Noticias

03 de febrero de 2016

Del libro de Jacinto Roldán: Así luchamos contra el golpe, extractamos los párrafos relacionados con lo ocurrido en el regional La Plata, provincia de Buenos Aires en el período que se abrió tras la muerte del general Perón, ocurrida el 1° de julio de 1974.

La lucha antigolpista en La Plata

1976 – 2016. 40 años del golpe de Estado fascista

La situación política, los acontecimientos, se precipitaban, y lo nuevo era que en la preparación del golpe, además de los sectores proyanquis a los que veníamos denunciando, aparecían los sectores prosoviéticos. Así llegamos a la definición antigolpista de noviembre de 1974: “No a otro ’55, junto al pueblo peronista, contra el golpe prorruso o proyanqui para avanzar en el camino de la revolución”.
A favor o en contra del golpe pasaron a ser las dos trincheras que se abrieron en la política argentina. Si se estaba en contra del golpe de Estado había que defender al gobierno, no había otra trinchera. No para ir a la cola de la burguesía nacional, sino para avanzar en el camino de la revolución. Este debate luego se condensó en una declaración del Comité Central del PCR que decía: “Unirse para enfrentar al golpismo”, que tuvo una difusión masiva, sobre todo en las grandes empresas. En La Plata, la dirección de zona garantizó que todos los afiliados al Partido y la Juventud, e inclusive los aliados, protagonizaran la discusión sobre la posición antigolpista. El PCR se fue ganando para llegar a miles en todo el país; solo en Berisso, Ensenada y La Plata nosotros trabajamos 30.000 declaraciones. Los compañeros del Partido y la Juventud comenzaron a plantearlo en las asambleas de sección en las fábricas y en asambleas generales.
Enrique Rusconi, miembro de la dirección zonal platense, llevó esa posición antigolpista a una asamblea de Atulp (Asociación de Trabajadores de la Universidad de La Plata).
En medio de ese debate sobre la posición se produjeron los asesinatos de camaradas del PCR (Armando Ricciotti, el 10 de octubre, y Daniel Winer, el 29 de noviembre).
En la madrugada del 7 de diciembre en el barrio de Tolosa, en la ciudad de La Plata, seis hombres armados con Itakas y pistolas 45 entraron a la casa de Enrique Rusconi gritando que eran policías. Lo sacaron de su casa esposado para subirlo a un Ford Falcón. Pero Enrique advirtiendo que lo llevaban para asesinarlo, gritó: “No son policías”, y reconociendo a uno de ellos, le dijo: “Vos sos ruso.” Su grito: “son rusos, quieren el golpe de Estado, no son policías”, a las 6 de la mañana de ese 7 de diciembre sacudió a los vecinos. Fue entonces cuando esos seis asesinos lo mataron a balazos.
Los asesinatos de Daniel Winer y de Enrique Rusconi fueron una decisión tomada en el más alto nivel, ellos estuvieron presos durante la dictadura de Lanusse, eran dirigentes del movimiento estudiantil conocidos como comunistas revolucionarios. Y en La Plata, ¿quién no sabía en las fuerzas políticas que Enrique Rusconi era comunista revolucionario?
 
