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16 de junio de 2011

El avión de la economía norteamericana ratea sin poder despegar, mientras Europa se tambalea por el lastre de la deuda pública.

La crisis sigue presente

Hoy 1373 / Mermas en la contratación de personal y en la producción en Estados Unidos

Tras el año de drástica caída de la economía norteamericana, desde mediados de 2008 a mediados de 2009, la producción industrial comenzó a recuperarse levemente gracias a una extraordinaria inyección de dinero al mercado, a costa de un mayor endeudamiento público. Lo mismo ocurrió en los países imperialistas de Europa, Rusia, China y Japón.

Tras el año de drástica caída de la economía norteamericana, desde mediados de 2008 a mediados de 2009, la producción industrial comenzó a recuperarse levemente gracias a una extraordinaria inyección de dinero al mercado, a costa de un mayor endeudamiento público. Lo mismo ocurrió en los países imperialistas de Europa, Rusia, China y Japón.
Sin embargo, a diferencia de todas las crisis posteriores a la Segunda Guerra Mundial y de una manera semejante a la de la anterior Gran Crisis de 1930, esta recuperación no ha podido alcanzar un ritmo que implique un nuevo despegue de la economía. Y, en el caso de Europa, se hizo presente rápidamente la crisis de endeudamiento de los Estados. En tanto Japón y Australia sufren una nueva y más profunda recaída, aunque en estos casos gatillada por factores extraeconómicos (el terremoto y tsunami, en Japón; las inundaciones, en Australia).
Todo esto ha repercutido en las posibilidades de una recuperación rápida de la economía mundial en general, y de la norteamericana en particular, pese a que todavía el imperialismo norteamericano puede descargar su crisis sobre el resto del mundo inundándolo de dólares. Aunque también el endeudamiento de Estados Unidos está encontrando límites tanto internos como internacionales: prácticamente bordea a un equivalente al 100% de su PIB (14 millones de millones de dólares).
Pese a la devaluación relativa del dólar, los Estados Unidos no han podido recuperar sus exportaciones a los niveles previos (particularmente por la limitación de los mercados en Europa, Japón y Australia). Pero lo que es lo principal, dado que su producción depende principalmente de su mercado interno, es que pese a las inyecciones monetarias el mismo sigue deprimido. Por un lado, el sector inmobiliario que es donde se originó esta crisis en 2007, sigue en baja mes tras mes con todo lo que eso implica en materia de ocupación y de restricción a las inversiones y al consumo de las familias. Por otro lado, la anémica recuperación de la industria, sobre la base de una mayor explotación obrera sin mayor ocupación, hace que la desocupación se mantenga en torno al 10% de la población económicamente activa (unas 14 millones de personas), con disminución de las horas trabajadas y precarización laboral de los ocupados.
La continua merma en el sector de bienes raíces residenciales y la persistencia de la desocupación, hacen que se mantenga deprimida la demanda interna, tanto para el consumo de las familias como para la inversión de las empresas, por lo que la parcial recuperación del sector fabril en lugar de acelerarse (como en los ciclos de las crisis anteriores), viene sufriendo una fuerte desaceleración desde comienzos de 2011, anotándose en mayo de este año “su mayor caída mensual desde 1984 conforme las compañías frenaron la contratación de personal y la producción.” (“El deterioro de la economía de Estados Unidos asusta a los mercados”, Wall Street Journal, 2 de junio de 2011).

Nuevo hundimiento de la economía estadounidense
La situación de la economía yanqui vuelve a asemejarse a la de mediados de 2010, cuando la anémica recuperación se estancaba y la Reserva Federal comenzó una segunda ronda de relajamiento cuantitativo de su moneda inyectando al mercado otros 600.000 millones de dólares en un programa que termina este mes de junio. Lo que ahora está en cuestión es si la Reserva Federal va a estar en condiciones de realizar una tercera ronda de relajación monetaria, cuando el gobierno de Obama no ha conseguido autorización del Congreso para seguir aumentando su exorbitante endeudamiento. Y la condición para ello es una reducción proporcional del gasto público, como la que el FMI y el Banco Central Europeo están obligando a los países más afectados por la crisis en la región europea; con lo que el resultado puede ser no ya “un frenazo temporal”, sino un nuevo hundimiento de la economía estadounidense, y con ella de la economía mundial.
Las dificultades para salir de esta crisis por parte de la economía estadounidense le coloca límites objetivos al crecimiento de su endeudamiento no sólo en lo interno sino también a nivel internacional, con las advertencias del caso de las potencias imperialistas rivales que son sus principales acreedoras, en particular China cuyas tenencias de reservas superan los tres billones (millones de millones) de dólares (más de un billón sólo en bonos del Tesoro estadounidense), seguida de Japón, Alemania e Inglaterra, también afectadas por la crisis de endeudamiento que lastra a Europa.