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16 de marzo de 2022

A 46 años del 24 de marzo de 1976

La lucha antigolpista y contra la dictadura

Reproducimos extractos de la exposición de nuestro querido secretario general, Otto Vargas, fallecido hace tres años, en un acto realizado el 16 de marzo de 2006, a 30 años del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

Dentro de pocos días se cumplen 30 años del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Una de las jornadas más trágicas de la historia argentina. De ninguna manera una fecha para conmemorar con un feriado nacional, como se acaba de disponer.

Y alrededor de este tema del 30° aniversario del golpe de Estado se está desplegando un debate político e ideológico profundo. Como decía Juan B. Alberdi, la falsa historia es la base de la falsa política. Y como no existe la llamada “objetividad”, porque ésta es nada más que una forma extrema de subjetividad, cada clase social enfoca la historia desde su particular punto de vista. Ahora, entonces, hay un gran debate en torno a tres ejes principales.

El primero es el que considera al golpe de Estado como una simple continuidad del gobierno de Isabel Perón. Así como el PC, en la década del ’30, dijo en un primer análisis que el golpe de Uriburu venía nada más que a profundizar la política “fascista” de Yrigoyen, ahora se dice que el golpe del 24 de marzo vino a profundizar la política “fascista” del gobierno peronista. Así, víctimas y victimarios son igualados.

El segundo es que se niegan las grandes luchas durante los años de la dictadura. Pareciera que en esos años en la Argentina no pasó nada. Pero esas luchas son las que explican por qué, mientras la dictadura de Pinochet duró 17 años, y hasta hace poco era senador vitalicio, y la dictadura de Brasil duró más de 20 años -desde el ’64 hasta el ’85-, la dictadura argentina cayó a los 7 años y medio, y ya después del quinto año estaba tambaleándose. ¿Qué es lo que provocó ese colapso de la dictadura violovidelista, que como otras muchas en la Argentina había venido a instalarse por mucho tiempo? Onganía había venido para gobernar un “tiempo económico”, un “tiempo social” y un “tiempo político”, pero se tuvo que ir a la mitad del “tiempo social”. No sólo los gobiernos militares, porque Alfonsín iba a hacer el “Tercer movimiento histórico”, y se tuvo que ir varios meses antes de terminar su mandato.

Esta dictadura tuvo que irse porque aquí hubo un pueblo que luchó; empezando por las Madres de Plaza de Mayo, las madres de los desaparecidos, con sus rondas de todas las semanas.

Y el tercer hecho que se niega, o se oculta, es el marco internacional en que se dio el golpe de Estado. Y así es absolutamente inexplicable lo que sucedió en la Argentina. Se oculta que había una disputa feroz por la hegemonía mundial entre dos superpotencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética.

No era el mundo de hoy: los yanquis acababan de ser derrotados en Vietnam. Los rusos ocuparon la base de Danang, que los yanquis tenían allí; hicieron pie en el Yemen; en el Mar Rojo –porque controlaban Etiopía-; con la caída del imperio portugués hicieron pie en Mozambique; también en la ribera occidental del Atlántico, en Angola. Y por la fuerte infiltración habían hecho pie en América Central, en Nicaragua; estaban avanzando, también, en la lucha guerrillera que dirigía Shafik Handal en El Salvador.

Los yanquis estaban en retroceso; iban a estarlo hasta comienzos de los ’80. Pero habían avanzado en América del Sur: habían dado el golpe de Brasil; el golpe de setiembre del ’73 en Chile; el golpe en Uruguay; el golpe en Bolivia; controlaban Paraguay; habían maniatado al gobierno de Velazco Alvarado en Perú.

