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22 de mayo de 2013

La matanza de Iquique

Crónicas proletarias

 En diciembre de 1907 se produjo en Chile, en el marco de una impresionante huelga de los trabajadores mineros del salitre de la provincia de Tarapacá, una terrible matanza en la Escuela Santa María del puerto de Iquique, donde fueron asesinados por la metralla de las tropas más de 2.000 obreros. Hasta Iquique habían llegado miles de mineros con sus familias, en busca de respuestas a los reclamos que los habían llevado a la huelga el 10/12. Se la conoció como la “huelga de los 18 peniques”, ya que el reclamo principal era el pago de salarios a este tipo de cambio, pues el salitre se comercializaba en la moneda inglesa. El salitre estaba en manos de capitales ingleses, y era la producción industrial más importante en Chile, en la que trabajaban 40.000 personas. Cerca de 13.000 venían de Bolivia, Perú y Argentina. Los impuestos por el salitre llegaban al 50% de la recaudación total del Estado. Esto explica la saña con que las fuerzas armadas reprimieron esta huelga.
Las condiciones de trabajo eran miserables. El salario se pagaba en fichas, los obreros vivían hacinados en barracas con el sistema de “cama caliente”. Los ingleses dominaban la vida del minero, ya que eran dueños de la zona salitrera, las viviendas y las pulperías donde se cambiaban las fichas.
Las crónicas cuentan de la inmensa columna arribando a Iquique, donde estaba la sede del gobierno y de las empresas, portando banderas de Chile, Perú, Bolivia y Argentina. Allí impusieron un paro general de actividades, llegando a controlar el movimiento de la ciudad, decomisando trenes y carros. La oligarquía chilena se alarmó, y el presidente Montt envió tropas comandadas por el general Silva Renard, que fueron recibidas por los obreros, con la vana esperanza que los mandos militares intercedieran ante los empresarios. El 20/12 los obreros comprobaron a qué venían las tropas, ya que mientras se realizaba una reunión entre huelguistas y patrones, un grupo de obreros que quiso abandonar la Escuela Santa María fue ametrallado. Murieron seis obreros. El 21 se hizo el funeral, tras lo cual los militares ordenaron el desalojo de la escuela, a lo que los obreros se negaron por temor a ser cañoneados por los barcos de la Armada. El jefe militar dio plazo hasta las 15.30 hs., y luego las tropas abrieron fuego con ametralladoras, causando una espantosa masacre de hombres, mujeres y niños. Los sobrevivientes fueron trasladados por la tropa hasta fuera de la ciudad, y obligados a volver a la zona salitrera. La matanza fue cuidadosamente ocultada por el gobierno, y sólo muchos años después se conoció su magnitud.