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02 de octubre de 2010

Luciano Orellano, secretario general de la JCR, escribe sobre los temas que hacen a la juventud trabajadora, sobre las paritarias y la política del gobierno kirchnerista.

La juventud a la cabeza del combate obrero

“Ni cordura, ni mesura: Salario igual a la canasta familiar”

Los resultados electorales han golpeado al conjunto de las clases dominantes; los millones de votos blancos, nulos y las abstenciones, sumado a la cuota de fraude que hizo el gobierno, y el nuevo borocotazo con Lavagna, reafirma en las grandes masas, y particularmente entre los jóvenes el rechazo a la farsa electoral.
Esto es lo que está en el trasfondo de las luchas del movimiento obrero. Partiendo de esa situación y de las experiencias de lucha que recorren el país, hay condiciones para torcerle el brazo a la política de los Kirchner.
Por su parte, el gobierno de Cristina K se comporta como gerente de los monopolios tratando de regular los salarios, y se preparan para descargar la crisis que golpea al centro de la economía mundial, Estados Unidos, sobre las espaldas de la clase obrera y el pueblo.

El gobierno, las centrales sindicales y
el fracaso del pacto social
Durante la transición del gobierno de Néstor Kirchner al de su esposa Cristina Fernández, se dieron algunas disputas entre Moyano y los K. Esas disputas tuvieron como centro el control de la CGT y los puestos que tenían en el gobierno el sector de Julio De Vido y los amigos de Moyano, principalmente en la Secretaria de Transporte de la Nación.
Esas disputas enterraron, al menos por ahora, el pretendido pacto social del “nuevo” gobierno. Luego de ese período de disputas, entre los que se pueden mencionar las amenazas de paro general por el incidente de los taxistas, el faltazo de Moyano a la asunción de CK, y el posterior acto de Moyano en la que criticó a la nueva presidenta, finalmente hubo un acuerdo.
Pero el acuerdo tuvo sus límites, a tal punto que no pudieron ponerle número a los pedidos de aumento salarial. Cristina Kirchner le pidió a la CGT “cordura” y “mesura” para los pedidos de aumento y el compromiso de no convocar a un paro general que pueda poner en riesgo la gobernabilidad.
De esta manera, cada rama o sector de la producción tiene vía libre para la puja salarial. Así el gobierno ha fracasado en fijar un tope salarial.
¿Por qué no pueden imponer un tope salarial? En primer lugar por la situación que vive la inmensa masa de trabajadores. La plata no alcanza, todo aumenta y no pueden ocultarlo. Hay un malestar generalizado que recorre cada lugar de trabajo por la inflación, muchos lugares comienzan a rebelarse y pasan por encima a las direcciones sindicales traidoras o conciliadoras.
Otro punto que le impide imponer un tope es la feroz interna por el control de la CGT, que hoy está fracturada de hecho, y los tres grupos que pujan por su control levantan programas distintos. La disputa de la central obrera le ata las manos a Moyano, quien no puede poner un número. Existe un núcleo importante de gremios que están exigiendo aumentos de más del 30% como los mecánicos, docentes, panaderos, entre otros.
Además, los monopolios y el gobierno carecen de argumentos sólidos para justificar topes salariales. Indices falsos del Indec, el aumento de la productividad de los últimos años, la rentabilidad (los monopolios han obtenido enormes ganancias), y en el caso del gobierno su gigantesco superávit fiscal. Tienen un solo argumento, y es falso: que el aumento salarial genera inflación.
Por su parte, en la CTA también comienzan a manifestarse diferentes posiciones, esto quedó graficado en la reunión con Cristina. Por un lado Yasky, quien pidiéndole peras al olmo le propuso al gobierno cambiar la matriz distributiva de la riqueza, un “shock distributivo” (sic). Yasky además se llevó un nuevo fracaso en su pedido de personería gremial para la CTA: “pateó la pelota a la tribuna”, reconoció.
Por otro lado, se expresó un sector con posiciones más duras con el gobierno como el de Pablo Michelli.
Es fundamental para afrontar las paritarias ver los límites del acuerdo entre el gobierno, los monopolios y las centrales. Partiendo de la fuerza propia y la independencia debemos aprovechar también las contradicciones que existen en el seno de la CGT y la CTA. Teniendo en cuenta que están atravesadas por contradicciones de diferente carácter. Unas son contradicciones dentro del oficialismo y otras son de sectores que tienen actitudes más opositoras al gobierno.

