosas: su partido y su pueblo y su familia.
A veces decíamos: "hay que tener paciencia con los familiares, no entienden de política". Pero si nuestra actitud hacia ellos y la relación del Partido con ellos es buena, esos familiares se van despojando de la idea de que es el Partido el responsable de la detención de su hijo, novio o hermano.
Hay que reconocer que en esto muchas veces somos sectarios. Nadie duda de que seríamos capaces de dar la vida por nuestras ideas pero a veces somos incapaces de enviar una carta solidaria hacia un familiar.
Es necesario explicar a nuestras familias "en qué andamos", cuál es nuestra lucha, cuáles son sus objetivos, qué es el Partido, cómo sus intereses son profundamente los intereses de todo el pueblo. O sea, romper ante la familia el misterio que rodea a lo que es lo central de nuestra vida: la lucha por la liberación de la patria, el socialismo y el comunismo. Quien es sectario ante su familia es un sectario en muchos otros aspectos de su vida partidaria y eso no lo puede negar ni rebatir.
Los familiares de los detenidos también son un blanco de una gran presión por parte del enemigo, fundamentalmente de los funcionarios de la dictadura y de la quinta columna representada por el P "C". Ellos buscan su inmovilidad, confunden, mienten, entretienen, teniendo como objetivo que no luchen por la libertad de su ser querido o por la aparición de un secuestrado.
Tenemos también que tener en cuenta que entre nuestra ideología comunista y la de nuestros familiares hay una contradicción, no fundamental, pero existe. A esa contradicción hay que respetarla, darle tiempo y un rumbo favorable a nuestra línea.

Conclusiones
> La cárcel es una escuela de lucha que templa. Ello es así desde que el proletariado lucha en el mundo.
> La cárcel es algo malo pero que hay que transformarlo en algo bueno y con una actitud correcta.
> La firmeza se origina en si vencemos en la lucha entre la ideología burguesa y la ideología proletaria.
> Hemos visto extraordinarios ejemplos de firmeza en dirigentes que no eran del PCR pero que eran carne y sangre de las masas y de eso extraían su fuerza.