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26 de julio de 2023

Juventud Comunista Revolucionaria

La lucha contra la droga

Reproducimos extractos de las Resoluciones del exitoso 11° Congreso de la JCR, realizado el pasado mes de junio.

La droga es una estación de llegada de una cantidad de sufrimientos y problemas que atravesamos la juventud en nuestro país, en los distintos sectores (las fábricas, las escuelas, las universidades, los barrios y el campo). La droga y la cultura del reviente aparecen como una salida fácil para evadirnos de esta realidad que nos pega cuando soportamos 12 horas de laburo, o no tenemos para comer, para los que no tenemos laburo, ni acceso a la educación, salud, cultura y el deporte.

Ante la ausencia de un futuro digno para los pibes y las pibas, la salida que nos ofrecen las clases dominantes es la esquina y la droga para escapar de los problemas que vivimos todos los días, para evadir la realidad que duele y apagar nuestra rebeldía.

Desde el último Congreso de la JCR a esta parte, las clases dominantes avanzaron en naturalizar el consumo de droga y la cultura del reviente de la mano del alcohol. Hay sectores que impulsan el consumo y cultivo de marihuana, la política de “reducción de daños” y otras, que tienen que ver con que el Estado garantice “las libertades individuales” y promueva un consumo “responsable”. Sobre estos temas hay una gran disputa política e ideológica en la juventud argentina y desde la JCR y el movimiento Ni Un Pibe Menos Por La Droga venimos dando batalla para pelear por otra salida.

La derecha más reaccionaria en nuestro país, que se expresa en lo que se nuclea alrededor del macrismo, en el 2015 ganó las elecciones diciendo que iban a “combatir el narcotráfico”. Hicieron todo lo contrario. Una vez en el gobierno, no solo que no tomaron ninguna medida para que millones de pibes y pibas puedan acceder al trabajo, a la educación, ni a la salud, sino que, ante las consecuencias sociales de sus políticas, y a pesar de llenarse la boca con la “lucha contra el narcotráfico” permitieron el avance de la droga en los barrios, e impulsaron la “doctrina Chocobar” para perseguir y criminalizar a los pibes y las pibas de los barrios populares.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos la pobreza infantil afecta al 50,9% en el primer semestre del 2022. Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que hizo el INDEC en 31 aglomerados urbanos de todo el país con una población de 29,2 millones de personas, la pobreza afectó en la proyección al total país de 47,3 millones habitantes -según el Censo 2022 del Indec- a 5,54 millones de niños menores de 14 años, de los cuales 1,38 millones son indigentes. Estos números muestran que es brutal la precarización de la vida de los jóvenes. Miles y miles de pibes vivimos muy mal.

Como dijimos en el 10° congreso de la JCR, “las drogas son un mecanismo de dominación de la natural rebeldía que surge frente a las condiciones sociales, de vida y de trabajo de nuestro pueblo. Buscan que la juventud no se rebele ni luche por cambiar su realidad de no tener laburo para alimentar nuestros hijos, no poder seguir estudiando, que nos rompan el cuerpo y nos quemen la cabeza los ritmos de producción en la fábrica, de no tener la tierra para trabajarla y migrar a las villas de las grandes ciudades. Si somos profesionales, buscan que agachemos la cabeza y asumamos ser el garca que extraiga más plusvalía y reproduzca este sistema, o artistas desconectados de los sufrimientos del pueblo”.

En los últimos años se profundizó la estructura del narcotráfico en nuestro país. Argentina pasó de ser un país de tránsito, luego de consumo y después a producir y a exportar. Teniendo su mayor expresión en Rosario y su complejo agroexportador que se va extendiendo a otras ciudades. Cooptan a los pibes haciéndoles creer que pueden “ser alguien” siendo soldaditos; echan a familias de sus casas para armar bunkers o cocinas, es tal el grado de connivencia que dirigen el negocio desde la cárcel, por ejemplo, en Rosario van más de 50 escuelas amenazadas y baleadas, de esta manera se convirtieron en un factor determinante en la vida de la población. Esta realidad no se explica sin tener en cuenta como se expresa la disputa interimperialista en nuestro país. La pueblada del barrio “Los Pumitas” luego del asesinato de Maxi Jerez y, posteriormente de algunos barrios de La Matanza, muestran un camino de organización popular para enfrentar el avance del narcotráfico.

El narcotráfico y la trata son los negocios más grandes del mundo, muchas veces ligados entre sí. Donde las mujeres en consumo son moneda de pago y de cambio y desaparecen todos los días, sin que el estado se haga cargo.

Los lugares de tratamiento por droga dicen estar colapsados. Llenan los institutos y cárceles de pibes en consumo. No diferenciamos ni catalogamos en drogas buenas y malas, porque sería acordar con las políticas de reducción de daños. Por eso decimos que la droga es droga, que como tal mata y es un instrumento del imperialismo para el sometimiento de los países y pueblos dependientes. Por eso decimos no a las drogas, porque es parte de la lucha antiimperialista por un país soberano.

Nosotros luchamos contra la droga, porque necesitamos de toda la rebeldía, la inteligencia, y energía de la juventud para luchar y enfrentar enemigos poderosos que oprimen a nuestro pueblo. Metiendo la droga no solo hacen un negocio con la vida de los pibes y las pibas, sino que nos controlan, nos necesitan débiles y vulnerables, para poder ellos continuar con sus planes.

En el 10° Congreso habíamos ubicado un gran retraso en discutir, propagandizar nuestra posición y tener iniciativas contra la droga, hacia las masas juveniles y en nuestra fuerza. En este período que estamos analizando, podemos afirmar que hemos avanzado en este punto, entendiendo que la construcción del movimiento Ni Un Pibe Menos Por La Droga fue un gran acierto de la JCR. Es un movimiento de masas juvenil, con una posición clara contra las drogas, la marginalidad social y la cultura del reviente; es una herramienta de lucha contra la droga, que aborda el problema de manera integral, luchando por trabajo, deporte, salud y educación, integrando esto al trabajo específico para la recuperación de adictos, con una línea que impulsamos de manera nacional.

Hemos desarrollado un movimiento de masas que pelea ganar las calles contra la droga, y desde la lucha logramos constituir, no sin diferencias, un gran reagrupamiento de sectores sociales, políticos y religiosos (Movi¬miento Evita, Somos, Red Puentes, MTE, Vientos de Libertad, Hogares de Cristo, Caritas, Curas villeros), que nos permitió desde la unidad y la lucha en la calle, poder arrancarle al gobierno macrista en 2017 el instrumento de las CAAC (Casas de Atención y Acompañamiento Comunitario), este triunfo nos generó mejores condiciones para que el movimiento se expanda en  todo el país y desde allí seguir luchando y exigiendo al gobierno nuestras reivindicaciones.

Seguimos la pelea por la Ley de Emergencia en adicciones nacional, cabe resaltar experiencias como la reciente aprobación de la ley de emergencia en adicciones en Chaco y la ordenanza municipal en Pilar (Zona Norte del gran Bs As), que entendemos no resuelven de fondo, pero desde las mesas de adicciones nos permite aproximar posiciones y formas de abordaje para el mientras tanto.

Si bien esto nos permitió dar un salto en la construcción de la juventud barrial principalmente, discutiendo y ganando desde la política a miles de pibes y pibas que pasaron a ser protagonistas de la lucha por otra realidad, entendemos que no es la solución al problema del consumo, sigue siendo responsabilidad de los gobiernos, la creación de espacios públicos que se dediquen a la atención y recuperación de personas en consumo.

 

Hoy N° 1971 26/07/2023