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03 de octubre de 2010

Un colaborador nos cuenta, desde Francia, los hechos que volvieron a enfrentar a millares de jóvenes con las fuerzas represivas en varias ciudades.

La insurrección de

Los jovenes franceses vuelven a las calles

A pocos días de la huelga que paralizó a Francia por más de una semana, en los alrededores de París y otras grandes ciudades, estalló una vez más el enfrentamiento entre los discriminados, desocupados y excluidos, que viven en las periferias –donde los que tienen trabajo cobran menos que el mínimo legal, con puestos inestables, y son tratados siempre como ciudadanos de segunda clase– y la policía y todo el orden burgués.
Esta vez la chispa la desató un patrullero de policía, que embistió y mató a dos adolescentes: Larami, un senegalés de 16 años, y Mouhsin, un marroquí de 15, que circulaban en una moto. La policía y el ministerio público dicen que los adolescentes circulaban rápido y sin respetar las reglas de tránsito.
Pero lo cierto es que los patrulleros pasan a velocidad por estos barrios, y acostumbran a aterrorizar a los jóvenes, frecuentemente “taponando”, es decir chocando las motos en que circulan los jóvenes de la periferia. Para las clases dominantes estos muertos no cuentan, la población lo sabe. Lo primero que hicieron los policías después del “accidente” es escapar a pie del lugar, dejando el auto destrozado por el choque, la moto caída en un costado, y los dos adolescentes muertos en medio de la acera.
La insurrección de la población duró dos días (dos noches de batalla con la policía que entraba para poner “orden”). Los jóvenes y los no tan jóvenes se sublevaron en las comunas de Villiers-le-Bel, Cergy, Sarcelles, Gonesse, Bondy et Clichy-sous-Bois y se extendió a las periferias de Tolosa y Estrasburgo. También se tomaron varias facultades, algunas de ellas desalojadas violentamente por la policía, como en Lyon.
Esta vez se enfrentó a la policía con armas: 80 policías heridos, (algunos de gravedad según la policía), autos incendiados (entre ellos 2 patrulleros), escuelas y bibliotecas incendiadas, dos comisarías tomadas y desvalijadas, y una incendiada. Como siempre para estos explotados del Estado francés, los objetivos son la policía, la justicia y la educación, donde son excluidos y discriminados.
Mientras los medios de difusión cuentan los hechos desde el lado de la policía, otra vez –como en el 2005– hablan hipócritamente de la necesidad de bajar la desocupación en las barriadas, y de aumentar la formación educativa de los jóvenes de estas comunas “sensibles”. Nada más cínico.
Sarkozy declaró, luego de su viaje a China, que los “hechos en las periferias no son producto de una crisis social sino de la Voyucratie”, es decir la “Bandidocracia”. Lo dice justamente el que fue hasta ahora parte de los gobiernos de Chirac, Villepint, Jupe y Pascua, todos ellos condenados y/o procesados por la propia justicia burguesa por enriquecimiento ilícito, contrabando de armas, utilización de bienes públicos para intereses personales, y/o partidarios, etc., etc.

Salarios y poder de compra
Las masas trabajadoras reclaman en casi todas las actividades aumento salarial, ya que los sueldos están congelados desde más o menos diez años, y la inflación va en aumento, especialmente en los productos de mayor consumo.
 Los “economistas” del poder dicen que esto se debe a tres razones: La crisis de las subprimas en EEUU, el elevado valor del euro respecto del dólar, y el alza de los precios de energía y materias primas.
Las esperanzas que algunos tenían en Sarkozy dieron paso a la decepción, y a la furia para las mayorías. El hecho es que las empresas francesas venden menos al exterior debido al alto nivel del euro, con respecto al dólar y al yuan. Por otro lado, el consumo interno (elemento fundamental en el desarrollo de la economía francesa), está en neto descenso.
El gobierno necesita empujar el consumo interno, pero como de ninguna manera se trata de aumentar los salarios, y las “cajas del Estado están vacías”, según Sarkozy; éste –después de haber beneficiado en enero con más de 15.000 millones de euros de facilidades impositivas a las empresas y a los grandes propietarios– propone liberar las cuentas bloqueadas de los trabajadores, que son sus ahorros para la jubilación.
 De esta manera habría mayor liquidez para el consumo interno. En pocas palabras, Sarkozy encontró una fórmula para que los trabajadores financien el aumento del consumo interno.