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02 de octubre de 2010

La inflación devora los salarios, planes sociales y jubilaciones. Pero la pulseada salarial está en marcha.

La inflación K hambrea al pueblo

Hoy 1207

1. Sojización e inflación
Desde el comienzo de 2007, según las cifras mentirosas del IndeK, la harina subió 25,3%. La realidad es que el pan cuesta el doble del “pan K” que no se consigue en ninguna panadería. Los “encuestadores” del IndeK logran el “milagro” de comprar papas a $ 0,89 el kilo, lechuga a $ 1,17, cebollas a $ 1,08 y zapallitos a $ 0,59.
Después de dos fracasos, el gobierno estableció el tercer acuerdo de precios de la carne. Pero desaparecen de las góndolas de los supermercados los cortes al “precio K”. Por ejemplo, no hay asado en las góndolas al "precio K" de $ 10,20, pero muchos supermercados tiene el “de exportación” a $ 20, y otros cortes llegan a $ 27 y $ 30. La media res llega a las carnicerías con factura al “precio oficial” de $ 7,86 el kilo, pero se la cobran al carnicero $ 9,60 (paga en negro $ 2,26). El gobierno negocia con los grandes frigoríficos para que fuercen a bajar el precio a los 160.000 pequeños y medianos productores. El resultado es un aumento de la matanza de 1.300.000 hembras entre 2005 y 2007, por lo que la situación empeorará en el futuro.

Los dueños de la soja
La soja ya ocupa la mitad de la tierra cultivada. Desplazó a la horticultura y otros cultivos, y a la ganadería y el tambo. Los grandes ganadores con la soja son un puñado de terratenientes y sociedades anónimas, monopolios productores de insumos y maquinarias, cerealeras y aceiteras. La tierra se concentra: 300.000 hectáreas “Los Grobo” (ahora asociada a capitales ¿brasileños?), 600.000 Irsa (capitales rusos asociados con fondos de inversión yanqui), etc. Se han extranjerizado 17 millones de hectáreas. Un puñado de monopolios concentra la producción de insumos (Monsanto, yanqui), o se importan de China. Casi toda la producción se exporta, teniendo los granos y aceites un gran comprador, China, y el pellet a Europa.
El gobierno, a través de los impuestos, se queda con 1 de cada 3 barcos de soja que se exportan. Los grupos de burguesía intermediaria que tienen el gobierno con el kirchnerismo, con el tercio que reciben como impuestos, dominan casi todas las cajas, con lo que tienen a ración a los aparatos político y sindical, hacen gigantescos negocios (como la compra de parte de YPF) y benefician con subsidios a sus “amigos”.
En el otro extremo, decenas de miles de trabajadores rurales y pequeños y medianos productores son desplazados de sus tierras hacia las villas de emergencia, y los alimentos que consume el pueblo se encarecen semana a semana.
Además, una parte de los productores de las zonas sojeras, se ven obligados a alquilar sus tierras a los que tienen capital a la escala de la producción sojera. Como los minirrentistas no pueden comprar tierras, la soja degrada el suelo, y se pudren —o desaparecen para que no se las roben— sus ranchos, alambrados, molinos, y maquinarias. Cuando cambien los vientos de la economía mundial (o de la especulación financiera con la soja a futuro), no habrá vuelta atrás.

2. PJ-K: obediencia debida
El Congreso Nacional del Partido Justicialista, comandado por Néstor Kirchner desde sus oficinas en Puerto Madero, fijó el 18 de abril para el cierre de presentación de listas de autoridades del partido. Si no hay oposición automáticamente se proclamará la que arme Kirchner. Sino, el 18 de mayo serán las internas.
El Congreso del PJ fue minuciosamente preparado. Todo se resolvió en una hora: le negaron la palabra al único congresista que la pidió. Lo presidió el “histórico” Antonio Cafiero, que en confianza explica su apoyo a Kirchner porque es “el que tiene la caja”. Estaba inundado de ministros, gobernadores e intendentes y demás funcionarios públicos, muchos de ellos recién llegados al PJ de la mano de Kirchner, como “el chino” Zanini o el ex cavallista Alberto Fernández.
Partiendo de la base de que sólo 3 de cada 10 argentinos votaron a Cristina Kirchner, ese tercio fortaleció al kirchnerismo entre los de arriba, y el kirchnerismo lo usa para incidir hacia abajo. En esas condiciones, la clave de la obediencia debida del Congreso del PJ fue el manejo de la caja por el matrimonio Kirchner.
En la misma dirección, el acto de Moyano por sus 20 años de dirigente sindical contó con la presencia del matrimonio Kirchner y un elogioso discurso de Cristina. El pacto Kirchner-Moyano tiene por objetivo imponer el tope salarial del 19,5% acordado a los apurones en la paritaria camionera. Mostró la urgencia del gobierno y las patronales para frenar los reclamos obreros, y la voluntad de Moyano de someterse a la disciplina K a cambio de seguir al frente de la CGT y lograr una vicepresidencia en la dirección del PJ-K. Más allá de esas transas, lo que viene desde las fábricas y lugares de trabajo, son reclamos mucho más altos de lo pactado por Moyano.
El armado kirchnerista no es ajeno al pacto entre Kirchner y Magneto, capo del grupo Clarín: un pacto de poder y negocios para 10 años, aunque sea con fricciones. Es un acuerdo para garantizar la gobernabilidad del sistema, en primer lugar. Y en segundo lugar, para negocios grandes: el monopolio de la TV por cable, la nueva TV digital, los diarios y radios de las provincias.
El camino hacia el PJ-K está sembrado de heridos y contradicciones. En primer lugar, una parte de los que votaron a Cristina Fernández ya están protestando por la carestía. Además, un sector de los “transversales” rompió con el kirchnerismo; y otra parte hizo público su crítica al PJ-K (FTV, Libres del Sur y Proyecto Transversal). Los radicales K quedaron “colgados de la palmera” entre el “ninguneo” del gobierno y el desprecio de la dirección radical.
En el peronismo se acumulan contradicciones entre “los heridos” que quedaron afuera de las listas de Puerto Madero, los que ven al lado de “los K” un futuro de “limón exprimido” como Solá (Lavagna, Sarguini, etc.). Además, hay una lista larga de “kirchneristas de ocasión” (antes fueron igualmente “devotos” de Menem y/o Duhalde).
Sólo la caja kirchnerista garantiza “fidelidad”, “obediencia debida” y “disciplina”. Y la caja está atada, en definitiva, al precio de la soja, que se define en alguna oscura oficina de importadores, o especuladores “a futuro”, en Pekín, Nueva York, Moscú, Berlín, París o Tokio.