Y entonces la Argentina había pasado a ser el centro de disputa, por un objetivo estratégico fundamental: el control del Atlántico Sur. Que es lo que llevaría a los dos grandes conflictos que en cierta medida iban a determinar el fin de la dictadura: uno por el Beagle con Chile, donde fracasó el intento de la dictadura violovidelista de llevar a una guerra fratricida a nuestro pueblo; y la guerra de Malvinas, donde también estaba en juego el control del Atlántico Sur. Es imposible comprender la guerra de Malvinas sin este elemento. Porque que un país del tercer mundo controlara Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, y con ello el único paso estratégico entre los dos océanos para los grandes barcos –porque el Canal de Panamá pueden liquidarlo con un misil- eso estuvo en el trasfondo de todos los acontecimientos que determinaron la imposición de la dictadura en 1976.

 

Es un error tremendo pensar “nunca más”

En la Argentina, desde 1930, nunca conocimos un período relativamente prolongado de libertades ciudadanas. En la Argentina había una “calesita”: golpe y contragolpe, golpe y contragolpe; y en los períodos de gobiernos civiles regía el estado de sitio; hasta entrado el gobierno de Frondizi regía la ley 4.144 de expulsión de extranjeros; rigieron leyes represivas anticomunistas… Los gobiernos civiles, incluso el gobierno de Perón, gobernaban con estado de sitio. Sin embargo, es posible que se piense que lo de 1976 no puede volver a repetirse.

Pero la causa de esa inestabilidad institucional es la estructura de la Argentina. El hecho de que éste es un país disputado por potencias imperialistas: ingleses y franceses; ingleses y alemanes, italianos, yanquis más tarde, yanquis y rusos… Y ahora hay una nueva “figurita”, los chinos, que están construyendo su puerto en Timbúes (Rosario), que se quieren quedar con el ferrocarril Belgrano, que por apenas 6 millones y medio de dólares se quedaron con la mina de Sierra Grande en Río Negro. Todos estos imperialismos luchan por el dominio: compran fábricas, compran tierras, compran generales, ministros, jueces, legisladores. Y esa es una de las causas fundamentales de la inestabilidad.

Ahora algunos dicen que la oligarquía terrateniente no existe más. Y lo dicen en ésta época de jauja de la oligarquía terrateniente, porque nunca tuvieron la situación que tienen ahora: contratos orales, con un plazo de un año o de una cosecha, a pagar en efectivo y por adelantado antes de entrar al campo… Y dicen que la oligarquía terrateniente no existe más. ¿Cómo que no existe más? ¡Si están los mismos apellidos!

Y existe la disputa interimperialista. Por lo tanto, compañeros, sobre todo los jóvenes, no crean que “nunca más”. Mientras eso exista, cuando sea necesario para las clases dominantes y no puedan gobernar de otra manera, habrá golpes y contragolpes de Estado… No hay que creer que el 24 de marzo es apenas el recuerdo de una jornada trágica que nunca va a volver a repetirse. Tenemos que conocerla bien precisamente porque puede volver a repetirse.

 

El golpe vino a aplastar el gran auge de masas

¿A qué vino el golpe de Estado? Vino, en primer lugar, a aplastar el gran auge de masas que estalló en la Argentina en la década del ’60. En realidad, la década del ’60 en América Latina empezó el 1° de enero de 1959, cuando triunfó la Revolución Cubana, y una gigantesca oleada de rebeldía conmovió a América Latina.

surgió entonces una poderosa corriente revolucionaria, que tuvo dos vertientes principales. Una, la de los que siguieron el camino de la lucha llamada guerrillera, del terrorismo urbano, o agrario, que hicieron una lectura apresurada y simplista de la Revolución Cubana y transformaron el “foco agrario” –que en realidad fue una base agraria en la Sierra Maestra- en lo que se podría llamar el “foco agreste”, es decir un foco de un grupo de revolucionarios que se instala en un lugar, para enfrentar a un ejército muchas veces superior sin apoyarse en las masas. O posteriormente el camino del terrorismo urbano.

