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03 de octubre de 2010

La clave para la revolución: el Partido

En la oleada revolucionaria posterior a la Primera Guerra Mundial, la revolución triunfó en Rusia y fue derrotada en Alemania, Hungría, Austria e Italia. Triunfó en Rusia porque allí había un Partido verdaderamente revolucionario, organizado sobre la base del centralismo democrático. Luego de
la Segunda Guerra Mundial, el socialismo llegó a triunfar en
la tercera parte de la Tierra. Cuando el revisionismo del marxismo se impuso en el Partido Comunista de la URSS en su XX Congreso y, mediante un golpe de Estado tomó el poder en 1957, allí y en el Este de Europa triunfó la contrarrevolución y se restauró el capitalismo. El revisionismo del marxismo-leninismo es la burguesía en el Partido. En China, gracias a la Revolución Cultural Proletaria, impulsada por Mao Tsetung, el capitalismo recién pudo restaurarse en 1978. Se comprobó la tesis de Mao Tsetung  que en la sociedad socialista, hasta el triunfo del comunismo, “siguen existiendo tanto las clases como las contradicciones de clase y la lucha de clases; existe la lucha entre el camino socialista y el capitalista; existe el peligro de restauración capitalista y existe la amenaza de subversión y agresión por parte del imperialismo y el socialimperialismo” (ver Programa del PCR, pág. 3). Se ha comprobado que la lucha para terminar para siempre con la explotación del hombre por el hombre llevará un largo proceso histórico y el triunfo del proletariado dependerá, fundamentalmente, de la existencia de un Partido dirigente verdaderamente marxista-leninista.