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18 de agosto de 2021

Sobre el calentamiento global

La naturaleza como campo de batalla

El fracaso de la política climática capitalista es hoy indiscutible. La idea de que el crecimiento económico puede ser "desacoplado" de las emisiones simplemente con base en políticas que dependen de influir en los inversionistas privados, ha sido desacreditada tanto en la teoría como en la práctica.

El calentamiento global aumenta la frecuencia y la severidad de las condiciones climáticas que propician incendios en todo el planeta, como se observó durante los incendios forestales sin precedentes en Australia y California en enero de 2020. Hoy nos estremecen las imágenes debido a los fenómenos climáticos extremos en Grecia, Turquía o Italia.

 

Sexto Informe de Evaluación del IPCC

Que la actual forma de organización de la sociedad es la principal responsable del cambio climático ya era considerado una evidencia, que el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el lunes 9 de agosto, ha vuelto a recalcar. El trabajo advierte que los cambios observados en el clima no tienen precedentes y que algunos ya se han puesto en marcha y son “irreversibles”, como el continuo aumento del nivel del mar.

Sin embargo, todavía una reducción fuerte y sostenida de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero limitaría el cambio climático. Mientras que los beneficios para la calidad del aire llegarían rápidamente, podrían pasar entre 20 y 30 años para que se estabilice la temperatura global, según el informe del Grupo de Trabajo I del IPCC.

Según declaró Hoesung Lee, presidente del IPCC, las innovaciones de este informe y los avances en la ciencia del clima que refleja suponen una aportación inestimable a las negociaciones sobre el clima y a la toma de decisiones”. La próxima Cumbre del Clima (COP26) se celebrará en Glasgow del 1 al 12 de noviembre de 2021.

En los “Reportes especiales de cambio climático”, se postula que “los nuevos conocimientos evidencian un incremento de los riesgos de escasez de agua en las tierras áridas, daños por incendios, degradación del permafrost e inestabilidad del sistema alimentario, incluso en un escenario de calentamiento global de aproximadamente 1,5°C” (IPPC, 2019). La última COP25 que se reunió en Madrid concluyó con un estrepitoso fracaso. Ambos datos muestran, en principio, dos cuestiones: por un lado, la evidente puesta en agenda de la cuestión ambiental, hace ya largos años, por parte de las agencias y organismos del sistema internacional, fundamentalmente alrededor de las nociones de “economía verde”, “desarrollo sostenible o sustentable”, y se incorpora la “Casa Común” (Laudato si’). Por otro lado, la existencia de disputas importantes respecto de cuáles son o deben ser las respuestas a las transformaciones ambientales y al cambio climático, tales como el negacionismo del Bolsonarismo, pero también el ecofeminismo, el ecosocialismo y el Buen Vivir.

Respecto de estas últimas corrientes, hay que señalar que los debates en el seno de los movimientos populares ambientalistas son también múltiples, contradictorios y adquieren una relevancia tal que cuestionan y/o critican modelos de desarrollo, productivos y sociales, no obstante los enfoques ambientales promovidos por la “transición verde” y la “gobernanza global”, también forman parte de las discusiones de los movimientos populares del continente.

 

Foro Global de Sindicatos por la Democracia Energética hacia la COP26

Desde la CTA Autónoma nos unimos virtualmente este último 11 de agosto al Foro Global de TUED: COP26, ¿Qué quieren los sindicatos? En este espacio venimos trabajando semanalmente, en esta última jornada plenaria participamos 145 participantes de 69 sindicatos de 40 países. En la reunión se expusieron campañas, a corto y largo plazo para la COP26 y más allá, las evaluaciones políticas y las actualizaciones de los numerosos planes de los sindicatos que están en marcha para preparar Glasgow, tanto en persona como virtualmente.

Pasaron casi 20 años de la cumbre de Río. En Río +20, varios sindicatos hicieron hincapié en la necesidad de tener reglamentaciones financieras robustas, restricciones a la especulación, y el apoyo a la economía real. El enfoque de la megaestructura sindical encuadrado en CSI fue el de apoyar la transición verde a una “economía verde” como una forma de responder a las actuales crisis económicas, sociales y ambientales. Desde los sindicatos latinoamericanos se forjó el concepto de “transición justa” de forma que no se pierdan derechos de los trabajadores, dignidad laboral, una ‘transición justa’, un crecimiento económico centrado en el empleo, y por un papel fuerte para el gobierno y el sector público.  Dando cuenta que esta transición verde no es equitativa exigiendo por igual a potencias frente a países dependientes.