Llevar la denuncia a las masas
¿Cuál era el objetivo de esos asesinatos? Hacer aparecer que, mientras el Comité Central definía la posición antigolpista, el gobierno peronista mataba a nuestros camaradas. Es decir, mientras la dirección del PCR “apoyaba a López Rega”, como decían ellos, López Rega y las Tres A asesinaban a los militantes del PCR. Con los asesinatos pretendían desviar la línea, acallar la posición antigolpista y la denuncia de los prorrusos como los golpistas más activos. Pretendían dividir al PCR, y si podían, sumar una parte del PCR al golpismo. Pero fueron los golpistas los que los mataron. En el caso de Daniel y en el caso de Enrique, los que trabajaban con el sector lanussista de Videla-Viola. Más tarde fueron las bandas asesinas golpistas de Calabró, las que asesinaron a Ana María Cameira, David Lesser, Herminia Ruíz, Guillermo Gerini y Patricia Tosi. A comienzos de 1976 los golpistas asesinaron al joven dirigente de la JCR, Luis Márquez, en Córdoba; y en marzo de 1976, en Mendoza, al camarada Mario Susso.
Enrique enfrentó heroicamente a sus asesinos. Su grito desgarrador: “¡ustedes son golpistas! ¡Ustedes son rusos!” retumbó en Tolosa y marcó a fuego no solo a los seis asesinos con Itaka. Marcó a fuego al sector golpista prorruso que en el más alto nivel de las clases dominantes había decidido los asesinatos.
Esto cambió el juego. El mismo 7 de diciembre que asesinaron a Enrique, a las pocas horas, aparecieron las pintadas. El Partido y la Juventud llenaron de pintadas La Plata, Berisso y Ensenada y pasamos a denunciar a los golpistas como responsables del asesinato. Transformamos el dolor por los crímenes en odio y combate a los golpistas.
Esa misma mañana, las direcciones zonales del Partido Comunista y de Montoneros nos pidieron una reunión y nos propusieron hacer una denuncia conjunta, responsabilizando del asesinato “al gobierno proyanqui de Isabel Perón”. Fuimos a esa reunión, estábamos de acuerdo en sacar una declaración conjunta, pero que denunciara a las dos superpotencias en los preparativos golpistas y que reconociera el carácter tercermundista del gobierno de Isabel. Quedamos en volvernos a ver en otra reunión, a las 14 hs., en la que nos iban a contestar. No vinieron. Y nosotros, con esa posición, sacamos una solicitada en La Gaceta, diario que salía por la tarde, y a la mañana en el diario El Día del 8 de diciembre.
Así, dolorosamente, comenzó a delinearse la trinchera antigolpista en La Plata, que era uno de los principales nidos del golpismo prorruso, que tenía en el gobernador Victorio Calabró a uno de sus más activos representantes políticos.
 
La lucha de las masas
La disputa política de golpe-antigolpe se dio en medio de grandes y justas luchas de las masas por sus reivindicaciones. En todo ese período nosotros estuvimos a la cabeza, siempre estuvimos a la cabeza de esas luchas.
En La Plata, el proletariado industrial, después de 15 años de heroicos combates con duras derrotas, logró su primer triunfo en Propulsora Siderúrgica, dirigida por la Comisión Interna y el Cuerpo de Delegados elegidos por sección. Y en ese Cuerpo de Delegados estaban los compañeros de nuestro Partido, como Miguel Ríos. Estaba todo lo que era la izquierda en aquel momento, en disputa política por la dirección de esas masas, y la posición antigolpista dividió aguas.
También fue importante la lucha y el triunfo salarial del Hospital de Melchor Romero con la dirección del Cuerpo de Delegados que encabezaba el camarada Eduardo Giussi. Fueron triunfos que tonificaron a todo el movimiento obrero regional. En el movimiento estudiantil, a diferencia del proceso golpista de 1955, hubo una fuerza revolucionaria que dio batalla, el Faudi y el PCR, en condiciones muy difíciles, lucha en la que jugó un gran papel Guillermo Gerini.
La pulseada con los golpistas en medio de esas luchas pasó a ser si ellos podían instrumentarlas creando las condiciones para el golpe, o si el desarrollo del auge iba a tener al proletariado encabezando la lucha antigolpista. Así eran las cosas por ese entonces.
Cuando nuestra posición antigolpista denunciando el asesinato de Enrique Rusconi llegó a las fábricas, empalmó con el sentimiento de una gran parte de los obreros industriales, en particular en el frigorífico que cambiaron su actitud con el Partido. Los obreros y obreras del Swift que recibían a los compañeros del PCR en las puertas de sus casas, nos abrieron sus casas y también su corazón.
Así comenzó a delinearse la trinchera antigolpista en el frigorífico y en Berisso, como quedó graficado en las elecciones de abril de 1975, donde por primera vez, después de 12 años, Guana, que era el secretario del gremio de la Carne, perdió la elección dentro de la fábrica. Ganó la Lista Naranja, peronista, antigolpista, heterogénea, dirigida por el compañero Barrientos, con una clara posición antigolpista. La Lista Naranja fue apoyada por la recién conformada Agrupación Clasista 10 de Junio, nombre elegido en conmemoración del Día del Trabajador de la Carne; agrupación que creció rápidamente y pasó a incidir en la lucha de los obreros de la Carne por sus reivindicaciones y contra el golpismo. En todas esas luchas jugaba un gran papel el Cuerpo de Delegados, dirigido por la Lista Naranja con la participación de la 10 de Junio, como se expresó en el paro de diciembre de 1975 contra el golpe del brigadier Capellini. Al calor de estas luchas de febrero y marzo de 1976 por salarios, los obreros del Swift de Berisso se pronunciaron contra el golpe. Al calor de estas luchas y con esta línea, creció el clasismo y el PCR en las secciones claves del frigorífico y en Berisso; crecimiento que luego nos permitiría encabezar, en 1979, la histórica lucha de los obreros y las obreras del Swift, la primera huelga larga contra la dictadura de Videla-Viola. Así fueron las cosas.
 
