El 23 de julio de 1907, obreros del puerto de Ingeniero White, en Bahía Blanca, que se encontraban ampliando uno de los muelles, ingresaron al puerto y recorrieron los talleres llamando a plegarse a una huelga, que había sido decidida ante el despido de dos compañeros. Muchos se unieron, incluso arrojando las herramientas al agua.
El 23 de julio de 1907, obreros del puerto de Ingeniero White, en Bahía Blanca, que se encontraban ampliando uno de los muelles, ingresaron al puerto y recorrieron los talleres llamando a plegarse a una huelga, que había sido decidida ante el despido de dos compañeros. Muchos se unieron, incluso arrojando las herramientas al agua.
Dos capataces, al mando de un grupo de vigilantes de la empresa, quisieron desalentar a los huelguistas exhibiendo sus armas. Se produjo un enfrentamiento, con algunos vigilantes heridos. Esto fue aprovechado por la empresa para convocar a los marinos de la Subprefectura, que se apostaron frente a la Casa del Pueblo, el local donde se habían reunido los obreros, cerca de 800. El teniente Posse ordenó abrir fuego sobre el local. Como la tropa se negó, Posse comenzó a disparar su revólver. Un total de siete descargas de fusiles Máuser atravesaron las finas paredes del local, dejando un tendal de heridos ente los trabajadores que trataban de huir por un paredón del fondo. Los soldados tomaron por asalto la Casa del Pueblo, disparando a todo lo que se movía dentro y fuera del local.
Así cayó gravemente herido José Falcioni, joven italiano que no estaba adherido a la huelga y se había acercado a curiosear. La misma noche del 23, cuando ya la Federación Obrera Local discutía medidas de lucha, realizaba colectas solidarias para los heridos, y llegaban las primeras noticias a los periódicos socialistas y anarquistas de Buenos Aires, se conocía el fallecimiento de Atiliano Pascual, un obrero español de 44 años, casado, de oficio herrero. Su entierro, pese al estado de sitio, fue imponente, con cerca de 5.000 personas.
La madrugada del 27 llegó a Bahía Blanca el diputado socialista Alfredo Palacios. Ya en el local de la FOL, tuvo un cruce con algunos anarquistas que le reprochaban el alto sueldo que cobraba. Esa noche murió Falcioni. Al otro día, una multitud acompañó el féretro, y se produjeron incidentes frente a las oficinas del teniente de navío Astorga, a cargo de las fuerzas represivas. Astorga, al frente de un piquete de marinos, armó una provocación, y frente a los insultos, ordenó abrir fuego. La balacera dispersó al cortejo, quedando el cajón tendido en la calle. La saña represiva fue tal, que varios balazos perforaron el ataúd, desfigurando su rostro. Por esto durante mucho tiempo se habló del obrero “asesinado dos veces”. Hace no muchos años, un nieto del encargado de sellar con estaño el cajón de Astorga, contó que su abuelo accionó el soplete sobre el rostro del represor, repitiendo “esto es por Pascual”, Esto es por Falcioni”. No hubo olvido, ni perdón.