Entre estas medidas se encuentran poner precio al carbono en Australia, el pacto de crecimiento en Sudáfrica, las medidas “ecológicas” en el paquete de estímulo de Obama del 2009, y el desarrollo de las energías renovables en Alemania como una demostración de cómo «las políticas, los reglamentos y la inversión pueden impulsar la inversión en la economía verde y crear puestos de trabajo.» En este sentido se puede incluir el conocido caso de la “revolución energética” uruguaya. Una intensa inversión que se hizo en la energía eólica: en menos de diez años Uruguay pasó de tener cero inversiones en molinos de viento a cubrir casi el 40% de la generación de electricidad en base a energía eólica. Pero esto ha creado otros problemas, como el de la privatización parcial de la generación y muchos molinos de viento están controlados por unas pocas empresas privadas dolarizando tarifas y superando la generación de energía frente a la demanda uruguaya.

 

Diversificación energética con soberanía tecnológica

También esta semana se aprobó la convocatoria para financiar proyectos estratégicos orientados a promover la transición energética nacional. El encuentro fue encabezado por Diego Hurtado, secretario de Planeamiento del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación; La iniciativa se enmarca en la necesidad de fortalecer las capacidades científicas, tecnológicas e innovativas para avanzar en el proceso de transición hacia una matriz energética basada en fuentes renovables y baja en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que demanda la actual crisis climática y los desafíos que enfrentan los países en materia de transición energética, con foco en el contexto y las particularidades nacionales.

En este sentido Argentina se inscribe en la “descarbonización” de las fuentes de energía para minimizar los GEI combinando la energía nuclear, diversas fuentes renovables intermitentes con almacenamiento energético. Es aquí donde la industrialización del litio en territorio de origen puede intervenir en forma protagónica con una empresa pública de nuevo tipo. A esto hay que señalar los avances logrados en el nuevo plan de acción del área nuclear donde se impuso la transferencia de tecnología en el ciclo combustible nuclear de la tecnología Hualong y la producción de agua pesada en la PIAP (Planta Industria de Agua Pesada) situada en Neuquén y los elementos estructurales en la planta de aleaciones especiales del predio de Ezeiza en la CNEA para el llamado “proyecto nacional” con tecnología Candu. Mantener nuestra senda histórica en autonomía tecnológica y revitalizando el entramado industrial del área nuclear.

 

La naturaleza como campo de batalla

La relación entre naturaleza y cultura, o más específicamente, la transformación de dicha relación a través de la historia, constituye uno de los debates sociales más significativos. El capitalismo, en tanto modo de producción que se basa en la explotación del ser humano por el ser humano, se sustancia precisamente en el seno de esta relación. La colonización de América Latina y el Caribe como piedra fundamental de la “llamada acumulación originaria” se articuló en derredor de la extracción de la naturaleza: mineral, vegetal y animal, incluyendo por supuesto a los humanos y sus culturas. Las modificaciones ambientales y climáticas no se hicieron esperar: más de cinco siglos de saqueo implican profundas desigualdades e injusticias.

Se cumplen 25 años de los primeros Tratados de Libre Comercio. Estas reformas implicaron la privatización de empresas estatales, particularmente de agua, energía y mineras, y la expansión de la frontera agrícola para exportación de commodities. Las consecuencias son conocidas: desempleo, pauperización, declinación de la soberanía y aumento de la contaminación ambiental. Se necesita un cambio profundo de políticas, un modelo de desarrollo cimentado en un “enfoque de bienes públicos” y una planificación estratégica en los sectores clave para la energía y el transporte.

 

Escribe Rodolfo Kempf. Integrante de la conducción nacional de ATE y miembro de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Industria en la CTA A

Foto: Olea de tiempos de Alejandro Magno que dio aceite a más de cien generaciones, quemada por el incendio en agosto 2021 en Grecia.

 

Hoy N° 1877 18/08/2021