En una reunión con fuerte carga política e ideológica, Donald Trump y Pete Hegseth presentaron las líneas centrales de la nueva Estrategia de Defensa Nacional ante el Alto Mando estadounidense en el auditorio central de la base militar de Quantico. Como dicta la norma, los uniformados permanecieron en silencio, sin aplaudir ni intervenir, mientras Hegseth proclamaba “el fin de la era del Departamento de Defensa” y la reaparición del “Departamento de Guerra”, atacaba la “ideología woke” y prometía depurar a quienes no se adapten a la nueva línea.
El presidente Donald Trump respaldó “al 100%” a las tropas y prometió aumentar el presupuesto militar a más de un billón (un millón de millones) de dólares en 2026. Esto representa un aumento de alrededor de un 12% respecto a 2025 y es, de lejos, el principal presupuesto de defensa del mundo. El segundo y el tercer presupuesto son el de China, en alrededor de 314 mil millones, y el de Rusia, cerca de 150 mil millones.
En su discurso, Trump llamó a “reavivar el espíritu guerrero” y advirtió que la preparación bélica se libra en dos frentes especialmente: contener a China y enfrentar en las propias ciudades de Estados Unidos a un supuesto “enemigo interno”.
Es posible que en esta cumbre, que combinó respaldo explícito a los generales “amigos” con advertencias destituyentes a quienes no se alineen, el presidente estadounidense haya buscado unificar a la cadena de mando militar detrás de su política en un contexto de inestabilidad interna y externa.
La reunión de los jefes militares estadounidenses se da en un momento en el que, pese a la discursiva trumpista de supuesta pacificación, hay más de 50 conflictos armados en curso a nivel global, configurando una “Tercera Guerra Mundial por partes”, como ya ha señalado el Papa Francisco en vida, al describir la situación global.
En las últimas semanas Trump ha enviado tropas de la Guardia Nacional a Washington, Los Ángeles y Chicago, entre otras ciudades, a “combatir el crimen” y las masivas protestas contra su política, lo que desató conflictos con los gobiernos demócratas locales.
“Homeland defense” y China como ejes
La nueva Estrategia de Defensa Nacional aún no se ha publicado oficialmente. El acto de Quantico funcionó, de hecho, como su presentación.
El primero de ellos es la defensa del territorio estadounidense (‘homeland defense’), que en el plano formal busca responder a amenazas externas, pero que en los hechos incorpora el despliegue de tropas en ciudades frente a conflictos sociales o políticos, apelando a la narrativa de una amenaza interna.
Sólo en los últimos 3 meses ha habido convocatorias masivas en más de 1500 ciudades por reivindicaciones económicas y políticas, como las denominadas “No Kings” y “Good Trouble Lives On”. Son crecientes las denuncias de sectores sindicales, de izquierda e incluso de un sector de los demócratas que plantean una deriva autoritaria del gobierno. Importantes generales retirados yanquis, como Mark Milley y John Kelly, calificaron al gobierno de Trump como fascista.
El otro eje es la disuasión frente a China, particularmente en el Indo-Pacífico, con foco en el estrecho de Taiwán y el Pacífico occidental como teatro estratégico de maniobras navales. Esto asegura la continuidad y la expansión de la estrategia de contención en la región a través del Comando allí desplegado (concentra cerca de 300 mil soldados) y de las alianzas con Corea del Sur, Japón, Australia, entre otros.
Hegseth anunció la implementación de estándares físicos unificados con exigencia “masculina” para todos los roles de combate y la advertencia de que quienes no compartan esa orientación deberían abandonar el servicio.
Trump, a su turno, planteó que la nueva línea militar va de la mano con la idea de convertir a las propias ciudades estadounidenses en “campos de entrenamiento”.
Quantico, fundación de una nueva doctrina
La cumbre de Quantico funcionó como un acto fundacional de esta nueva doctrina. Fue mucho más que un encuentro administrativo: se transformó en la escenificación de un alineamiento político. Convocar a toda la cúpula militar —los responsables de dirigir operaciones en Europa, América, África, Medio Oriente y el Indo-Pacífico— en un mismo auditorio, algo inusual en la historia reciente, buscó enviar un mensaje doble.
Hacia adentro, disciplinar a los jefes con la intención de depurar a los disidentes y dejar en claro que no hay lugar para mandos no alineados. Hacia afuera, mostrar que el presidente y su secretario de Guerra cuentan con el respaldo de los uniformados en el camino hacia una política más agresiva.
Para Trump, este viraje no es solo estratégico sino también cultural. “El ejército no está para proteger sentimientos, sino para proteger la república”, afirmó, en un discurso que buscó cimentar la identidad del soldado como “máquina de combate y victoria”. La exaltación del mérito individual y la mística belicista fueron presentados como los pilares de la nueva era militar.
El crecimiento de la disputa imperialista tiñe el mundo
Aunque el discurso en Quantico puso el acento en la defensa del territorio y en el “enemigo interno”, la proyección mundial de Estados Unidos sigue siendo un eje central de la estrategia. Trump y Hegseth insistieron en que China es el desafío principal a nivel planetario.
Al mismo tiempo, el gobierno de EEUU reafirmó la continuidad del compromiso con la OTAN, alianza en la que hace poco se acordó una senda de aumento presupuestario hasta el 5% en 2035. Los países europeos ven con preocupación cómo sigue el avance lento pero sostenido de las tropas rusas en Ucrania, a poco de cumplirse el cuarto aniversario de la invasión.
La nueva doctrina trumpista no ha quitado, como algunos se habían ilusionado, a América Latina y Medio Oriente como lugares de intervención. En el Caribe, Hegseth anunció que Washington endurecerá su ofensiva contra lo que denomina “narcotráfico venezolano”, tras los ataques a lanchas en aguas caribeñas que EEUU presentó como un golpe al grupo Tren de Aragua.
De fondo está el objetivo de rodear militarmente al país caribeño para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro, quien mantiene una alianza -hasta ahora firme- con China y Rusia. Nada le importa a Trump el derecho del pueblo venezolano a decidir por sí mismo su presente y futuro.
En este escenario se inscribe también el reciente apoyo político y financiero al gobierno argentino de Javier Milei y las pretensiones de instalar una base militar en Tierra del Fuego, capaz de controlar el único paso natural interoceánico del continente.
En Medio Oriente, Trump impuso un alto al fuego bajo amenaza de mayores represalias militares a Palestina, acuerdo previamente discutido con Israel y aceptado por la mayoría de los países vecinos o con intereses sobre Palestina.
En cada uno de estos escenarios, la consigna del Departamento de Guerra se traduce en más presión, más despliegue y menos espacio para la diplomacia tradicional: “para hacer la paz, nos preparamos para la guerra”, dijo Hegseth.
La cumbre de Quantico dejó en claro que el trumpismo busca zanjar las críticas a su política y el creciente cuestionamiento a la supremacía de Estados Unidos con una combinación de militarización interna de corte fascista y una ofensiva externa agresiva, en un contexto de agravamiento de las contradicciones interimperialistas y de divisiones cada vez más agudas en el seno de la burguesía monopolista yanqui.
La política de Trump, más allá de su discursiva de “finalizar guerras“, profundiza las confrontaciones y abre escenarios de choque abierto entre potencias.
hoy N° 2081 15/10/2025