En un momento en que la política del gobierno nacional –y la de Macri- condenan a la falta de educación a miles de pibes de las barriadas populares, la CCC y el PCR de la Zona Norte de la Capital Federal se pusieron al hombro la construcción de un Jardín Maternal, a metros del Asentamiento La Carbonilla. De allí vienen la mayoría de los 180 chicos –de 1 a 4 años- que reciben educación, atención, comida, y mucho cariño, por parte del plantel de docentes, trabajadoras y trabajadores de la Cooperativa Para Seguir Luchando, que han tenido a cargo la construcción del Jardín, sobre la base de una vieja fábrica, y hoy hacen el mantenimiento y preparan el desayuno, almuerzo y merienda que reciben los chicos todos los días.
Gran cantidad de compañeros y amigos se hicieron presentes en la inauguración, que eran llevados a recorrer las instalaciones del jardín, con tremendo orgullo por parte de los compañeros.
Como destacó Julia Rosales, la secretaria del PCR de la zona, tras dar la bienvenida a los presentes, mencionando al comunero de la Comuna 15, compañeros de las distintas CTA territoriales, de la recuperada Arrufat, y de los distintos barrios: “este jardín es producto del esfuerzo, en primer lugar de los compañeros que todos los días ganamos las calles para hacernos escuchar, conseguir un trabajo y que se respeten nuestros derechos”. Rosales agradeció a todos los compañeros que hicieron posible el CPI (cooperativistas, docentes, coordinadores, arquitectos) y contó que el Jardín lleva el nombre de una compañera, Patricia, “que estuvo desde el primer momento pero se nos fue antes de concretarlo”. Julia afirmó también que “El Estado debe hacerse cargo de la educación de los chicos, y es nuestro compromiso hacer que lo cumplan”.
Luego Julia Rosales leyó una carta del secretario general del PCR, que no pudo estar presente. Vargas planteó entre otras cosas que “En un país que produce alimentos para 400 millones de personas 1 de cada 5 niños pasa hambre. Para cambiar esta Argentina, es un triunfo importante haber conquistado un lugar para que muchos hijos y nietos del pueblo se alimenten, jueguen, y se formen como buenas personas, como decía la compañera Patricia”. Agregó el secretario del PCR que es un triunfo este jardín frente a “las mafias asociadas a quienes gobiernan que condenan a nuestros hijos y nietos a la droga, el trabajo esclavo, o los secuestran y venden en la trata”.
De sombría fábrica abandonada a luminosa escuela
Gisella, directora del CPI, nos contaba que estos Centros han sido creados por el gobierno de la Ciudad, con participación de ONG y organizaciones sociales “ante la falta de vacantes”, y que dependen de Desarrollo Social. Mientras nos mostraba las siete salas (3 de 1, dos de 2, y las de 3 y 4 años, todas con piso de goma eva para que los chicos no se lastimen), la cocina y las oficinas, nos contaba que tienen dos docentes por sala, las compañeras de la cocina y limpieza, y el equipo técnico (trabajadora social, psicomotricista y psicopedagoga), y que cubren jornada completa. “Tenemos las puertas abiertas y muy buena relación con los papás, que participan cada vez más”.
Mientras salían constantemente de la cocina ricas pizzas y empanadas para atender a los compañeros de distintas zonas de la CCC de la Capital Federal y Gran Buenos Aires, miembros del Comité Central del PCR, aliados, amigos y vecinos presentes, le tocó el turno de hablar a Gisella y Cristina, directora y coordinadora del CPI respectivamente. La directora agradeció a los arquitectos y a los obreros que realizaron la obra, contando que abrieron el CPI el 21 de abril. “Todos los que estamos acá estamos convencidos que la educación es un derecho, y como el Estado no se hace cargo lo hacemos nosotros, convencidos que los chicos merecen recibir educación”.
Luego, Cristina Ranieri historió el trabajo de 4 meses para construir el Jardín, que transformó una sombría fábrica en una hermosa escuela. Contó de las polémicas con el gobierno de la Ciudad, que para paliar la falta de vacantes hizo las “aulas containers”, afirmando que con el dinero que salió una de estas “aulas”, la Cooperativa construyó una escuela. Explicó Cristina que “no somos fabulosos, sino personas comunes que nos comprometimos con el proyecto, que hicimos las cosas bien, seriamente, y con una línea justa. Porque no cualquier sacrificio produce esto… Este jardín se ganó en la calle, peleando. Esta cooperativa, así como peleó cada puesto de trabajo, peleó este Jardín”. La coordinadora dijo que no era casual la fecha elegida para la inauguración, en la víspera del 25 de Mayo, por la significación de festejar la primera independencia, porque creemos que ese 25 fue la primera revolución, y nosotros sabemos que para resolver los problemas de la gente tenemos que ir a una segunda revolución”.
Integrantes de “Arquitectos de a pie”, a cargo de las refacciones del lugar, contaron algunas de las características del trabajo, mostrando las distintas etapas, y la alegría por participar de un proyecto que tiene antecedentes en el CPI que ya existe en Barracas, y que se va a continuar con otro en la Villa 31 de Retiro, que están peleando. Reafirmaron la continuidad de la pelea en conjunto con los compañeros, en las calles, y la importancia de proyectos como éste para mostrar un modelo de profesional distinto al que enseñan en las facultades de Arquitectura, profesionales al servicio del pueblo, como pelean cientos de estudiantes y arquitectos en todo el país.
La jornada cerró con baile y amenas charlas, con la alegría de haber concretado un objetivo largamente peleado, y ya pensando en los nuevos desafíos, porque como dijo Julia Rosales, “La felicidad, siempre, siempre, está en la lucha”.