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13 de julio de 2012

La ironía es un arma de los oprimidos

 

—Como autor de la obra teatral “Cajitas Chinas” ¿qué objetivos perseguías y qué respuestas esperabas del público a quien te dirijas?

 

 

—Como autor de la obra teatral “Cajitas Chinas” ¿qué objetivos perseguías y qué respuestas esperabas del público a quien te dirijas?

 

—Cajitas Chinas fue escrita para ser presentada en el marco del ciclo de Teatro por la identidad Mar del Plata 2011. Desde el comienzo supe que estaba destinada a generar polémicas y las generó de entrada. Durante dos meses la Comisión de Teatro por la Identidad estuvo discutiendo acerca de si la obra era pertinente o no, si iba a participar del ciclo o no. Las opiniones estaban divididas. Finalmente decidieron que podía ir pero con debate y por esa razón fue la única obra con debate de las que participaron el año pasado.

El debate fue muy rico, con la asistencia de muchos jóvenes que, al igual que lo pregunta la obra, se preguntaron acerca de qué futuro nos aguarda en la Argentina. “Cajitas Chinas” transcurre en el año 2040. Utilicé mucho la ironía -que siempre ha sido el arma de los oprimidos para burlarse de los poderosos- para poder decir ciertas cosas que, dado el discurso hegemónico en la cultura -y en la política-, no se pueden plantear de forma directa. Claro que julio de 2012 no es lo mismo que setiembre de 2011, cuando se estrenó. Todo va cambiando y a medida que se dan estos cambios pienso que mayor recepción tendrán las “cajitas”.

Lo que me propuse es que, gustara o disgustara, la obra no pudiera resultar indiferente. No me importaba el aplauso, me importaba expresar lo que necesitaba expresar. De todos modos, fue muy aplaudida, por el contenido y por las actuaciones de Jorge Cirelli y Juan Mathias y la dirección de Olgui Ortiz.

 

—¿Qué problemática, temas, personajes te interesan que suban a escena en tus obras?

 

—Fundamentalmente los relativos a la identidad, de ahí que venga participando del Teatro por la Identidad desde el 2002, sin faltar un solo año a la cita. Personajes y temas muy variados pero que guardan siempre una mutua correspondencia. Vuelvo al tema de los oprimidos. Son esos personajes los que deseo mostrar, los que padecen opresión. La misma que yo siento como trabajador de la cultura si vamos al caso. Obreros del pescado, pescadores, mujeres, originarios, los jóvenes, los soldados de Malvinas, los desaparecidos, las Madres, las Abuelas, los nietos apropiados, la dictadura y sus secuelas, los gobiernos posteriores a la misma, el Argentinazo del 2001… todos eso es lo que me interesa poner en escena. Además, me gusta mucho reírme de los opresores. Pero de todos ellos, ninguno más cínico y repulsivo que el Aquiles de “Cajitas”. Cuando lo veo a través de la actuación, pienso “¡no puede ser que este tipo diga lo que dice!”. Es el peor de cuantos personajes imaginé ¿imaginé?

 

—¿Cómo repartís tu tarea de dramaturgo, director, conductor, actor en en el grupo de teatro Loco–mun de Mar del Plata?

 

—No me reparto, integro todo. Es la única manera. Para mí es una sola cosa, el mundo del teatro, una de las cosas que más amo en la vida. “Loco-Mun” es una maravilla, son casi todos muy jóvenes y con mucha fuerza y ganas. Me facilitan enormemente la tarea. Muchas veces me preguntan cómo hago para dirigir un grupo tan numeroso. Mi respuesta es que resulta mucho más difícil a veces mantener un grupo con pocos actores, porque en un grupo grande todo se resuelve mejor. Es como esas familias donde son muchos hermanos y tienen que ir repartiéndose las tareas o de lo contrario el grupo no funciona. Cuando hay roces, entre todos podemos ir limando las asperezas. En cambio en un grupo de cuatro si existe malestar entre dos, existe malestar en el cincuenta por ciento del elenco. Me quedo con los grupos numerosos sin duda.

 

—Suben Cajitas Chinas a escena en La Calle larga de Avellaneda el viernes 13 de julio y el sábado 14 en el Centro Cultural Raíces,

¿qué expectativas tienen?

 

—Aunque lamento no poder estar presente dado que los fines de semanas coordino del Taller de Teatro en Mar del Plata, me quedo esperando con muchísima expectativas, las mismas con las que viajan los actores y la directora. Están con muchísimas ganas de ver qué pasa con la obra y con el público. Espero que, al igual que en Mar del Plata, se abra el debate al finalizar. Estoy seguro que va a divertir, conmover e indignar. Y bueno, en el teatro algo tiene que pasar. El público que entra a la sala no se puede ir igual que como vino. Eso trato al menos, no sé si lo logro. Espero que sí. Muchísimas gracias por esta nota y por difundir nuestro trabajo.