1. No hay tregua, hay brasas
El mismo día de la asunción presidencial, trabajadores de empresas recuperadas se reunieron en Zanón para enfrentar la política del gobierno de liquidarlas. El triunfo histórico de Renacer, que conquistó con la lucha que el gobierno provincial se haga cargo de las deudas consolidando su expropiación y entrega a los obreros, tonifica el único camino para avanzar.
El 12, 200 organizaciones ambientalistas se congregaron en Plaza de Mayo. El gobierno, para Gualeguaychú tira la pelota para adelante, en la espera de una resolución de la Corte de La Haya regenteada por los mismos imperialistas que decidieron llevar las industrias contaminantes a nuestros países. Para el Conurbano bonaerense y la Capital Federal, no hay respuestas a la crisis sanitaria que existe en las cuencas Matanza-Riachuelo y Reconquista, junto a los basurales del Ceamse. El gobierno protege a la minería y los monopolios que envenenan a todas las provincias andinas.
El 13, los trabajadores del pescado que luchan por el blanqueo, con la solidaridad de organizaciones como la CCC y los mayores del MIJP, marcharon al Ministerio de Trabajo. No hay respuestas: la política del gobierno es el trabajo en negro. El mismo día, 25 organizaciones de desocupados, entre ellas la CCC, realizaron, una jornada nacional, con una gran movilización a Plaza de Mayo. No hay respuestas: la política del gobierno es seguir liquidando planes sociales, y le ha cortado los fondos a miles de cooperativas. También ese día se realizó la movilización unitaria del movimiento por la reestatización del petróleo y el gas. Pero la política del gobierno sigue siendo la ampliación de los contratos con las petroleras imperialistas que provocaron la crisis energética, y reprivatizar parte de YPF a manos del banquero del grupo K, Enrique Eskenazi.
Siguen las luchas de los trabajadores del Indec, el Casino y Mafissa. Triunfaron parcialmente los tareferos de Misiones, los trabajadores rurales de Tucumán y los desocupados de Jujuy. Hay luchas de estatales y docentes, como la de los municipales de Echeverría, y los autoconvocados de la salud. Hay reclamos en muchas fábricas de un aguinaldo extra para diciembre, conquistado en algunas terminales mecánicas y en otros gremios. La política del gobierno es presionar por topes salariales sobre la base de los índices mentirosos del IndeK.
Los productores tamberos realizaron bloqueos. El gobierno había negociado con los monopolios para bajar el precio que pagan a los productores.
La mesa sindical que agrupa a los principales gremios de Ushuaia realizó una movilización reclamando la cárcel para los que saquearon la provincia, el gobernador kirchnerista Cócaro y los anteriores. La política del gobierno es presionar con la coparticipación para mantener la impunidad. Lo mismo hace con la justicia en los casos de corrupción (Miceli, Skanska, etc.).
2. El chantaje de Bush
El gobierno yanqui, a través del FBI y la justicia, lanzó una ofensiva por el caso de la valija con 800.000 dólares de Antonini Wilson. Es un hecho delictivo que debe resolver la Argentina, con la ayuda del gobierno venezolano.
El gobierno de Bush usa el hecho para una operación política de chantaje al gobierno argentino. ¿Cómo pueden Bush y su gobierno de traficantes de armas colocarse en “jueces” de la “moral” ajena, cuando le mintieron al mundo para justificar su invasión a Irak y financiaron golpes de Estado como el de Venezuela?
La respuesta de Cristina Kirchner fue digna. Cuestionó “el basural” de esa operación política y señaló que la Argentina no es una “empleada” de la Casa Blanca. Fue digna, por eso va a tener el apoyo del pueblo frente a la prepotencia yanqui. Por el contrario, fue lamentable el elogio de Elisa Carrió a la Justicia yanqui, ocultando que esa “justicia” es la que ha avalado la política de Bush de torturar y secuestrar a decenas de miles de latinos, negros, árabes y demás supuestos “terroristas” en Guantánamo y otros “chupaderos” semejantes a los de la dictadura argentina.
¿Por qué el gobierno de Bush chantajea al de Cristina Kirchner?
Lo chantajea porque, pese a las concesiones que les hizo y les hace, no es un gobierno pro yanqui. Como se vio en el acto de lanzamiento del Banco del Sur, en donde los gobiernos de la región, más duros unos más blandos otros, criticaron al aparato de la usura internacional en el que los yanquis pisan fuerte. Además, el gobierno de Cristina Kirchner mantiene los acuerdos con Venezuela y Bolivia. Estos acuerdos irritan al gobierno de Bush en momentos en que trata de montarse en la derrota del gobierno de Chávez en el plebiscito y la difícil situación en Bolivia para desestabilizar a Venezuela, y acelerar los tiempos para un golpe de Estado a Evo Morales y dividir a Bolivia. Como ocurre siempre que la gran burguesía yanqui siente los vientos de una crisis económica, trata de zafar con provocaciones y guerras, de ahí sus planes en la región y contra Irán.
