Estrenada hace un tiempo, La culpa es de Fidel, coproducción ítalo-francesa de la directora Julie Gavras, se da actualmente en pocos cines pero circula en muchos DVD truchos. Está basada en una novela de Domitilla Calamai, y probablemente tiene muchos elementos autobiográficos: la directora es hija del griego Constantino Costa Gavras, autor desde hace años de un cine social y políticamente comprometido.
La acción del film transcurre en los años 70. Una joven pareja, ella francesa, él español, con dos hijos pequeños y con padres terratenientes en ambos casos, decide cambiar de vida, impulsada por el auge de lucha de entonces. Un hecho obra como detonante: la muerte de un cuñado en la resistencia española contra Franco. Hacen un viaje a Chile y entran en contacto con partidarios de Salvador Allende, empezando a trabajar para su causa cuando regresan a Francia.
El, Fernando, dejará su estudio de abogado; ella, Marie, se enrolará en la lucha por la despenalización del aborto. Se mudarán de la mansión en que vivían a un modesto departamento, la casa se llenará de “barbudos”, cambiarán de niñera. Estas y otras vicisitudes familiares se verán, con más humor que drama, a través de Anna, la hija de 9 años, que, conservadora como cualquier niño, resistirá los cambios (y añorará las comodidades perdidas). El rol de los abuelos, la relación con los otros niños, la educación, la sexualidad y la religión, pondrán de manifiesto dos visiones del mundo en conflicto. La contradicción también aparecerá en las propias concepciones abrazadas ahora por los padres de Anna. Los niños, convertidos en hijos de militantes, gozarán de todas las ventajas y desventajas de esa condición.
Anna irá modificando sus puntos de vista, a medida que va descubriendo y comprendiendo el mundo, tarea en la que tiene un rol especial la confianza de su mamá en ella.
El film es entretenido y tiene dos personajes enternecedores: Anna y su hermano menor. Muestra los conflictos dentro de una familia de origen en la alta burguesía, cuyos cambios tiene sus límites: su adhesión (pese al nombre del film) no tiene como ejemplo la lucha armada del Che y la Revolución Cubana, sino el proceso electoral chileno. Cuando el compromiso tiene mayores implicancias personales (como la firma pública de la mujer a favor del aborto), la contradicción se manifestará en dura discusión.
Y la película muestra, también, muchos de los valores consagrados por los famosos 70: el tratamiento respetuoso de la infancia por los adultos, concebida como una etapa de aprendizaje, que no se debe reprimir sino ayudar a desarrollar en libertad. El lugar de las mujeres y su carácter de avanzada en la batalla por transformar el mundo; la solidaridad de género. Y la posibilidad de que, motorizados por el auge, muchos jóvenes nacidos en el seno de las clases que detentan el poder, sean ganados para apoyar las luchas de los que quieren cambiarlo.
02 de octubre de 2010