El 9 de agosto de 2007 comenzó en los Estados Unidos la llamada “crisis de las hipotecas de alto riesgo”. Esta se extendió rápidamente al sector financiero yanqui y de otros países, europeos, asiáticos, africanos y americanos. En la actualidad, luego de varios “días negros” de las bolsas en el mundo, ya muchos economistas, analistas y protagonistas de la política mundial aceptan, como acaba de decir el empresario, húngaro-americano George Soros, que la actual crisis financiera es “mucho peor que cualquier otra registrada desde la Segunda Guerra Mundial” (La Nación, 23/1/08). O como dijo Hillary Clinton: “los Estados Unidos se encaminan a una profunda y larga recesión… estamos ante una crisis económica global” (Ámbito Financiero, 23/1/08).
Cuando hablamos de crisis lo hacemos desde nuestra concepción marxista. Hablamos de crisis cíclica y no de “crisis general” del capitalismo, como hacen algunos o “sacudones” de la economía, como dicen otros. Esta crisis arrancó en el centro del sistema (a diferencia del “tequila”, la del sudeste asiático, la rusa o la brasileña de fines de los ‘90) y por lo tanto, más tarde o más temprano, se va a extender a todo el sistema. Va a ser, con seguridad, profunda y prolongada. Como se acaba de decir en la reunión de Davos “nadie ha visto todavía el fondo del barril” y traerá, seguramente, un “retroceso significativo de los mercados” y consecuencias que “modificarán seriamente la economía mundial”.
El desarrollo de la crisis produjo el derrumbe de las bolsas mundiales, la crisis de grandes bancos, y aseguradoras y arrastró a la baja a los precios de los metales, los granos y la energía en los EE.UU. y el resto del mundo. La mayoría de los pronósticos financieros acuerdan que la economía norteamericana “entrará en recesión” (como llaman los economistas burgueses a la crisis). Los intentos de los Estados Unidos de frenar la crisis metiendo más dólares en el mercado y reduciendo las tasas de interés, han agravado el debilitamiento estructural del dólar (por los enormes déficit fiscal, comercial y financiero externo de los yanquis) y han alimentado la inflación a escala internacional. Frente a esto “lo que los gobiernos pueden hacer es tratar de atemperar sus efectos sobre los capitalistas, prolongándolas en el tiempo y descargándola sobre sus trabajadores y sobre otros países cuando son potencias imperialistas, como es el caso de los Estados Unidos” (hoy, Los manotazos de Bush, Nº 1200, 23/1/08). El desarrollo de la crisis, una típica crisis capitalista de sobreproducción relativa, va a agudizar los sufrimientos de las masas trabajadoras y la opresión nacional de los países dependientes del imperialismo.
Somos más dependientes
Con el estallido de la crisis, cada estado imperialista tomó medidas –como las del gobierno norteamericano– para defender los intereses de sus monopolios y demostró la falsedad de las tesis de los “globalizadores” sobre la inutilidad de los Estados nacionales en el mundo actual. Se ha comprobado el desarrollo desigual y a saltos del capitalismo mundial, donde grandes monopolios chinos y rusos han pasado a los primeros lugares entre los grupos que dominan el petróleo, el gas, las finanzas, etc., generando una gran inestabilidad económica y política que ahora se agravará con la crisis.
En nuestro país, tratando de no hablar de la crisis para evitar el pánico, los medios de difusión, bajo la presión del gobierno, pasan durante todo el día las noticias policiales y tonterías “cholulas”. Por otro lado, se machaca la idea que los precios de los granos y de otras exportaciones argentinas están a salvo. Lo mismo dijeron cuando la crisis del “tequila” en 1995 y en la crisis del 2001. Desde ya que la Argentina del 2008 tiene una situación diferente a la del 2000 pero ¿qué harán los grandes fondos de inversión que en los últimos años, luego de la caída del Muro de Berlín, en medio de la generalizada borrachera especulativa, acentuaron su participación en los mercados a futuro de los granos, el petróleo, etc.? ¿Qué sucederá con las burbujas especulativas infladas en China, nuestro gran comprador de soja y sus derivados, cuyas bolsas, al igual que las de la India, sufrieron golpes tremendos en el 2007? ¿Cómo soportarán China y la India, con sus economías orientadas principalmente a la exportación, el cierre de los mercados de los grandes países capitalistas? Creer que una economía de exportación totalmente controlada por monopolios imperialistas extranjeros y donde reina soberano el latifundio, como lo es la economía argentina, podrá escapar indemne de esto, es pura utopía. China no depende de la Argentina para alimentarse, pero Argentina sí depende de China (y la India y Europa, en parte) para sobrevivir.
Esto se entrelaza con la gravísima situación creada en el Medio Oriente por el empantanamiento del imperialismo anglo-yanqui en las guerras en Irak y Afganistán, las provocaciones del imperialismo anglo-yanqui y el gobierno sionista de Israel contra Irán y la agresión del gobierno fascista de Israel contra el pueblo palestino, el Líbano y Siria. Desde 1945 en adelante los EE.UU. enfrentaron las crisis recurriendo a la guerra. ¿Qué harán ahora? Simultáneamente Rusia vuelve a ser una potencia activa en la política internacional, jugando cada día con mayor independencia de los dictados de los Estados Unidos, y crece el peso internacional de China y de la India. El siglo 21 ha comenzado con tormentas que auguran guerras y revoluciones.
Todo esto demuestra que la época actual, la del llamado “mundo globalizado” sigue siendo la época del imperialismo, “época de guerras y revoluciones”, como planteó Lenin.
02 de octubre de 2010