Desde ya que la posición del gobierno de Cristina Kirchner frente al chantaje yanqui y las operaciones contra Bolivia y Venezuela no es la de un gobierno de una burguesía nacional reformista, menos aún la de un gobierno popular. Es la de un gobierno que expresa a monopolios y terratenientes con contradicciones con los yanquis, porque tienen lo que llaman asociaciones estratégicas con otros imperialismos.
Para solo citar algunos hechos, antes de irse, Néstor Kirchner “arregló” la deuda con el Estado de “su amigo”, el testaferro ruso Eurnekian, “legalizó” el monopolio de la TV por cable en manos del grupo Clarín, y su ministro de Economía, Lousteau, fue invitado de honor en la Fundación Techint, al lado de Paolo Rocca. Con éstas y otras alianzas, el gobierno logró la aprobación de la prórroga de la “ley de emergencia” y los impuestos al cheque y a los cigarrillos, medidas que “engordan” y le permiten el manejo discrecional de “las cajas” del Estado.
3. Los ecos del voto bronca
Si el kirchnerismo salió de las elecciones tan fuerte, como dijo la presidenta en su discurso, no se explica porqué arrancó con tanta “agitación” social, política y diplomática. Los hechos muestran que su base de apoyo —menos de la tercera parte del país en las elecciones— no le garantiza a Cristina Kirchner los 100 días de gracia que suele recibir un nuevo gobierno. Por eso busca imponer su “pacto social”, con o sin nombre, público o clandestino, que postergue las necesidades sociales e imponga una tregua.
El reguero de luchas muestra que la sensación popular es que no hubo un cambio de gobierno sino continuidad del que estaba. Y van mostrando que hay una gran fuerza obrera y popular, patriótica y democrática, con unidad y coordinación creciente en las multisectoriales y otros movimientos unitarios, para la lucha por las necesidades sociales, democráticas y patrióticas.
En la base de esa fuerza está el tercio del país que no votó o lo hizo en blanco o nulo, junto a los que votaron a fuerzas de izquierda o reformistas, y otros que usaron a candidatos del sistema para castigar al gobierno, o votaron al gobierno por temor a la derecha fascista pero no le dieron un cheque en blanco.
4. El 20, en las calles
A pocos días de las movilizaciones por Julio López y por Cromañón, los preparativos para los actos de conmemoración del Argentinazo muestran que hay condiciones para cerrar el año con grandes movilizaciones en todo el país.
A seis años, siguen teniendo plena vigencia las enseñanzas de aquellas históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre, que voltearon al gobierno hambreador y entreguista, lanzaron la consigna “que se vayan todos”, forzaron el no pago de la deuda externa, conquistaron 2 millones de planes sociales, acabaron con el “recorte” del 13% a los salarios de los estatales y los jubilados, pararon 300.000 juicios de remate a los productores agropecuarios y obligaron a la devolución de parte de los ahorros secuestrados en el “corralón”.
Se equivocan quienes aceptan el balance del gobierno de las recientes elecciones, dando por cerrado el auge de lucha de las masas. Ese auge no arrancó en el 2001, sino con el Santiagueñazo, tuvo avances y retrocesos parciales, y en el 2001 estalló con fuerza abriendo una situación revolucionaria objetiva. Están vivas las brasas de ese estallido, y también sus lecciones, por todo lo que tuvo, y por la necesidad que planteó de cambiar la correlación de fuerzas en el movimiento obrero, forjar un centro coordinador obrero y popular, garantizar la participación activa de sectores patrióticos, y fortalecer el PCR para garantizar la vanguardia de la lucha liberadora.
Este 20 de diciembre, en nuevas condiciones políticas, será una jornada que mostrará el avance por ese camino: nuevos contingentes obreros que desbordan los forcejeos de las direcciones traidoras y conciliadoras, nuevos afluentes sociales y políticos, multisectoriales en las que se va esbozando un programa de acción de unidad popular, los sectores patrióticos y democráticos militares que con la bandera de Malvinas se oponen a la nueva ofensiva del colonialismo inglés.
En ese marco, el gran picnic de hoy y Chispa mostró en el PCR y la JCR a una fuerza que crece al calor de las luchas, y gana el respeto y la amistad para afrontar los grandes desafíos hacia los que marchan el pueblo y la patria.