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08 de enero de 2014

La tan pronosticada, como negada por el gobierno kirchnerista, crisis energética que ya significa miles de millones de dólares anuales en importaciones de petróleo y gas, estalló con más fuerza este verano, implicando ya no sólo cortes en el suministro de electricidad para las industrias, como en veranos e inviernos anteriores, sino también a amplios sectores urbanos y rurales de la Capital Federal y la mayoría de las provincias.

La crisis energética golpea con fuerza

Por más que el gobierno kirchnerista la siga negando

 Las crecientes fisuras en la estructura energética argentina, que el gobierno kirchnerista ha venido negando sistemáticamente, han terminado manifestándose, como no podía ser de otra manera, en el colapso del sistema eléctrico. Los propios números oficiales lo muestran. No hay capacidad para atender la demanda. Los picos históricos en todo caso no son tales. La demanda récord es la que se pudo atender. ¿Cuánto más sería el consumo si se atendieran los cortes?

 Las crecientes fisuras en la estructura energética argentina, que el gobierno kirchnerista ha venido negando sistemáticamente, han terminado manifestándose, como no podía ser de otra manera, en el colapso del sistema eléctrico. Los propios números oficiales lo muestran. No hay capacidad para atender la demanda. Los picos históricos en todo caso no son tales. La demanda récord es la que se pudo atender. ¿Cuánto más sería el consumo si se atendieran los cortes?
   En verdad, la demanda no ha estado creciendo mucho. Pese a que el Indec “dibujó” para 2013 una “recuperación” del crecimiento de la economía de más del 5%, lo cierto es que el propio Indec muestra que en los once primeros meses de 2013, el consumo de electricidad sólo aumentó 2,6%. O la Argentina es un modelo de crecimiento que logra un aprovechamiento energético maravilloso o hay una nueva prueba de que el organismo público no sabe mentir. La evolución de la demanda eléctrica indica que la actividad económica está muy por debajo de la cifra dibujada por razones electorales que, además, obliga a pagar jugosos beneficios a tenedores de bonos: el famoso Cupón PBI que hay que pagar cuando el crecimiento supera el 3,2%, que este año significará 3.000 millones de dólares adicionales en pago de deuda en dólares. Entre esos beneficiarios, se ha sabido que también se encuentran algunos directivos del propio Indec.
 
La brecha en la generación
   Las grietas en la distribución de electricidad, que son también reales, han escondido la insuficiencia de la generación, que también puede llevar a los apagones, programados o no.
   La indisponibilidad de máquinas térmicas por fallas es altísima. Por meses no baja de 4.000 MW. El gobierno ha obligado a usar con combustible líquido de forma permanente generadores diseñados para hacerlo sólo ocasionalmente; no es raro que fallen bastante más seguido que hace una década.
   La central nuclear de Embalse no entrega toda su potencia y debe ser apagada para un mantenimiento. Julio De Vido visitó el 28 de diciembre la central Atucha II. Es la que se comenzó a construir en 1980, abandonada en los 90, reactivada por Néstor Kirchner y “puesta en marcha” en septiembre de 2011 por Cristina Kirchner, en un acto de campaña previo a los comicios de octubre de ese año. Más de dos años después de la “puesta en marcha” la central sigue sin generar nada y De Vido, junto a Capitanich, en medio de la catástrofe, habló desde sus instalaciones en el Día de los Inocentes. Ese día, hubo que usar 217 MW importados de Uruguay.
   En cuanto a la generación hidráulica por ahora los problemas son menores. Hay agua suficiente, aunque no todas las turbinas pueden funcionar todo el tiempo, siempre hay fallas u otras razones.
   De conjunto, el sistema no abastece lo necesario incluso cuando están cerrados la Administración Pública y los bancos y cuando grandes consumidores, como las automotrices, las aceiteras y las cementeras, están funcionando a media máquina.
 
Las fallas en la distribución
El titular del Ministerio de Planificación embistió contra Edenor y, sobre todo, contra Edesur.
   En Edesur el gobierno tiene un veedor desde julio de 2012. Lo designó primero por 45 días, pero le fue prorrogando la gestión. En agosto último se la extendió por 90 días más. Luis Barletta es, además, el vicepresidente del ente regulador, ENRE.
   En Edenor, el Estado tiene cinco directores, por las acciones que tenían las AFJP. Uno de ellos, Emmanuel Álvarez Agis, está allí desde 2012 y en noviembre asumió en el equipo de Axel Kicillof con el pomposo título de secretario de Política Económica y Programación del Desarrollo.
Esos representantes del Estado, ¿no sabían lo que pasaba, lo que hacían las empresas en las que supuestamente se desempeñan? Las propias empresas les avisaron lo que sucedía. Las instalaciones no alcanzan. La eficiencia de los equipos se reduce con las altas temperaturas y las fallas aumentan.
   Las dos compañías estuvieron haciendo cortes programados sin decirlo. Hasta que De Vido mostró que lo sabía. “Cuando las instalaciones están al ciento por ciento de la capacidad y se comienzan a calentar las desconectamos, evitamos la rotura, pero no todas las veces se llega a tiempo y eso no garantiza que cuando se vuelva a conectar no se repita la situación”, señalan. En muchos lugares no llegaron a tiempo.