Mayo de 1975
El 1° de mayo de 1975 se realizó en Plaza de Mayo un acto masivo del movimiento obrero, centralmente de contenido antigolpista. En ese acto fue muy importante la participación de la FUA, que planteó la necesidad de unirse para impedir el golpe. Desde el balcón de la Rosada, Isabel Perón planteó “separar la patria de la antipatria y correr a latigazos a los fariseos del templo”. Fue un duro revés para los golpistas, que habían montado una gigantesca campaña de prensa agitando, para impedir la concurrencia masiva al acto, el fantasma de un nuevo Ezeiza. (En junio de 1973, en Ezeiza hubo una multitud que fue a recibir a Perón que regresaba al país, desembocando el acto en un violento enfrentamiento con gran cantidad de muertos y heridos).
En La Plata, el 2 de mayo, el gobernador Calabró realizó un contra-acto, que comenzó la contraofensiva golpista. El 13 de mayo, las bandas golpistas prorrusas dirigidas por Calabró nos golpearon salvajemente. Cuatro compañeros que salieron a pintar por la libertad de Horacio Micucci fueron salvajemente asesinados: Ana María Cameira, Herminia Ruíz, David Lesser y Carlos Polari. El diario El Día, tomando la información de la policía, dijo: “Dos parejas fueron encontradas muertas en un paraje de Berisso”. Una semana después asesinaron a Guillermo Gerini. El 17 de junio asesinaron a Patricia Tosi en Lomas de Zamora. Pretendían acallarnos, buscaban que el dolor y el miedo nos paralizaran. Y nosotros, ante eso, salíamos a denunciar a los golpistas prorrusos. Era una lucha sin cuartel que se daba diariamente. Nosotros les molestábamos por denunciar el golpe de Estado y de la mano de quién venía ese golpe. En las solicitadas preguntábamos: ¿Por qué tanta saña contra el PCR?, y los denunciábamos diciendo que nos mataban en el momento del triunfo del Frejuli en Misiones, de la derrota de Guana por la Lista Naranja antigolpista en el Swift, del acto del 1° de Mayo, de la destitución del general golpista Anaya como Comandante en Jefe del Ejército.
Era el momento del destape del negociado de Aluar entre Lanusse y Gelbard. Y preguntábamos en todas nuestras solicitadas: “¿Qué pasa, gobernador Calabró, que las bandas golpistas prorrusas y proyanquis asolan impunemente la provincia de Buenos Aires?” Teníamos claro, por política, quién nos mataba, cuestión que luego íbamos a confirmar a través de nuestras investigaciones.