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01 de marzo de 2023

Sol Quinchagual, de Neuquén Capital

“La opresión es más profunda en las mujeres originarias”

Conversamos con Sol Quinchagual, werken del Movimiento de Naciones y Pueblos Originarios en Lucha e integrante de la comunidad Newen Ko ka Mapu de la ciudad de Neuquén.

Sol comienza enmarcando la situación actual de las mujeres originarias “la opresión de las hermanas de los distintos pueblos originarios de las más de 40 naciones preexistentes del Estado que hoy se siguen desarrollando en nuestro país, entender que a más de 530 años de opresión colonial, seguimos con la misma opresión estatal, el avasallamiento de nuestras vidas tradicionales y comunitarias”. Plantea nuestra entrevistada que la explotación laboral, generación tras generación, ha empobrecido a originarios y originarias. “También la introducción de sus formas culturales, que se imponían no solo por una cuestión de racismo y por una cuestión económica, sino por una cuestión patriarcal y machista y que hasta el día de hoy están patentes e incluso fueron trasladadas a la organización de nuestros pueblos y a nuestros propios hermanos y hermanas. Eso no es algo que nos haya pasado por el costado.

“Tenemos la explotación racial y de clase, porque somos trabajadoras y campesinas, somos originarias y la explotación por ser mujeres. En este tratamiento hay una latencia del genocidio a nuestros pueblos originarios y a nuestros conocimientos y a nuestra forma de organización. Somos las mujeres dentro de nuestras comunidades, las que tenemos un rol del conocimiento, del cuidado de nuestros territorios, de la organización social, pero también, la conexión con nuestros territorios y el respeto a todas las fuerzas que componen nuestros territorios. Y esto no es poético o espiritual, las mujeres somos las que ponemos el cuerpo, como se vio en la brutal represión a la comunidad en Bariloche, donde las presas eran todas mujeres. Ahí hay un mensaje. No hay ninguna intención de elevar el rol de los pueblos originarios en las decisiones de nuestro país”.

 

La experiencia de una comunidad urbana

Quinchagual rescata el papel de las originarias en el proceso revolucionario de la independencia, que están invisibilizadas, salvo Juana Azurduy, nombrando a varias de ellas, y luego nos cuenta su propia experiencia: “Yo vivo en la capital de la provincia, porque en los pueblos más alejados no hay mucha expectativa. Desde los 19 años me vine a vivir aquí por una cuestión de formación académica, estudiar y encontrar un trabajo”. Cuenta que allí “me encontré con la experiencia del Encuentro Nacional de Mujeres, en el 2009, y ahí pude ver la experiencia, los procesos de lucha que llevaban distintas hermanas de distintos pueblos a lo largo del país, organizadas en sus distintos espacios, sean trabajadoras del Estado, trabajadoras de distintos ámbitos de la producción, desocupadas, precarizadas que trabajan en las barriadas populares. Me sentí muy identificada con esas formas declarativas que hacían sobre sus procesos de trabajo y me interesó”.

Cuenta Sol el proceso de identificar la problemática mapuche en un centro urbano, porque “hasta ahora había una lectura muy exclusiva para la ruralidad y adjudicando la identidad indígena siempre en la ruralidad y siempre y cuando sea que tengan una personería jurídica o tengan un territorio determinado donde se puedan desarrollar”. Para esto la ayudó participar en los Encuentros de Pueblos y Naciones Originarias y desde ahí seguir la pelea de “los pueblos por la libre autodeterminación y la libre determinación de nuestra forma económica, política, desarrollo social, etc.”.

Dice nuestra entrevistada que están en el proceso constitutivo de una comunidad (lof) urbana, Newen Ko ka Mapu, y desde ahí seguir la lucha por el relevamiento territorial, la ley 26.160 “contra el despojo, el ejercicio de violencia en los cuerpos de las hermanas, y todo lo que hace a nuestra cultura e identidad. Aprendimos que en la universidad se debe pelear también por esos territorios y por el reconocimiento de la preexistencia de los cientos de miles que habitan, que son parte de algún pueblo preexistente al Estado y que le corresponden derechos jurídicos específicos.

“Cuando hablamos de la especificidad de derechos territoriales y de personerías también tenemos que entender que cuando hay opresión racial y de clase, es más profunda aún en las mujeres originarias por su condición de ser mujer y porque en el ejercicio de estas violencias se continúa con un genocidio que lleva más de 530 años y que distintos modos de Estado siguieron profundizando,

“Entendemos que cuando hay emergencia en violencia contra las mujeres, lo es más aún en las mujeres originarias. Hasta que no se nos otorgue nuestro libre desarrollo como pueblo preexistente y caminemos a un Estado plurinacional, van a seguir hablando de las mujeres originarias como objetos de estudio, y no como protagonistas, sujetos de nuestros propios derechos, porque somos nosotras las que ponemos el cuerpo en nuestros territorios, y por ejemplo en plena pandemia, eran las indígenas, las primeras en encabezar los grupos de emergencia producto de las necesidades más profundas”.

Y agrega Sol que esto lo hicieron basados en “la forma de organización de los pueblos originarios, que es comunitaria”, destacando el protagonismo en luchas “encabezadas por mujeres originarias, a las que se les sigue imponiendo una violencia patriarcal”.

Para despedirnos, Quinchagual nos cuenta que hacia el próximo 8 de Marzo “nos unificamos al colectivo, para poder hacer más enérgica la lucha y para poder centralizar y dentro de eso visibilizar nuestras especificidades, nuestras formas culturales y nuestro desarrollo espiritual, pero también visibilizarnos a las mujeres protagonistas, que vamos a pelear contra este Estado y estos sectores de poder que avasallan principalmente a nuestros pueblos y violentan a las niñeces y a las mujeres en nuestras comunidades”.

 

Hoy N° 1952 01/03/2023