Esta vertiente, por caminos muy complicados –como se vio en la Argentina con el caso de Montoneros y otros- fue “ensillada” por el socialimperialismo soviético. Porque sus dirigentes consideraban que la Unión Soviética era amiga de los pueblos.

Y la otra fue la corriente revolucionaria de masas. Una gigantesca explosión, donde apareció lo que siempre aparece cuando la clase obrera sale al combate: los cuerpos de delegados –o consejos obreros, o soviets-, que cuando son dirigidos por el clasismo y por una fuerza revolucionaria se transforman en un instrumento impresionante para que la clase obrera pueda jugar un rol de dirección en un proceso. Nosotros tuvimos aquí el proceso más avanzado en Córdoba, donde se recuperó el Sindicato de Mecánicos (Smata) con la dirección del camarada René Salamanca, y los cuerpos de delegados de todas esas fábricas

Y hubo un movimiento estudiantil, que fue un elemento fundamental para que esto sucediera. Había asambleas multitudinarias, como una de Ingeniería de Córdoba con 8 o 10 mil estudiantes, con un Centro de Estudiantes que entonces dirigía el Faudi.

 

¿Quiénes empujaron el golpe?

Al mismo tiempo estaba la disputa interimperialista entre yanquis y rusos. Los prosoviéticos trabajaron para el golpe institucional; lo hicieron porque tenían mucha fuerza en el movimiento popular, producto de un trabajo de muchos años; mientras que los yanquis eran muy débiles en el movimiento popular.

Trabajaron para el golpe institucional, pero los yanquis los fueron apretando. Es cuando Capellini da el golpe en diciembre de 1975. Los soviéticos tuvieron que aceptar también que no tenían otro camino que el del golpe militar abierto, para dirimir la disputa con los yanquis. Y por esa razón se fue al golpe.

Desde ya que hubo un pacto de mafiosos. Eso es algo que muchos no pueden entender: ¿cómo es que la dictadura militar prosoviética, prácticamente aniquiló a gran parte de los mejores cuadros, amigos de Cuba, en el movimiento popular, Montoneros, ERP, etc.? Ahí hubo un acuerdo “sagrado”: “si tu hijo, general Julio Alsogaray, está en la guerrilla y lo agarramos, lo fusilamos”. Y lo fusilaron. “Si tu sobrina, Lanusse, saca los pies del plato, la matamos”; y la mataron a Elena Holmberg, y también al jefe de prensa de Lanusse, Edgardo Sajón. En ese terreno se dirimió la disputa entre yanquis y rusos.

Cuando murió Perón, sonó la hora del golpe. Nosotros ya advertimos, en la Declaración que sacamos con motivo de la elección de Perón, en setiembre del ’73, que a partir de ese momento comenzaba la cuenta regresiva hacia el golpe de Estado.

La situación era la siguiente. Isabel era presidente…

Era un gobierno heterogéneo, donde había sectores fascistas como el de López Rega, Ivanissevich y Ottalagano, y donde había un sector prosoviético, con Gelbard y compañía. Era como todos los gobiernos de burguesía nacional;

Entonces ¿cuál era el enemigo? ¿Era el gobierno peronista, Isabel Perón, o eran los golpistas? Nosotros en ningún momento dejamos de luchar: Armando Ricciotti, el primer nombre de los asesinados que acá se leyeron, cayó en una manifestación por la reapertura de la Universidad que había cerrado Ottalagano. Pero al mismo tiempo, en noviembre de 1974, nosotros hicimos pública nuestra posición antigolpista que decía: No a otro ’55; junto al pueblo peronista, contra el golpe prorruso o proyanqui, para avanzar en el camino de la liberación.

 

El PCR se quedó para luchar contra la dictadura

Nosotros tuvimos una posición clara. Nos reunimos apenas triunfó el golpe: ya la noche antes se habían desplegado las tropas; ya venían haciendo rastrillajes después de lo de Monte Chingolo, entrando a las villas, revolviendo los roperos de los trabajadores. Nosotros sacamos una posición contra el golpe.

