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12 de octubre de 2016

Juan Viroche era un cura que ejercía el sacerdocio en La Florida, un pueblo del este de la provincia de Tucumán cerca de Wenceslao Posse y Delfin Gallo. En estas poblaciones desplegaba su tarea pastoral preocupado hace un tiempo por el avance de la droga y por la inseguridad.

La extraña muerte del padre Juan Viroche

Un cura que denunciaba a los narcos

Por sus reiteradas denuncias públicas contra los narcos de la zona comenzó a recibir amenazas que se repitieron cuando el cura hizo una denuncia relacionada con los derechos humanos. En procesiones y misas en la calle, el padre Juan reiteraba sus acusaciones a los narcos de la zona y su preocupación por el estrago que está causando en los jóvenes el creciente avance del consumo de paco.

Por sus reiteradas denuncias públicas contra los narcos de la zona comenzó a recibir amenazas que se repitieron cuando el cura hizo una denuncia relacionada con los derechos humanos. En procesiones y misas en la calle, el padre Juan reiteraba sus acusaciones a los narcos de la zona y su preocupación por el estrago que está causando en los jóvenes el creciente avance del consumo de paco.
El miércoles 5 de octubre a la mañana es encontrado el clérigo ahorcado dentro de la iglesia en La Florida. Rápidamente se dieron cita en el lugar la justicia que envió al fiscal Diego López Ávila y la cúpula de la iglesia con el arzobispo Alfredo Zecca a la cabeza.
A la tarde rápidamente el fiscal declaró que a través de los informes periciales, él creía que el cura se había suicidado y esa misma tarde rápidamente corrió la versión de que una joven habló con el fiscal de su supuesta relación amorosa con el religioso y que sabía que había otra mujer, embarazada, en la vida del sacerdote. Se ponía en marcha algo así como un protocolo mafioso, donde primero se afirma que no fue un crimen para luego hacer aparecer la versión que justificaría el suicidio, secundarizando las amenazas al párroco por sus denuncias.
También el abogado de la curia declaró que hay que dejar a la justicia que investigue, pero que todo indicaba que era un suicidio, coincidiendo con esto el abogado que puso la familia del cura muerto.
Juan Viroche se volvió una persona muy molesta para los narcos, el gobierno y la policía. El decía a quien quisiera escuchar lo que en esa zona conocen todos: que en Wenceslao Posse hay una cocina donde fabrican paco; es archiconocido que en varias gomerías de la zona –abiertas las 24 horas– venden ese paco, también se conoce que ante la carencia de trabajo muchos changos se enganchan en la venta de estas sustancias toxicas. Que la policía y el poder político protegen a los narcos, también se sabe.
Por eso miles de vecinos de esos lugares están convencidos que al padre lo mataron los narcos y por eso abuchearon masivamente al arzobispo Zecca, por su actitud pusilánime frente a las amenazas a Juan Viroche y frente a las ligeras conclusiones de la justicia afirmando que fue un suicidio en base a los peritajes de la corrupta policía.
Hoy circula un audio que el padre Viroche le mandó a otro cura días antes de morir donde quedan claras las amenazas incluso a sus familiares y la connivencia entre la justicia, la policía y el poder político.
Una multitud acompañó al padre Juan Viroche hasta el cementerio de Cevil Pozo y el mismo jueves se realizo una multitudinaria marcha en Plaza Independencia donde se marcó claramente que el padre no se suicidó, que lo mataron los narcos a los que el gobierno les da protección.