3. Preparando el 24 en las plazas
Aunque no existió para la prensa del sistema, hubo numerosas actividades del 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora: en Plaza de Mayo, en el Gran Buenos Aires y en todo el país desde Jujuy a Tierra del Fuego.
La pueblada de Santa Rosa barrió con el intendente K Tierno. Hubo cortes de ruta por las inundaciones en El Pato y El Peligro. Hubo cacerolazo en Vicente López contra el impuestazo.
El ejemplo de Tres Arroyos se multiplica. Hartos de la complicidad de delincuentes, policías y jueces, cada semana, en distintos lugares de país, se organizan los vecinos de barriadas populares para ajustar cuentas con violadores, golpeadores, abusadores, distribuidores de paco, etc. Es un movimiento que crece, y que va a sumar fuerzas a las movilizaciones que preparan un masivo 24 de Marzo “contra la impunidad de ayer y de hoy.
Como ya señalamos, la pulseada salarial está en curso. También la de los desocupados, que marchan a una jornada nacional de la CCC el miércoles 12.
En respuesta a la política kirchnerista, esta semana comienza el plan de lucha agrario con bloqueos de los puertos de los monopolios Dreyfus y Cargill, por el precio del trigo, y hay conversaciones hacia un paro general de los productores de carne, trigo y leche.
 
4. Tanteo y fracaso yanqui
La provocación del presidente colombiano Uribe, títere yanqui, invadiendo territorio ecuatoriano y asesinando a Raúl Reyes y otros militantes de las FARC, fue una jugada del tablero grande, con la mira puesta en dos países petroleros, Venezuela y Ecuador, en momentos en que el oro negro llegó al récord de 108 dólares.
Al parecer, el sector “duro” del Pentágono, con el aval de Bush, alentó la provocación como un tanteo. Hacia adentro de Estados Unidos forzó a los candidatos demócratas a definirse. Hacia América Latina, habrían tratado de ver cómo se alineaban los gobiernos de la región y, en especial, hasta dónde llega el mando de Chávez sobre las Fuerzas Armadas Venezolanas.
Después de la primera reacción del presidente ecuatoriano Correa, Chávez dio la orden, por TV, de movilización de las tropas venezolanas. Correa endureció su posición. El gobierno argentino realizó una primera declaración más dura de la Cancillería. Lula planteó el rechazo de la violación de la soberanía de Ecuador y la no militarización del conflicto, posición en la que se alinearon Cristina Fernández y Michele Bachelet, y jugaron milimétricamente, para la resolución que finalmente se acordó en la reunión del “grupo Río”. La televisación del debate, forzada por algunos países (como la Argentina) aisló a Uribe que debió reconocer su provocación y comprometerse a no repetirla.
La provocación de Uribe-Bush removió los sentimientos antiyanquis y antiimperialistas muy profundos en los pueblos de toda América Latina. Sobre esa base, y con una realidad de gobiernos antiyanquis o no yanquis en la región, fracasó el intento de Bush de hacer pasar esa provocación como “guerra preventiva contra el terrorismo”. La decisión de Bush de vetar la ley que prohibía la tortura, aprobada por el Congreso de su país, muestra a las claras que el Estado yanqui es el mayor terrorista del mundo.
Lo que ocurrió muestra que el imperialismo yanqui, herido en sus entrañas por la crisis económica y por la debilidad política de su gobierno, busca zafar de esa situación con provocaciones, y que América Latina está en su mira, con el gobierno colombiano como punta de lanza, y buscando aprovechar la difícil situación de Bolivia. Mantener la guardia en alto frente a la posibilidad de nuevas provocaciones es una gran tarea de la hora actual.