Hay que decir que el Partido Comunista tuvo una posición terrible, de apoyo al golpe, que explica esto que estamos diciendo del carácter prosoviético del sector que lo hegemonizó….

Nosotros nos quedamos aquí: decidimos hacerlo. Esa fue otra discusión. Nuestros compañeros presos no ejercieron el derecho de opción a salir del país. A Horacio Ciafardini, para que ejerciera el derecho de opción, le ofrecieron trabajo en algunas de las más renombradas universidades de Europa; y él no aceptó, y se quedó preso hasta el final de la dictadura, en condiciones que después iban a provocarle la muerte. Nosotros nos quedamos y luchamos junto a nuestro pueblo.

Porque acá hubo muchas luchas. Lucharon los ferroviarios, los de Ford, los del Smata. Hubo la gran lucha de Luz y Fuerza, una lucha heroica donde secuestraron al dirigente Oscar Smith. Luchas como las de los obreros de Peugeot, durante 23 días; donde fue el ejército, y 4.000 obreros se sentaron en la fábrica; el ejército disparó al aire, los obreros no se movieron, y les tuvieron que aflojar. Y estuvo la huelga larga de la carne en el frigorífico de Berisso, en 1979, que duró 32 días, donde participaron activamente compañeros de nuestro Partido. Y pocos días antes del desembarco en Malvinas, el 30 de abril, hubo esa marcha donde mataron al obrero Flores.

Acá se luchó, y en primer lugar las Madres de Plaza de Mayo. Y con ellas, desde el primer día estuvieron las compañeras de nuestro Partido, en todas las rondas de las Madres, en Buenos Aires y en todo el país. También hubo luchas agrarias importantes.

Estuvo la lucha para impedir la guerra del Beagle, donde nosotros jugamos un papel muy activo, aliados –digamos así- con el Vaticano, cuando vino el cardenal Samoré (atrás estarían los yanquis, me imagino), cuando la dictadura llevaba a la Argentina a una guerra fratricida contra Chile. Ya las tropas argentinas se estaban moviendo cuando se llegó a un acuerdo para impedir la guerra del Beagle. Ese era el sueño de los soviéticos, pero hubo dos hechos que los derrumbaron, los hicieron colapsar: la crisis económica, y el fracaso del intento de guerra con Chile. Por eso ese clima patriotero en el Mundial ’78, que fue el momento más difícil de nuestra vida, cuando las masas salían a la calle gritando “¡Argentina, Argentina!”, y sabíamos que estaban preparando el clima para la guerra con Chile. Pero se impidió esa guerra, compañeros. Y ahí comenzó a colapsar la dictadura.

Después vino la lucha de Malvinas. La heroica guerra de Malvinas. Es difícil entender lo que pasó en Malvinas y lo que pasó después sin entender lo que estuvimos viendo. La dictadura decía ser “occidental y cristiana”, pero en los foros internacionales la defendían la Unión Soviética y Cuba, y la atacaban los yanquis. La dictadura nos ilegalizó a nosotros y a otras organizaciones revolucionarias, pero le dejó funcionar los locales al Partido Comunista. Eso no quiere decir que no cayeron muchos militantes comunistas; porque esta era una dictadura “overa”: si estabas en Córdoba, gobernaba el general Menéndez, y él ponía en el blanco a quienes quería poner. Y entonces, muchos militantes comunistas cayeron, y son mártires también de la lucha antidictatorial; como los chicos de la “noche de los lápices”, etc.

Nosotros, compañeros, creo que no nos equivocamos cuando apoyamos la guerra de Malvinas. Porque nosotros nos basamos en la experiencia nacional, en los patriotas de Mayo. Ellos ya estaban conspirando contra los españoles cuando los ingleses invadieron; pero ellos no se confundieron de enemigo. Fue cuando Belgrano dijo su famosa frase, de que no iban a cambiar de amo. Y movilizaron al pueblo contra el invasor inglés, y esa movilización –que fue la garantía para expulsar a los piratas ingleses- fue posteriormente la base para el triunfo de la Revolución de Mayo.

