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19 de agosto de 2015

Extractamos esta nota de Curar con opinión.com, escrita por el Dr. Daniel Cassola.

La condena de los jubilados

O la pobreza o la dependencia

 
Hagamos una suposición. Si a cualquier trabajador que no ha sido ascendido en el último año le ofrecemos un aumento del 33 por ciento seguramente lo acepte.
Es una cifra para nada despreciable, ya hasta le puede llegar a ganar unos puntitos a la inflación. Justamente 33 por ciento (redondeando) es lo que subieron las jubilaciones en el curso de 2015.

 
Hagamos una suposición. Si a cualquier trabajador que no ha sido ascendido en el último año le ofrecemos un aumento del 33 por ciento seguramente lo acepte.
Es una cifra para nada despreciable, ya hasta le puede llegar a ganar unos puntitos a la inflación. Justamente 33 por ciento (redondeando) es lo que subieron las jubilaciones en el curso de 2015.
La suba se dio en dos tramos, según lo que consta en la ley de movilidad, un 18 por ciento en marzo y un 15 anunciado la semana pasada por la presidenta.
Ahora bien, luego de estos formidables aumentos la jubilación mínima, de la que depende el sustento de millones de jubilados, asciende a 4.299 pesos.
La trampa está en que hay un problema de origen. El aumento de las jubilaciones, salvo que sea del 100 por 100, nunca va a alcanzar a la canasta básica. Según la defensoría de la tercera edad este número ronda los 8.200 pesos.
O sea, jubilados que para vivir necesitarían alrededor de 8.200 pesos cobran poco más de la mitad, 4.300. Las consecuencias pueden ser dos. Un salario de estas características generan pobreza o dependencia, no hay otra alternativa.
Quien tenga la posibilidad recurrirá a sus familiares, a sus hijos si es que tiene, para poder sostenerse económicamente. Obviamente, no todos pueden hacerlo.
Los que no tienen esta oportunidad están condenados a la pobreza lisa y llana. De la mano de la pobreza viene una serie de degradaciones.
En primer lugar el estado general de salud es probable que decaiga, ya que con ese dinero no es posible tener una dieta adecuada, con las proteínas necesarias que aportan las frutas, las verduras y las carnes.
En segundo lugar, debe de haber una marcada afectación psicológica. Si alguien trabajó y hoy no puedo hacerlo por su edad, ya sea por incapacidad o porque no hay nadie que le dé trabajo, esto tiene que repercutir sobre el estado mental de una persona.
Hay cuestiones materiales mínimas que todos necesitamos para vivir. Un abuelo debería poder llevar una vez, en las vacaciones de invierno, a su nieto al cine o al teatro o a algún paseo. O tener la posibilidad de hacerle un pequeño regalo. Con 4.299 pesos por mes cualquier tipo de salida cultural aparece prohibida.
Son varias las organizaciones de trabajadores activos y pasivos que reclaman un aumento de emergencia de 4 mil pesos para los jubilados. No sería más que otorgarles un poco de dignidad.