Novegil (CEO Ternium) en el Auditorio de Capacitación de Planta General Savio en San Nicolás, ante unos 400 colaboradores de la empresa.
Allí se hizo un detenido análisis de la crisis mundial en el terreno del acero, citando abundantes ejemplos sobre el estado de la siderurgia (descenso de la producción, caída de los precios y cierre de altos hornos en China, Suecia, Finlandia, Brasil, Corea del Sur, etc.). El principal referente ejecutivo de Siderar tras concluir que “debemos preparar a Ternium para un escenario difícil”, comunica que se ha diseñado un plan de contingencia global basado, centralmente, en que los trabajadores deben ¡cuidar la caja de la empresa! (SIC).
En realidad el mencionado plan de contingencia se inició bastante antes de esa “trascendente” reunión, cuando mucho más de 1.000 trabajadores de Techint (que realiza obras en el Alto Horno y otros sectores de la empresa), de otras compañías contratistas y de trabajadores contratados para tareas de producción dentro de la Planta, quedaron en la calle cuando los ejecutivos de la empresa decidieron “prescindir de sus servicios”. La principal herramienta de la “contingencia”, la principal variable del ajuste es y seguirá siendo, precisamente, el trabajador. Pero de eso, supuestamente, no se habló en la reunión.
El que habló claro, fue el Sr. Rocca. Lo hizo pocos días después de la mencionada reunión, ante más de 500 empresarios que forman parte de la cadena de valor del grupo y que asistieron al “Seminario ProPymes” organizado por Techint. Allí aconsejó a todos los directivos de las Pymes a “limitarse a asegurar las personas claves”; o sea despedir a quienes no lo son.
Para Paolo Rocca lo “lógico” ante la crisis es: suspender las inversiones previstas, reducir los stocks ociosos, deshacerse de las personas que no sean claves para la empresa y reducir el salario real a través de una fuerte devaluación que haga pagar la crisis, también de esa manera, a todos los trabajadores. Todo sin medir consecuencias, todo para que “el barco siga navegando aún en la peor tormenta”, al decir de Novegil.
Esta es una lógica sin piedad para miles y miles de trabajadores directos e indirectos y sus familias y para todos aquellos que viven o sobreviven en San Nicolás y Ramallo al amparo de la gran industria.
Los últimos días del año se abrió el “retiro voluntario” para los trabajadores de la Techint pertenecientes a Uocra: $ 2.500 por cabeza y la amenaza: “agarrá porque si no después te vas a tener que ir sin nada”. No fueron pocos los que aceptaron, pero la mayoría decidió no hacerlo. El lunes 12 deberían reincorporarse todos. Nadie sabe que va a pasar. Ya se está hablando también de reducir, vía retiros voluntarios, el personal estable de Siderar. Hasta ahora se puede decir que se han movido con cuidado y midiendo los pasos: mantienen la regla de “comerse el salame feta por feta”. Golpean y frenan. Para volver a hacerlo más adelante. Para las clases dominantes, para el gobierno y para los jerarcas sindicales la respuesta de los trabajadores de General Motors fue un alerta.
El fantasma de Somisa y algo más
Techint pide una devaluación… y vende en dólares en el país. Pide ser protegida en el mercado interno del aluvión de importaciones de China y Brasil… pero controla en forma monopólica el mercado del acero plano, vital para la industria del automóvil, los electrodomésticos, la construcción y la maquinaria agrícola. Ha ganado fortunas incalculables y edificado, en pocos años, un imperio mundial… sobre la base de la superexplotación de sus trabajadores y de la opresión a los pequeños y medianos empresarios nacionales que forman parte de su “cadena de valor”. Cuando la crisis estalla “se prepara para un escenario difícil”… y abandona a su suerte a miles de aquellos que hasta hace pocos días llamaba su “capital humano”.
Estos hechos, que no pasan desapercibidos hasta para el más sencillo de sus trabajadores, van generando un odio muy profundo; y vuelve, en forma lenta pero consistente, la memoria de Somisa. Unida a un sentimiento patriótico que renace fortalecido frente a lo hecho por este monopolio imperialista.
Crece también la conciencia de que con este gobierno, caracterizado por una inmensa mayoría de trabajadores como mentiroso, soberbio, hambreador y que traicionó las expectativas que muchos peronistas pusieron en él, es imposible escapar a las consecuencias que el libre accionar de los monopolios trae como corolario de la crisis. Y mucho menos, por supuesto, hacer realidad el sueño de volver a tener una Somisa nacional, puesta al servicio de los intereses de los trabajadores, el pueblo y la nación argentina.