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02 de octubre de 2010

Entrevista al Dr. Pedro Zamparolo, director de la Unidad Sanitaria de Oro Verde (Virrey del Pino) y secretario General de la Asociación de Profesionales de la Salud de La Matanza.

La gripe A en La Matanza

Hoy 1278 / Condiciones de vida y salud

—¿Cómo estamos en relación a la gripe A en La Matanza?
—Es una situación difícil, reflejo de lo que pasa a nivel nacional. Como se ha demostrado, el sistema de salud está colapsado, es lo que venimos diciendo desde hace años. La crisis en la salud se demuestra con los hechos, primero con el dengue, ahora con la pandemia de la gripe A. Es producto de las políticas que implementa el gobierno. Están cosechando lo que sembraron: desfinanciación del presupuesto y los programas de salud, mucha gente en negro, contratados, con precarización laboral, con equipos de trabajadores que cargaron sobre sus hombros la epidemia y están fundidos, siempre corriendo, con gran esfuerzo de los médicos, enfermeras, personal de mantenimiento, administrativos y servicios con muchos enfermos.
Actualmente bajó la concurrencia a los centros de salud, porque parece que la curva desciende. Estamos en una meseta, pero a la expectativa del coletazo. Cuando tuvimos acceso a la medicación en los centros de salud y en hospitales, e hicimos el tratamiento de los casos febriles en las 48 horas, logramos frenar los casos. Ha bajado la demanda, pero eso tiene un alto costo en la salud física y mental de los equipos de salud.

—El gobierno nacional declaró que puso un fondo de mil millones de pesos para
combatir la pandemia, ¿recibieron algo de esto?

—Nosotros no podemos controlar eso. En todo caso tendrán que rendir cuenta las autoridades. Nos llegaron barbijos de buena calidad, cantidad de alcohol y otros insumos, que suponemos provendrán de esa caja.

—En La Matanza se formó un Comité de crisis. ¿Los llamaron a participar?
—A nosotros no nos invitaron a participar en ningún Comité de crisis. Tengo entendido que está compuesto por el Ejecutivo Municipal, la Secretaría de Salud, y la Secretaría de Gobierno del Municipio.

—¿Cómo repercutió esta enfermedad en los barrios más pobres de La Matanza?
—Al principio con pánico; veíamos que las guardias se llenaban, atendíamos cien, ciento veinte personas en con un solo clínico, con un solo pediatra. Había gran desesperación de los pacientes: si uno no sabe qué va a comer a la noche, tiene todo el derecho a pensar que se puede morir mañana.
Las condiciones de vida de la población que atendemos es no tener techo, abrigo, zapatillas, los chicos comen en la escuela. Además, con un marco politiquero donde se adelantan las elecciones, se oculta la epidemia para hacernos ir a todos amontonados a votar el 28 de junio, y al día siguiente declaran que estalló la pandemia.
Las madres embarazadas o con muchos hijos, lo han sufrido más que nadie, con alto costo de la salud mental de la población. Pero, como te decía, se ha logrado estabilizar la curva, calmado el pánico, y el aislamiento domiciliario y el acceso a los tratamientos de los casos febriles en forma precoz, ha sido efectivo.

—Decía Ramón Carrillo, que frente a las causas sociales de las enfermedades, los microbios son pobres causas…

—Sí, tal cual. Lo que el gobierno tiene que reforzar es la atención primaria. No es lo mismo que un paciente que está enfermo tenga que recorrer kilómetros, o sea rechazado de un centro de salud, o no tenga para acceder al sistema de salud, que uno que tiene obra social.
El estado de salud es un equilibrio bio-psico-social. Alguien que no tiene trabajo, que pasa frío, y tiene sus hijos descalzos, se siente indefenso frente a las inclemencias del tiempo, a su propia forma de nutrición y a su estado mental. Es evidente que esto altera las defensas de su organismo y su bienestar. Cuando se altera las condiciones sociales de vida, por las necesidades como por el clientelismo (por pedir una bolsa de comida o un litro de leche), eso también altera la salud.