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09 de junio de 2014

El movimiento de mujeres de Jujuy sigue exigiendo cárcel a los abusadores y femicidas.

La impunidad que lastima a las mujeres

Jujuy

Hace días, en Palpalá, quedó detenida una mujer que se defendió ante su pareja que una vez más entró a su casa a maltratarla: terminó matándolo ella a él. Hoy sus vecinos reclaman por su libertad porque el Estado no hizo nada ante una y otra denuncia que ella le hiciera.

 

Hace días, en Palpalá, quedó detenida una mujer que se defendió ante su pareja que una vez más entró a su casa a maltratarla: terminó matándolo ella a él. Hoy sus vecinos reclaman por su libertad porque el Estado no hizo nada ante una y otra denuncia que ella le hiciera.

 

Hoy, Nelson Ibáñez, quien prendió fuego a Nuria Gómez, rociada de alcohol, quien estuvo meses internada en el hospital y con peligro de vida, anda libre, dando clases en la localidad de La Mendieta, como si nada hubiese trastocado su vida.

Sigue en libertad Martín Aramayo, médico cirujano que fue denunciado por su paciente por haberla obligado a hacerle sexo oral cuando le sacaba los puntos de una operación de vesícula.

Sigue en libertad el abogado Antonio Torres, procesado y con prisión preventiva, prófugo que nadie busca, sindicado por abusar sexualmente de su hijastra. Incluso se pasea frente al Juzgado que ordenó su detención, sin mosquearse.

Sigue en libertad Antonio Salvador Sánchez, quien tiene sobre si un proceso por abuso sexual a su sobrina.

Sigue libre Zurita, denunciado por abusar de la amiga de su novia, logrando esta huir tirándose del balcón, desnuda, acudiendo con urgencia a la sede policial.

Una y otra vez nos damos de bruces contra la impunidad, como si esta fuera la regla en Jujuy.

La impunidad tiene explicaciones, que justifican en la conciencia de los funcionarios, y en la psicología de la sociedad, la libertad de los agresores, y la triste suerte de las víctimas, que no ven en la Justicia ni una pizca de intención de reparar. Que dijeron la verdad, pero la justicia las consideró mentirosas.

Si una mujer a pesar de sufrir ataques de violencia doméstica, no corta la relación, y vuelve con él, y luego es prendida fuego, “se la buscó”. “Le gustaba que le peguen”. Por eso Nelson Ibáñez sigue libre en Jujuy, sin que esto interpele a nadie.

Si una mujer no grita cuando es atacada sexualmente, no pide ayuda, no muerde el pene del abusador, y abrió la boca en vez de mantenerla cerrada cuando fue obligada a hacerle sexo oral al agresor, consintió la relación sexual, no hubo abuso. Por eso Martín Aramayo sigue libre, ejerciendo como médico, incluso trabajando con alguna organización social.

Si una niña no denunció en su momento a un abusador, e incluso mantenía una relación “buena” con el abusador, está inventando la denuncia ahora por despecho, o vaya a saber por qué. No importa que las pericias psicológicas acrediten que ha sido expuesta a situaciones de abuso sexual. Por eso Antonio Salvador Sánchez sigue libre, aunque gracias al escrache de Mujeres Unidas por lo menos perdió el empleo, como una condena social, lográndose luego la detención por algunas semanas. Sí, aquí la reacción intentó barrer con los escraches, atacando al movimiento de mujeres poniendo el blanco en la abogada de la víctima. Pero los escraches siguieron, reiterándose en 2014 a Nelson Ibáñez y a Martín Aramayo en 2013. Nadie calla la justa rebelión cuando la opresión es ley.

Y si todo prueba el abuso, y hasta se ordena la prisión preventiva, no importa hacerla efectiva. Sin presión no hay necesidad de actuar contra el abusador. Por eso hoy Jorge Antonio Torres sigue prófugo, sin que nadie lo busque, y fue detenido –por un año- luego de que Mujeres Unidas hiciera varios escraches en su estudio jurídico. Hoy no se ha hecho ningún escrache –no se sabe dónde está, salvo fotografías que lo muestran frente al Juzgado, en el colectivo, por la calle- y nadie del Estado lo busca.

 

Todo esto ocurre, y la Justicia no se inmuta. No se inmutan los altos funcionarios. No se asquean los otros funcionarios, los de los otros poderes.

Pero las mujeres, las víctimas que decidieron hablar, con toda la valentía que ello implica, las mujeres que acompañan con su lucha, con los escraches, con la lucha cotidiana, marcan desde hace años la cancha en Jujuy. Marcan la cancha para aplastar la impunidad. Hasta la última instancia sigue la batalla judicial. Y no cesa la condena social. No cesa el señalamiento que hace del relato de las víctimas el relato que el movimiento de mujeres erige como “verdad”.  Por eso seguimos exigiendo la cárcel de los abusadores y asesinos, de los impunes y no tanto, de Nelson Ibáñez, de Martín Aramayo, de Zurita, de Antonio Salvador Sánchez, de Jorge Antonio Torres. ¡Cárcel ya!