 

El ejemplo de nuestros mártires

La dictadura quedó herida de muerte después de Malvinas. Nosotros planteamos que no debía quedar piedra sobre piedra de esa dictadura, pero los acontecimientos siguieron otro rumbo: el peronismo y el radicalismo acordaron con la dictadura y se fue a la salida constitucional.

Nosotros tuvimos mucho mártires –recién se leyeron sus nombres- cuyo ejemplo no debemos olvidar nunca, compañeros. Porque sabemos muy bien cómo se comportaron. Ahora que sabemos la forma en que lo mataron a Gody Alvarez… Yo cuento por ahí que, estando con Gody en una delegación, asomados a un balcón, me decía: “Nosotros no tenemos un Partido preparado para enfrentar la muerte. Que te agarren por ejemplo así, en este balcón, y te digan ‘te tiramos’, y vos te dejás tirar”. Y él demostró que eso no eran palabras. Porque ahora que conocemos la forma en que lo torturaron, y que prácticamente lo quemaron vivo y como no murió lo tuvieron que tirar al río Luján, ahora se comprueba la profundidad de aquello que él decía, y cómo él se preparó para ese momento: no para morir –porque el secreto del torturador es no dejar morir al torturado; se preparó para eso que sucedió; porque ahora se descubre que incluso cuando cayó al río Luján, Antonio todavía estaba vivo.

O compañeras como María Eugenia Irazusta, a la que mataron sin sacarle una sola palabra, porque ella sabía dónde estaba el mimeógrafo donde hasta hace muy poco han impreso sus volantes los compañeros de Córdoba. Y murió heroicamente en la tortura.

Y también los compañeros humildes, compañeros, no sólo los héroes. Porque el Nueva Hora salió regularmente cada 15 días, y cada 15 días se distribuía en todo el país. Hubo compañeros que cayeron en coma en la tortura porque les preguntaban cuál era el contacto que tenían en Buenos Aires, porque nosotros hasta cobrábamos el periódico, compañeros, y tenían que mandar un giro para pagarlo, porque nosotros no teníamos quien nos sostuviera. Y ese periódico había que imprimirlo; después, en esa Argentina, con las razzias en la calle, había que trasladarlo, hacer los paquetes, distribuirlo. Y no sólo esos compañeros clandestinos: los que estaban en el trabajo legal. Había que organizar, como organizaron las compañeras, la conferencia de prensa en el ’78 durante el Mundial de Fútbol, para las Madres de Plaza de Mayo y para los presos de la dictadura. Tenemos compañeras, que uno las ve y dice: “un ama de casa”, que cada 15 días iban a ver a un dirigente peronista, que tenía un policía en la puerta porque estaba con libertad vigilada, y le llevaban el Nueva Hora en su ropa, y nunca le faltó el Nueva Hora a la dirección del partido peronista.

No solamente los mártires, sino los miles de militantes, esos compañeros por ejemplo que fueron radicados por nuestro Partido en pueblitos… Yo hablaba hace un tiempo con uno y le pregunté: ¿cómo era eso? Y dice: “Bueno, cuando a las 3 de la mañana paraba un coche cerca, te imaginás; todas las noches esperábamos que nos vinieran a levantar”. Fueron muchos los compañeros que resistieron.

Por eso digo: acá se resistió, acá se luchó, se enfrentó a la dictadura. Y por eso se derrotó a la dictadura, compañeros.

 

 

Pintada en Misiones en 1975 contra el golpe de Estado

 

Nueva Hora, 24 de diciembre de 1975

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Nueva Hora, 30 de marzo de 1976

 

Hoy N°1905 16/03/2022