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16 de octubre de 2013

La huelga de las fosforeras

Crónicas proletarias

 Hacia 1910, más de 20% de las mujeres activas en nuestro país, tenía un trabajo remunerado. En Buenos Aires, si bien una gran cantidad realizaba trabajo a domicilio, una parte trabajaba en fábricas y talleres, particularmente en textiles, alimentación, cigarreras, y fosforeras.
Las organizaciones presentes en el movimiento obrero desplegaron esos años un trabajo entre las mujeres trabajadoras, con publicaciones, entidades como la Unión Gremial Femenina (socialistas) y el Centro Anarquista Femenino. 

 Hacia 1910, más de 20% de las mujeres activas en nuestro país, tenía un trabajo remunerado. En Buenos Aires, si bien una gran cantidad realizaba trabajo a domicilio, una parte trabajaba en fábricas y talleres, particularmente en textiles, alimentación, cigarreras, y fosforeras.
Las organizaciones presentes en el movimiento obrero desplegaron esos años un trabajo entre las mujeres trabajadoras, con publicaciones, entidades como la Unión Gremial Femenina (socialistas) y el Centro Anarquista Femenino. 
En 1906, estalló una lucha protagonizada por las obreras de la Compañía General de Fósforos, que arrancó en Barracas y se extendió a Avellaneda y Paraná: la huelga de las fosforeras. Participaron cerca de 1.300 mujeres. Reclamaban aumento general de salarios y condiciones dignas de trabajo. En esas fábricas, donde además trabajaban muchos menores, las jornadas eran interminables, y se respiraban las venenosas emanaciones de fósforo, muy dañinas para las vías respiratorias, la piel, la vista, etc. El conflicto duró cinco meses, y logró la solidaridad de una parte importante del movimiento obrero. La UGT, por ejemplo, declaró el boicot a los productos de dicha fábrica, en apoyo a las huelguistas.
La patronal, en su afán de quebrar la huelga, obtuvo la exoneración de los derechos aduaneros para ejercer libremente la importación de fósforos. Promediando la huelga, varias mujeres fueron detenidas en un acto en solidaridad con la huelga. La zona de Barracas y Avellaneda se conmovió, y se realizó una gran marcha para exigir la libertad de las presas. 
Como no podía ser de otra manera, los medios de prensa de las clases dominantes dijeron que la lucha era “un pésimo ejemplo para las mujeres argentinas y sus familias, en tanto que las organizaciones obreras saludan el ingreso de las trabajadoras fosforeras para conquistar una vida digna, libre y sin miseria”. Efectivamente, en 1909 se conformó la Asociación de Fosforeras. Este episodio muestra la irrupción de las “fabriqueras”, como se las denominó despectivamente, cuya presencia iba a ser cada vez mayor, pese a la resistencia incluso de sus compañeros varones en gremios y organizaciones.
 Las obreras del fósforo quedaron en la historia de nuestra música con el tango “Fosforerita”, (1926) de Bartolomé Chapela y Amaro Giura, que entre sus estrofas, decía: “Obreritas de mi pueblo,/ tan alegres, tan limpitas,/ que encontré en las mañanitas/ cuando el sol iba a llegar./ Hoy las miro con respeto/ y bendigo vuestras manos/ que era el pan de tus hermanos/ y alegría de un hogar”.