Los límites de la llamada “democracia representativa” argentina están resumidos en el artículo 22 de la Constitución Nacional que dice: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta constitución”.
Diferenciamos bien a una dictadura militar de una democracia constitucional, pero estamos en contra de esta falsa democracia. Esta, además, obliga a elegir a esos “representantes” como candidatos de partidos regidos por un estatuto que conserva el sello de artículos que impuso la dictadura del 76 como condición para dejar el gobierno, al igual que la llamada “ley de defensa de la democracia”.
Este Estatuto acaba de ser “mejorado” por una ley de “reforma política” destinada a impedir la organización de los llamados “partidos pequeños” que permite votar en internas de partidos a ciudadanos que no comparten su programa e ideales.
A todo esto hay que agregarle la novedad kirchnerista de los candidatos “referenciales”, aplicada en las últimas elecciones. Por la que la mitad de los electos en la provincia de Buenos Aires el 28 de junio último no asumirá sus bancas. Y “mejorado”, aún más, con la práctica cada día más en uso de “borocotizar” representantes de otros partidos, ahora concretada con el gobernador electo de Corrientes, Ricardo Colombi.
El pueblo en las calles, deliberando e imponiendo, como en el 2001, sus reclamos, demuestra todos los días que rechaza esta falsa “democracia representativa” y se va inclinando por la práctica de la “democracia directa”.
02 de octubre de 2010