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14 de marzo de 2012


La crisis de la industria de la carne

Hoy 1410 / Ya despidieron 20.000 trabajadores del sector en todo el país

Estamos ante la peor crisis de la industria de la carne, si tomamos en cuenta todo el siglo 20 y el primer decenio del siglo 21. Nunca los argentinos descendimos a una ingesta de 52 kg. anuales, cuando lo normal ha sido 76 kg. al año por habitante.

Estamos ante la peor crisis de la industria de la carne, si tomamos en cuenta todo el siglo 20 y el primer decenio del siglo 21. Nunca los argentinos descendimos a una ingesta de 52 kg. anuales, cuando lo normal ha sido 76 kg. al año por habitante.
Los números son elocuentes. De los más de 14 millones de cabezas que habían faenado en 2009, los frigoríficos no alcanzaron a matar 11 millones ni en 2010 ni en 2011. La capacidad instalada ronda los 19 millones de cabezas anuales. La escasez de hacienda no es algo fácil de revertir. Hacer un novillo lleva al menos tres años, y la Argentina ha perdido prácticamente el equivalente a todo el rodeo de Uruguay. Así, en 2010 comenzaron a cerrar plantas y el proceso se agudizó el año pasado. De acuerdo con datos del Ministerio de Agricultura, en los últimos cinco años bajaron la persiana unas 120 plantas registradas en el país, incluyendo pequeños mataderos municipales pero también grandes plantas exportadoras: de 506 plantas activas en 2006, en agosto de 2011 quedaban 386 (La Capital, 12/02/2012).
En la provincia de Santa Fe, el detonante fue el casi seguro cierre de la planta del Swift en Venado Tuerto, con 540 trabajadores. Este establecimiento fue comprado en el 2005 por parte del grupo brasileño JBS y está diseñado para la exportación. Hay que remarcar que Venado Tuerto, en el sur de Santa Fe, fue durante años un polo ganadero por excelencia. La sojización alentada por el gobierno nacional, fue “corriendo” esas explotaciones ganaderas cada vez más hacia el norte.
A su vez fue afectada por la política de control de precios por parte de Guillermo Moreno, con el objetivo de falsear los datos del Indec, ya que la carne era la de mayor ponderación en el consumo, y por restricciones a la exportación con la implantación de cupos, aumento de las retenciones, hasta llegar al 2006 a la veda de la exportación en varias categorías. La conclusión fue que comenzaron a desaparecer los pequeños y medianos productores de la escena productiva.
“Según datos de la Oncca, durante 2004 se faenaron en Argentina 14.331980 cabezas de ganado, 14.350320 en 2005, 13.415160 en 2006, 14955.659 en 2007 y 14.660.284 en 2008, mientras que la faena en 2009 subió hasta la cifra de 16.053.031 cabezas. Ese millón y medio de cabezas de diferencia fueron los vientres liquidados en busca de la rentabilidad perdida por la caída de precios. Entre tres y cuatro millones de terneros menos son la base de la crisis que hoy alarma al sector frigorífico y ganadero”(Periódico Sursuelo, febrero del 2012).
Claro está que la escasez de materia prima, hizo disparar los precios de la hacienda a niveles quizá hasta superiores a los pagados en Europa. Esto, que significó pingües ganancias para los grandes propietarios y feedloteros, iba en detrimento del consumo interno como así también de esos pequeños y medianos propietarios que ya no pudieron volver más al negocio.
Como gran productora de carne, Santa Fe es una de las provincias más afectadas. Sin contar las plantas de menor tamaño, la provincia tiene cinco grandes frigoríficos cerrados: dos del grupo Mattievich, ubicados en Carcarañá y Puerto General San Martín; Nelson, recientemente comprado por el grupo Friar –de la aceitera Vicentín– a la comercializadora de granos Cargill; Ciribé, un ciclo dos (es decir, dedicado solo a desosado, sin faena) ubicado en General Lagos, y el conflictivo caso del Swift de Venado Tuerto, del grupo brasileño JBS.
Por otra parte, la Cámara que nuclea los frigoríficos más chicos (Cafrisa), publicó una solicitada en la que pidió ayuda al gobierno de la provincia de Santa Fe, ya que su capacidad estaría operando, dicen, al 40%. Básicamente piden que no se les aplique el Impuesto a los Ingresos Brutos y se los incluya en los llamados Repro. Esto último constituye un complejo sistema en donde el gobierno nacional debe aceptarle su crisis preventiva y otorgarle un subsidio por empleado para poder afrontar la situación.
Cabe aclarar que cuando éstos fueron otorgados, constituyeron una burla hacia los trabajadores, ya que a los mismos se les pagaba por una ventanilla y se les descontaba en su recibo, quedándose en consecuencia las empresas con el monto asignado por el Estado, con la complicidad de éste.
Todo esto es la consecuencia de una política por parte del gobierno “nacional y popular”, que ha reventado a los pequeños y medianos ganaderos, a los frigoríficos nacionales, favoreciendo a un grupo de terratenientes, frigoríficos exportadores y feedloteros. Esta política se expresa en la asociación que el gobierno tiene con algunos de estos grupos. Algo de lo que hablamos apareció en el otorgamiento de la cuota Hilton, donde tanto Magrib con JBS, ambos grupos brasileños, fueron “premiados” con la mayor cantidad de toneladas.
 