Jugar con fuerza en las paritarias
Debemos exigir un aumento que equipare nuestro salario al precio de la canasta familiar. No pasa por pedir el 20 o 25%, sino que hay que llegar a la canasta familiar, hoy entre $ 3.200 y $ 3.500 (en algunas regiones como en el sur de nuestro país es aún mayor).
El otro punto de debate es el tipo de paritarias. El gobierno y los jerarcas sindicales buscan paritarias que se resuelvan en las alturas, a puertas cerradas y donde sólo se discuta el salario. Nosotros empujamos todo lo contrario, ir a fondo en la democracia directa como lo vienen practicando las masas en muchos lugares, no delegando nada. Hay que pelear por delegados paritarios que vayan con el mandato de las asambleas por sector y por lugar de trabajo.
Hay que retomar las mejores experiencias del clasismo, como el “cuaderno” que circulaba por las diferentes secciones de una fàbrica y cada compañero anotaba cada una de sus necesidades. Así los delegados eran una polea de transmisión de las verdaderas necesidades de los compañeros. Al mismo tiempo ningún acuerdo podía ser firmado sin la aprobación del conjunto.
Las patronales pretenden atar los aumentos salariales a los índices de inflación falsos del Indec y que los aumentos estén atados a productividad (premios, etc.). Buscan avanzar sobre los convenios colectivos anulando categorías y poder imponer la polivalencia y la polifuncionalidad.
Para la juventud obrera, además del salario, aparecen temas de enorme profundidad como las condiciones de trabajo, los ritmos de producción, tipo de contratos, trabajo insalubre, trabajo en negro, encuadramientos, jornada de trabajo, etc. Todos estos temas tenemos que buscar que se expresen en las paritarias.

Una nueva generación de jóvenes abraza las banderas del clasismo revolucionario
La huelga petrolera, el paro general arrancado a la CGT y a la CTA por el asesinato del docente Carlos Fuentealba el año pasado, y las puebladas en Santa Cruz, junto a las luchas en curso como las del Casino, metalúrgicos en Rosario (Villa Constitución), Mafissa, Terrabusi, la pesca, Indec, los rurales en Río Negro, Arcor, entre otros, van marcando el camino para avanzar en la situación actual.
Hay una cantidad de elementos que muestran un nuevo salto en calidad de las luchas. En algunos casos surgen como movimientos espontáneos, y luego en el transcurso va emergiendo la organización y el núcleo dirigente. Otras parten con sus delegados o comisiones internas a la cabeza. Todas tienen un denominador común, su democracia directa; todo pasa por las asambleas, la masa no delega. Son luchas prolongadas con varias idas y vueltas, con triunfos parciales en el medio. Son luchas que no sólo desbordan a las direcciones sindicales, sino que hasta toman los sindicatos (como en la pesca), se desarrollan movimientos de recuperación sindical, imponen delegados, etc. Son muy duras, y tienen un importante grado de violencia con enfrentamientos con Gendarmería, Prefectura o Infantería. Y son luchas que van logrando un gran reagrupamiento, no sólo de sectores obreros, sino de distintos sectores sociales y políticos. Luchas que en algunos casos parten de reivindicaciones económicas y van tomando un alto contenido político, resolviendo la relación entre lo social y lo político. Luchas con un gran protagonismo de los jóvenes que muestran un salto en la rebeldía y las ideas clasistas y antiimperialistas abriendo nuevas perspectivas.
Al mismo tiempo no se puede subestimar el triunfo de los Kirchner en las últimas elecciones, triunfo que los ha fortalecido relativamente entre los sectores que se disputan el control de nuestro país.
A los K no les tiembla el pulso a la hora de reprimir, como lo hicieron en el Casino, con la pesca, el Indec o en el Hospital Francés. Por eso la clase obrera no debe subestimar ese fortalecimiento relativo y se debe preparar para enfrentar a enemigos poderosos.

Todos al Plenario de la CCC
Debemos trabajar para un plenario exitoso de la Corriente Clasista y Combativa. El plenario va a ser un hito y una caja de resonancia porque estarán representados los protagonistas de las luchas más importantes de los últimos tiempos, tanto en el movimiento obrero ocupado, desocupado y jubilado.
Será un espacio de intercambio de experiencias y opiniones. Sin ninguna duda alumbrará y preparará la artillería para los combates de clase del 2008 y para torcerle el brazo a la política de los Kirchner y los monopolios.
De ahí la importancia de trabajar con las listas de compañeros para la invitación al plenario, tomando desde ya los recaudos necesarios.