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02 de octubre de 2010

Exitosa liberación de prisioneras de las FARC, con intermediación de Chávez y pese al sabotaje de los yanquis y de Uribe. Muchas manos en la olla colombiana.

La liberación de las rehenes de las FARC

Colombia

La liberación de dos secuestradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) provocó un sacudón en el escenario latinoamericano. Lo que se conoce de los hechos es poco y muy sesgado por los medios proimperialistas.
Clara Rojas, ex candidata a vicepresidente en la fórmula ecologista que integraba junto con la también secuestrada Ingrid Betancourt, y Consuelo González, ex legisladora del Partido Liberal, fueron entregadas sin contrapartida a una comisión enviada por el presidente venezolano Hugo Chávez. Clara Rojas y Consuelo González formaban parte de un grupo de 47 rehenes que las FARC proponen intercambiar por 500 guerrilleros presos en cárceles colombianas. Chávez venía políticamente golpeado por la derrota en el referéndum del 2 de diciembre de su intento de avanzar por la vía electoral hacia el llamado “socialismo del siglo XXI”, y frustrado al cierre del año cuando los yanquis y el presidente colombiano Uribe hicieron fracasar sus gestiones para la liberación de los rehenes (primero secuestrando las “pruebas de vida” de los rehenes de las FARC en viaje hacia manos de Chávez, y después mediante la apropiación de Emmanuel, el pequeño hijo de Clara Rojas que debía ser uno de los tres liberados por la guerrilla).
Después de ese fracaso, al producirse la liberación de las dos rehenes, Chávez quedó mejor colocado en relación a un tema que mantiene una “frontera caliente” entre Colombia y Venezuela, y puede ser utilizado por los yanquis para provocaciones y agresiones.

La cuestión del Estado
Es imposible el triunfo del proceso liberador del pueblo colombiano sin destruir revolucionariamente el Estado oligárquico-imperialista-narco, que sirve a los intereses de los latifundistas, la burguesía intermediaria colombiana, el imperialismo (principalmente el yanqui) y los principales cárteles narcos.
La guerrilla en Colombia lleva ya seis décadas. Las FARC nacieron vinculadas al Partido Comunista, entonces prosoviético. Actualmente plantean: “somos una fuerza beligerante a la espera de ser reconocida por los gobiernos del mundo. Este paso allanaría el tortuoso camino del pueblo de Colombia en busca de la paz. Nuestra lucha es legítima. Se sustenta en el derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo a alzarse contra la opresión. Nuestro padre, el Libertador Simón Bolívar nos enseña que, cuando el poder es opresor la virtud tiene derecho a anonadarlo, y que el hombre virtuoso se levanta contra la autoridad opresora e inaguantable para sustituirla por otra respetada y amable. Y este es, precisamente, el empeño de las FARC”.
Los yanquis, campeones de los secuestros, torturas y asesinatos en campos de concentración como el de Guantánamo, han impulsado una campaña contra las FARC sobre el tema de los prisioneros y rehenes. Los comunistas reivindicamos las enseñanzas de la Revolución China, que encabezó la guerra popular prolongada, con etapas en las que hubo distintos enemigos y acuerdos, en la que el buen trato y el debate político e ideológico con los militares prisioneros ganó para la causa liberadora a decenas de miles de soldados del Kuomintang.

Quiénes son los terroristas
Chávez reclamó a América Latina y a Europa que las guerrillas colombianas de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) no sean calificados como “terroristas” sino como fuerzas insurgentes, es decir como fuerzas políticas. Chávez señaló que la calificación de terroristas se debe a “la presión de Estados Unidos”, aunque es conocido que el argumento “antiterrorista” es compartido por los imperialismos europeos, ruso y chino para perseguir a quienes luchan contra esas burguesías imperialistas y a los luchadores de los países que ellas oprimen, incluso con guerras sangrientas como en Irak, Chechenia, etc.
De hecho, los imperialistas son los principales terroristas mundiales. Los infames listados de organizaciones supuestamente “terroristas” incluyen —según los intereses de quien los elabora: Estados Unidos, la UE, la OTAN, la ONU— a decenas de organizaciones revolucionarias, antiimperialistas y patrióticas de Irak, Afganistán, Irán, Palestina, Filipinas, Nepal, Kurdistán, España y otros. (El gobierno de Kirchner se sumó a los Estados con “ley antiterrorista”).
Las FARC y el ELN integran la lista de organizaciones “terroristas” montada por la mafia terrorista de Bush. La Unión Europea también le pegó esa etiqueta a las FARC, embolsándolas junto a los llamados “paramilitares”. En línea con los yanquis el gobierno colombiano se apresuró a retrucar a Chávez con el consabido verso de que “las FARC, el ELN y los paramilitares… son terroristas por atentar contra una democracia respetable”.
Con el pretexto del “antiterrorismo”, los gobiernos imperialistas han instalado legislaciones fascistas y reforzado la represión en todo el mundo. Han sido promotores y cómplices del terrorismo que durante décadas asoló al pueblo colombiano en nombre de la “democracia respetable” de la oligarquía colombiana, el imperialismo y la droga. Los yanquis instalaron el “Plan Colombia”, con bases y fuerzas militares en ese país, y con el pretexto del narcotráfico realizan brutales rastrillajes contra poblados campesinos y barriadas obreras. Hicieron hábito de las cíclicas matanzas de candidatos y militantes sindicales y estudiantiles por las llamadas bandas “paramilitares” ligadas directamente al Ejército y al Estado colombiano, como la masacre en 1985 de 3.000 legisladores, alcaldes y militantes de la Unión Patriótica, incluidos los candidatos presidenciales Pardo Leal y Jaramillo. Los yanquis y sus socios colombianos tienen la primacía en el negocio de la droga con los vínculos comprobados de los más altos niveles gubernamentales, parlamentarios, militares y “paramilitares” colombianos con mafias de la droga ligadas a la DEA yanqui. Primacía que sostienen frente a la disputa de sus rivales europeos, rusos y chinos.