El problema visto desde la clase obrera
En el último período las empresas han descargado sobre las espaldas de los trabajadores la crisis de la carne. Se “lamentan” de la falta de materia prima, su baja rentabilidad, su capacidad ociosa, etc., etc. Pero nada dicen de las enormes diferencias que hicieron en el 2007, sequía mediante, cuando compraban vacas a 0,40 el kilo vivo y las vendían termoprocesadas a Europa a 16 dólares el kilo. Tampoco que los premios por producción de los trabajadores están congelados desde hace diez años. O lo que es más grave, en el caso del Swift, que cierra Venado Tuerto y pretende concentrar todo en la planta de Villa Gobernador Gálvez, haciendo un frigorífico de dos. Esto da como resultado la brutal y despiadada superexplotación de sus trabajadores, ya que dos hacen el trabajo de cinco. Para colmo en la última distribución de la cuota Hilton, el Swift fue “agraciado” por la nada despreciable suma de 2.730 tn a un promedio de 16.000 dólares por tonelada. Esto constituye un tercio mayor que la del año pasado y la décima parte del cupo general para frigoríficos. Aún así, dicen cínicamente, que si esto no les otorga la rentabilidad buscada, cerrarían también la planta de Gálvez.
En consecuencia ya se han producido 20.000 despidos y otros tantos en cierne, ante el silencio cómplice del Sindicato y la Federación de la Carne. Lo único que han hecho es convertirse en voceros de las patronales y “ofrecer” retiros voluntarios con la pretendida excusa de que hay que hacer una política de diálogo. Ese diálogo se ha convertido en tragedia para cientos de trabajadores en el último período. No obstante si alguno se rebela, han demostrado ser campeones en elaborar listas negras y en combinación con las empresas, se han producidos despidos de todos aquellos que pudieran ser un obstáculo para que ellos sigan perpetuados en sus sillones haciendo negocios.

 

¿Ante esto, qué hacer?
Todo esto ha producido un profundo odio en el seno de los obreros de la carne. Primero fue temor y desorientación ante la inacción de quienes deberían defenderlos. Luego se fue fortaleciendo una corriente de oposición y con ganas de pararle la mano a las patronales y decirle basta a las traiciones y entregas. Hay ganas de pelear. Hubo luchas, éstas fueron parciales, sectoriales, que expresaron la bronca por abajo. Pero que frente a una Federación que amaga tomar medidas, como por ejemplo en este momento el corte frente a Liniers, no lo hace ante uno de los principales frigoríficos del país, tal el caso del Swift. Se montan sobre las luchas para luego rápidamente entregarlas.
Por todo ello nos parece que habría que tomar en lo inmediato las siguientes medidas:
• Prohibición de las suspensiones y los despidos por 180 días.
• Pelear en las paritarias por un salario básico de $4.500. Que no chantajeen a los obreros con la idea de que ahora “hay que cuidar la fuente de trabajo”.
• Recuperar las 44 horas semanales y las 6 horas en las cámaras frías.
• Mejores condiciones de trabajo. Que bajen los ritmos y actualizar los premios a la producción. Reconocimiento a las frigorías.
• Defensa y promoción de la ganadería con centro en los pequeños ganaderos, en particular criadores como primer eslabón de la cadena.
• Defensa de los frigoríficos nacionales frente a los extranjeros.
• Defensa del mercado y el consumo interno. Con lo que ganan por cuota Hilton, pueden abaratar el precio de la carne.
• Eso va a permitir defender el empleo y el salario.