Agobiados por las deudas y con las empresas en quiebra o al borde, se calcula que desde abril 25 empresarios se suicidaron y casi 100 huyeron de Wenzhou (20 sólo durante setiembre).
Muchas PyMEs de esta ciudad no pueden devolver sus préstamos, en su mayoría obtenidos en “cuevas”, “mesas de dinero” y bancos clandestinos. Se dice que si el gobierno no interviene, el 40% de esas empresas podrían cerrar a fin de año.
Agobiados por las deudas y con las empresas en quiebra o al borde, se calcula que desde abril 25 empresarios se suicidaron y casi 100 huyeron de Wenzhou (20 sólo durante setiembre).
Muchas PyMEs de esta ciudad no pueden devolver sus préstamos, en su mayoría obtenidos en “cuevas”, “mesas de dinero” y bancos clandestinos. Se dice que si el gobierno no interviene, el 40% de esas empresas podrían cerrar a fin de año.
En la crisis, producir no es negocio
Estallada a fines de 2008 la actual crisis económica mundial que golpeó primero a Estados Unidos y después a Europa, para evitar el “contagio” el gobierno chino implementó un “paquete de estímulo” de 700.000 millones de dólares para mantener la economía en marcha (especialmente en las áreas exportadoras del sur de China) potenciando el crédito a las empresas y la realización de obras públicas.
Los empresarios de Wenzhou -y de muchos otros lugares- se lanzaron entonces a obtener créditos y a hacer grandes inversiones. Lo mismo hicieron los gobiernos locales (incluidos los de muchas aldeas) haciendo enormes negociados con la puesta en marcha de proyectos faraónicos, desde puentes hasta edificios en altura.
La economía se “recalentó” y se desató una imparable inflación. La construcción desenfrenada infló hasta el límite la burbuja del sector inmobiliario. Ciudades enteras se alzaron en pocos meses para quedar absolutamente vacías.
Para frenar la inflación y la burbuja inmobiliaria, los capos de la burguesía monopolista china en Beijing pusieron límites al crédito.
Desde fines de 2010, por lo tanto, los empresarios de Wenzhou no consiguen financiación, y como consecuencia los dueños de las PyMEs de la ciudad se vieron obligados a buscar fuentes de financiamiento “alternativas”, aunque pagando intereses aún mayores que los oficiales. Fue la gran oportunidad para el negocio especulativo de toda clase de “instituciones” -individuos a título personal pero también fondos de empresas públicas y privadas-, clandestinas en la letra pero legales en los hechos ya que desde hace décadas son utilizadas en Wenzhou y muchas otras ciudades de China.
Pero las altas tasas de interés de los créditos, sumado al bajón en la demanda de Estados Unidos y Europa y al aumento de los costos empresariales por la revaluación del yuan respecto al dólar y por los aumentos de salarios que los obreros de las zonas industriales empezaron a arrancar con las grandes luchas del año pasado, bajaron las ganancias de las empresas, que ya no pudieron pagar sus créditos. Las empresas entraron en quiebra; muchos empresarios se suicidaron o huyeron.
El joven capitalismo chino ya es viejo
Las olas de la crisis económica mundial golpean ya a las puertas del imperialismo chino.
El frenazo económico internacional volcó a miles de empresarios, jefes de monopolios y funcionarios estatales a pasarse masivamente a otros medios de “inversión” más rápidos y rentables. Se generalizó la especulación desenfrenada: muchos se volcaron al sector inmobiliario, o a la bolsa, o a los préstamos “clandestinos” a través de financieras y bancos “truchos”, que llenaron el vacío creado por las restricciones gubernamentales al crédito bancario implementadas para frenar la inflación.
Hasta hace poco Wenzhou (y también la provincia a la que pertenece, Zhejiang) eran puestos como ejemplo del éxito del “modelo chino”.
Pero ahora la principal preocupación del gobierno es que la crisis de Wenzhou pueda ser el prólogo de mayores problemas para el gigantesco sector bancario chino, y extenderse a otras regiones donde los créditos “no legales” están extendidos y conectados con los de Wenzhou, como Jiangsu, Fujian, Henan o Mongolia Interior. En julio, el jefe de la famosa fábrica de juguetes Suyi, de la ciudad industrial de Dongguan, “desapareció” dejando un tendal de deudas de salarios a sus trabajadores y de facturas impagas a sus proveedores.
Con el paquete de estímulo y la subsiguiente ola de préstamos y créditos, el endeudamiento público de las ciudades y aldeas se infló de manera brutal. Según un reciente informe del Fondo Monetario Internacional los préstamos nacionales hasta fines de junio, incluyendo los de los bancos, equivalían al 173% del gigantesco Producto Interno Bruto de China.