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02 de octubre de 2010

La distancia que va de un Kirchner a un Correa

Hoy 1246 / Ecuador denuncia la deuda ilegItima y suspende pagos

El presidente ecuatoriano Rafael Correa anunció que declarará "ilegal" e "ilegítima" una parte sustancial de la deuda externa del país y suspenderá los pagos.
Correa tomó la decisión en base al informe de una comisión internacional de peritos que realizó una auditoría integral de la deuda externa. De la Comisión para la Auditoría Integral del Crédito Público (CAIC), creada por Correa apenas asumió la presidencia, forman parte varios expertos argentinos, entre ellos Alejandro Olmos Gaona y Miguel Espeche Gil.
Según Correa, "Ecuador buscará la forma de no pagar la deuda que considera ilegítima". En medio de la actual crisis internacional, el gobierno ecuatoriano no sólo ya canceló algunos pagos sino que anunció que enjuiciaría ante los tribunales del país a todos los funcionarios de anteriores gobiernos que participaron en la contratación y en las renegociaciones de la deuda, considerados corresponsables del endeudamiento, sobre todo en los casos en que actuaban en la doble función de representantes del gobierno y empleados de la propia banca acreedora. "Cada cual tendrá que asumir su responsabilidad y pagar con sus bienes lo que corresponda", advirtió.
Los métodos del endeudamiento ecuatoriano en los años ’80 y ’90 fueron casi un calco de los de la dictadura, el alfonsinismo y el menemismo en la Argentina, develados en la famosa investigación de Alejandro Olmos y el posterior fallo del juez Jorge Ballesteros que el Congreso y los gobiernos argentinos, haciéndose cómplices de los endeudadores, "cajonearon" hasta el día de hoy.
A fines de 2005 Néstor Kirchner pagó con reservas 10.000 millones de dólares al FMI sin el menor cuestionamiento a esa gran estafa contra el pueblo y la Nación argentinos.
Por su parte, Cristina Fernández anunció hace pocos meses, en iguales condiciones y aplaudida con fervor por los "capitanes" de la industria y de los bancos, el pago de otros 7.000 millones al Club de París, que sólo se "frustró" por lo grosero que hubiera sido efectivizarlo en medio del estallido de la crisis financiera mundial.