El desarrollo de las relaciones capitalistas en la ciudad y en el campo, luego de la unificación oligárquica en la década de 1880, fue deformado por el mantenimiento del latifundio de origen feudal en el campo, y por la penetración del capital extranjero –en proceso de conversión en imperialista-. Un ejemplo de esta deformación es el mantenimiento de reglas coactivas de trabajo, como la papeleta de conchabo, en varias provincias, hasta fines del siglo 19. Esta papeleta era un documento obligatorio que otorgaban los dueños de estancias, para retener a los peones en sus campos. Los que no la tenían, o eran encontrados fuera de la jurisdicción de sus empleadores, se consideraban “vagos y mal entretenidos”, y pasibles de sanciones, siendo la más común la leva forzosa en los ejércitos.
Este sistema hunde sus raíces en tiempos de la colonia –analizado por Otto Vargas en Sobre el modo de producción dominante en el Virreinato del Río de la Plata-, y fue “regulado” por distintas disposiciones luego de la Revolución de Mayo –como el Bando de Oliden de 1815-. Se prolongó en el tiempo, siendo incluso uno de los métodos de obtención de mano de obra en los ingenios y obrajes en el norte argentino hasta entrado el siglo 20.
En el caso de Tucumán, la “ley de conchabos” fue establecida en 1888, es decir más de 10 años después de la llegada del ferrocarril a estas tierras, uno de los principales factores para el crecimiento de los ingenios azucareros. Esta ley establecía la obligatoriedad de la papeleta para todo aquél que no tuviera “propiedad, renta u oficio conocido”, y se combinó con el peonaje por deudas, otro resabio precapitalista vigente en el campo argentino del siglo 19. Como se ve, el establecimiento de la relación de producción capitalista donde el obrero vende su fuerza de trabajo “libremente”, no fue un proceso sencillo, ni sin idas y vueltas, en nuestra historia.
El conchabo, como sistema de empleo, sólo desapareció cuando sus costos fueron mayores que sus beneficios. Y esto no ocurrió sin lucha por parte de los trabajadores, que recurrían masivamente a la fuga, o con manifestaciones como la convocada por los socialistas en Buenos Aires, en 1896, contra las leyes de conchabo que aún regían en varias provincias, ni sin contradicciones entre las clases dominantes.
Todavía en 1894, el director de Estadística de Tucumán argumentaba que esta ley era “tiránica hasta cierto punto pero necesaria hasta tanto el peón jornalero adquiera otros hábitos que los que hoy por desgracia tanto le afean y envilecen”. Si bien fue perdiendo vigencia, este sistema recién fue eliminado de la legislación en Jujuy en 1916, y en Salta en 1921.