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09 de agosto de 2017

Durante el 21 Seminario Internacional Problemas de la revolución en América Latina, que se desarrolló en Ecuador entre el 26 y el 28 de julio, conversamos con Jhonatan Liriano, integrante del movimiento Marcha Verde de República Dominicana.

La Marcha Verde en Dominicana

Decenas de miles contra la corrupción

El compañero Jhonatan Liriano, que es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de la Marcha Verde, nos cuenta cómo surge este movimiento: “El caso Odebrecht, de corrupción en Brasil, ha impactado en varios países de América Latina, entre ellos en República Dominicana, donde los informes hablan de sobornos por 92 millones de dólares, a funcionarios de todos los niveles. Estas han sido confesiones de Odebrecht en Estados Unidos. Esto llega al país en momentos en que se agotaron manifestaciones de las clases medias en contra de la corrupción.
“El gobierno del Partido de la Liberación Dominicana controla el Congreso, la Justicia y el Poder Ejecutivo. Y a los medios de comunicación a través del presupuesto. Es un modelo seudoprogresista que se ha implantado en América Latina. Las confrontaciones que venía teniendo la población con el gobierno eran controladas por este poder del gobierno. Esta vez la información llega desde fuera del país, y el gobierno no puede manipularla. A los 92 millones se les pone nombre y apellido, con lo que el caso Odebrecht se convierte en una oportunidad de movilizar a la gente.
“Comienzan a movilizarse las capas medias, con incidencia mediática. Los sectores populares no se movilizan por esto en un comienzo. El 2 de enero, organizaciones sociales y populares, campesinos, ONGs, convocamos a un encuentro y a una marcha. Teníamos la expectativa que fueran 6 mil personas a esta marcha del 22 de enero. Fueron cien mil. Fue histórico para la República Dominicana, donde no ha habido grandes marchas por muchos años. Esta masividad rompió el programa, el protocolo, todo. Usamos la simbología de la clase media para la convocatoria de enero, porque era el núcleo poblacional que se moviliza contra la corrupción.
“En la estructura de la convocatoria trabajaron sectores populares aliados a la clase media: campesinos, trabajadores, profesionales. Ellos tienen la logística, y el rostro de la convocatoria era la clase media.
“Después de la contundencia de la marcha de enero, se sumaron nuevos actores y se replicaron grandes marchas en todo el país, hasta finales de junio. Cada mes había una manifestación en un lugar distinto. Entre marcha y marcha se hicieron acciones judiciales de incidencia mediática, aun sabiendo que el gobierno controla el sistema de justicia. Sirvió para mantener el tema en el tapete.
“El pasado 16 de julio realizamos la manifestación más grande que se recuerde en la historia política de la República Dominicana. Allí exigimos el sometimiento penal del presidente de la república, Danilo Medina. No la investigación, que es lo que exigimos para los congresistas y empresarios que trabajaron con Odebrecht. En el caso del presidente ya lo damos por culpable, por eso se plantea el sometimiento penal. Esto generó una gran conmoción en el país, particularmente en sectores empresariales. Estos empresarios, junto a sectores de la Iglesia católica, actúan aliados al gobierno para que este caso no ponga en crisis al sistema.
“Porque en los meses que pasaron de enero a junio, ya en algunos sectores de la población se comenzaron a preguntar si el presidente no debía renunciar, si no había que juzgar a los empresarios. Lo que comenzó como una acción puntual contra la corrupción se ha transformado en un cuestionamiento a todo el sistema político e institucional.
“Ahora estamos en una etapa de planificación para hacer el movimiento más contundente, y que sirva de plataforma para cambios grandes en el país, más allá de este caso de corrupción. Esto es un desafío, porque este movimiento es bien mediático, y lo orgánico se lo proveen los sectores populares.
“Venimos trabajando para meternos en los barrios populares, donde por las urgencias cotidianas la corrupción no es el tema central. Y hacer este trabajo en armonía con los distintos sectores que conviven en la Marcha Verde es complejo, tomando en cuenta siempre para qué da la coyuntura.
“Sabemos que esta alianza, en lo estratégico, es débil y frágil, y responde a un momento específico. Sin lugar a dudas sirve para movilizar a un pueblo que venía de décadas sin movilizarse masivamente. Venimos de un proceso de cooptación de los sectores populares, están desmantelados la mayoría de los sindicatos, y son perseguidos. Hay una gran concentración de los mercados, por eso una parte de los pequeños y medianos empresarios se acerca a este movimiento. 
“En nuestro país hay tres o cuatro familias que lo dirigen desde la caída del dictador Trujillo, en 1961, hasta la fecha. Esto lo hacen en contubernio con los grandes partidos políticos que se alternan en el gobierno pero siempre respondiendo a estas familias”.
 
—Se conoce que en la Marcha Verde están teniendo protagonismo las mujeres ¿Se vinculan a través de movimientos específicos?
—Hay mujeres dirigentes muy importantes en el movimiento campesino, en el sindicato de profesores y maestros, y jóvenes. Si bien no son mayoritarias en el movimiento, todavía, nosotros hemos tomado la determinación que las mujeres estén al frente y sean la voz de la Marcha Verde, junto a los jóvenes. Por eso el 16 de julio fueron las mujeres las que reclamaron el sometimiento penal del presidente. Así quedará registrado en la historia de nuestro país este hecho, teniendo a la mujer como protagonista.
 
—Esta expresión de descontento de los sectores populares, ¿qué perspectivas tiene?
—Hay un gran descontento en los sectores populares, pero no hay una alternativa construida  a esta situación. Los grandes empresarios tienen el problema que no han encontrado un sustituto al actual gobierno. Los sectores progresistas y de izquierda no tienen una plataforma y una estructura organizada que permita, en este momento, dirigir la sociedad dominicana. Los sectores populares tienen un alto nivel de desconfianza en la política. Tampoco se ve a muchos grupos de la izquierda trabajando día a día con la gente. Aparecen en tiempos de campaña electoral, con promesas. Este que está gobernando ahora también apareció con un discurso de izquierda, pro trabajadores.
Tenemos el gran desafío que la izquierda se integre a estos movimientos. Por eso decidimos mudarnos a los sectores y barrios populares para ganar su confianza, y para ampliar el movimiento de la Marcha Verde, para que abra la puerta a los grandes temas del país, y tenga propuestas para los problemas de la inmensa mayoría de la población.
Este movimiento se llama Marcha Verde para diferenciarse de marchas históricas contra la corrupción, donde se iba de negro, de luto, en clave negativa. Por eso desde el equipo de comunicación en el que trabajo propusimos cambiarle el tono a la protesta, y pusiéramos por delante la esperanza en poder cambiar la situación. De ahí el color verde. Porque tenemos la esperanza que gane la ciudadanía y caigan los corruptos. De que si nos movilizamos y ganamos las calles podemos triunfar y hacer historia.