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05 de octubre de 2020

La cuestión de la deuda externa

Benito Carlos Aramayo dio una charla virtual el 1 de octubre “Deuda externa, Crisis y Salida popular” invitado por el PCR de Tucumán. La misma fue tomada en forma escrita por el diario El Pregón de Jujuy, quien la publicará por su extensión en tres partes. Hoy publicamos la primera parte.

En la historia argentina la cuestión de la deuda externa es sinónimo de dependencia y dominación imperialista, el sometimiento de la Argentina al capital financiero internacional es cada vez más humillante y gravoso. Desde fines del siglo 19 las clases dominantes argentinas tienen vocación de «honrar la deuda externa», es decir pagar a como dé lugar, más pagamos, más debemos. El gobierno considera lo hecho como un «buen acuerdo», en la realidad permite ganar tiempo. Lo correcto desde un punto de vista nacional hubiese sido suspender el pago e investigar la deuda, a los fines de separar la parte legítima, que debería ser pagada, siempre privilegiando en primer lugar la deuda social, lo ilegítimo y fraudulento debe ser repudiada como corresponde a un país soberano.

Dijo Avellaneda en 1877, cuando era Presidente, sobre la deuda externa de ese entonces: «hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros», el total de la población argentina era de 2 millones. Solo hubo dos momentos de nuestra historia donde no hubo endeudamiento externo y tuvimos soberanía e independencia, fue durante el primer gobierno del General Perón, entre 1946 y 1955, y luego de nuevo él y su viuda, María Estela Martínez de Perón en 1974-1976. Desde esta cuestión general podemos abordar lo que hoy se hace de manera particular con el tema. La pandemia generalizada en el mundo a comienzos de este año 2020, había creado una situación excepcional y era la oportunidad política de plantarse y decir: podemos arreglar la deuda cuando se supere la pandemia, no se hizo y comenzó el proceso de sucesivas propuestas, finalmente se arregló.

El presidente Alberto Fernández, al inaugurar las sesiones de este año el 1º de marzo dijo: «todos hemos visto impávidos cómo los dólares que deberían haber financiado el desarrollo productivo acabaron fugándose del sistema financiero, llevándose los recursos y dejándonos la carga de la deuda, esas prácticas son absolutamente reñidas con cualquier idea de progreso. Es la especulación más dañina que puede enfrentar una sociedad: endeudarse solo para el beneficio de los especuladores y del prestamista. Debemos saber lo que pasó, quiénes permitieron que ello suceda y quienes se beneficiaron con esas prácticas, necesitamos no hacernos los distraídos ante lo ocurrido, porque el riesgo que acarrea tal distracción es la concreción de un daño inmenso que deberían soportar varias generaciones de argentinos. Nunca más a un endeudamiento insostenible, nunca más a decisiones que se toman con ínfulas tecnocráticas de la noche a la mañana, y de espaldas al pueblo, nunca más a la puerta giratoria de dólares que ingresan por el endeudamiento y se fugan dejando tierra arrasada a su paso.» Diagnóstico correcto, lo que pasó es que luego no se actuó en consecuencia y empezó la negociación con los acreedores.

Coincido con Alejando Olmos Gaona, Héctor Giuliano y Javier Llorens que caracterizaron el acuerdo como un error grave y dicen que lo que se llama «forcejeo» en realidad es aceptar los condicionamientos de los usureros del capital financiero internacional. Los mencionados patriotas en carta al Presidente le enviaron un informe de evaluación de las deplorables consecuencias financieras, jurídicas y políticas del acuerdo, y recuerdan que Joseph Stiglitz, había publicado una nota titulada «Cómo evitar la crisis de la deuda soberana», donde plantea que los gobiernos deben apelar a «las doctrinas de necesidad y «fuerza mayor» para imponer una moratoria integral de vencimientos.»

Por el acuerdo el importe neto a pagar será de 194,5 mil millones de dólares hasta el año 2041 y representa un pago promedio anual del orden de los 10 mil millones anuales, la magnitud en pesos con el «dólar solidario» representa una cifra de un billón de pesos anuales, cercana al monto de lo emitido para enfrentar la pandemia.

Además se arregló hasta la deuda a 100 años que contrajo Macri, por lo que el vencimiento de los pagos termina en el año 2117. La deuda acordada con la ley extranjera se cerró en 68.800 millones de dólares, el acuerdo permite en los primeros años 2020 – 2024 despejar vencimientos: entre 2020 y 2024 vencían 63.664 millones de dólares de capital e intereses y ahora se pagarán en ese período 6.616 millones de dólares.

Cuando se conoció el acuerdo el 4 de agosto pasado recurrí a parrafear un dicho popular: «dime quienes festejan este acuerdo y te diré quienes se perjudican». Apoyaron y festejaron lo que algunos denominan «propuesta de pago sustentable con el necesario crecimiento de la economía», desde la actual gerente del FMI, Kristalina Georgieva hasta el Papa Francisco y varios presidentes de Europa. En lo interno festejó obviamente el gobierno, la Sociedad Rural, la UIA, los exportadores, las Bolsas, los medios hegemónicos (que ahora están furiosos porque el gobierno congeló las tarifas de teléfonos, internet y cables), periodistas con lista de precio en el bolsillo, Caputo, Lacunza del equipo de Macri, Prat Gay, Stursenegger, etc.

Algunos análisis defienden lo que se hizo con el argumento de que el valor presente de los bonos fue inferior a las pretensiones de sus tenedores, al respecto hay que decir que está probado que los bonistas más beligerantes en el mes de mayo ya aceptaban entre 60 y 55 dólares por cada 100 dólares por el valor presente, monto que finalmente terminaron recibiendo, el propio FMI había puesto como límite sustentable 50 dólares, nunca plantearon, al menos seriamente, hasta donde se conoce 92 dólares como valor presente, no hay registro documental de esta pretensión. También se dice «hay que profundizar la investigación», hasta hoy no hay ninguna investigación en curso, Claudio Lozano manifestó que intentó comenzar una investigación y fue rechazada desde el gobierno. Para pagar la deuda ahora y a partir del año 2024 el gobierno apuesta a una supuesta salida exportadora para tener dólares suficientes, lo que está supeditado a que milagrosamente se inicie un nuevo ciclo ascendente de precios de commodities, como el que tuvo el kirchnerismo entre los años 2003-2012. El acuerdo con los bonistas bajo ley argentina se arregló en las mismas condiciones que con los acreedores con ley extranjera, lo que representa la suma de 42.000 millones de dólares y en pesos 58 mil millones, cuyos vencimientos serán entre los años 2035 y 2041. Ahora viene la negociación con el FMI por la deuda contraída por Macri por 44 mil millones de dólares, veremos qué se hace, según el Banco de América el arreglo con el FMI «estará sujeto no solo a condicionalidades sobre metas y objetivos sino también a reformas en el sistema de seguridad social, mercado laboral y funcionamiento de los subsidios».