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19 de marzo de 2014

Kicillof acordó una bicicleta financiera con los banqueros.

La “paz” cambiaria

Una bicicleta financiera fenomenal

Tras la brusca devaluación del peso argentino subiendo el dólar de 6,8 pesos a 8 y el aumento de las tasas de interés por el Banco Central, de 16% a 28-30% anual, el ministro Kicillof se reunió con los máximos ejecutivos de los bancos imperialistas en el país, nucleados en la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), para lograr que vendan parte de los dólares que tienen depositados y así frenar, aunque sea temporalmente, el aumento de su precio (ver “Victoria de patas cortas sobre el dólar”, hoy nº 1505).
El negocio financiero que Kicillof acordó con los bancos, al igual que con las exportadoras de cereales, es que vendan al Banco Central parte de los dólares disponibles (ahora con el dólar aumentado a 8 pesos), y que inviertan los pesos así obtenidos en letras del mismo Banco Central que rinden el 30% anual, contratando a su vez un seguro de cambio por el que pagan 14%. Es decir, ganando un 16% limpio en dólares: una tasa que ni comprando títulos soberanos de Ucrania podrían conseguir, cuyos bonos llegaron la semana pasada a un “extravagante” -para el mercado internacional- 10,3% anual, aunque todavía resulta menor a la tasa efectiva del 10,4% que se garantiza a Repsol (ver “Acuerdo usurario por el 51% de YPF”, hoy, nº 1508).
A su vez, para evitar cornadas entre ellos o de parte de los bancos “argentinos”, Kicillof acordó una reglamentación que pusiera a todos en iguales condiciones. Así, el Banco Central emitió una circular que obliga a todos los bancos (incluidos los del Estado) a reducir sus tenencias de divisas en efectivo o bonos en dólares al 30% de su patrimonio.
Con esos dólares de los bancos –y los de las exportadoras– a un precio en torno a los 8 pesos por dólar, el gobierno ha logrado estabilizar el mercado cambiario, aunque sea por unos pocos meses. Y esos especuladores tienen aseguradas en relación al mismo una tasa positiva fabulosa.
¿Que esto puede durar poco por el déficit que provocará al Banco Central (el llamado déficit cuasi-fiscal) y por la política inflacionaria que sigue el gobierno para licuar sus deudas, los salarios y jubilaciones, planes para desocupados, asignaciones por hijo, etc.? Bueno, para eso están las coberturas, seguros de cambio o contratos de dólares a futuro, que el gobierno abarató con la circular del Banco Central.
De esta manera el mercado financiero local ha vuelto a la tradicional bicicleta, que los mayores conocimos en épocas como las de la “plata dulce” de fines de la dictadura militar (con Martínez de Hoz y Sigaut) o a fines del gobierno de Alfonsín (con Sourrouille y Machinea). Se venden dólares spot (hoy) y se compran a futuro. Mientras tanto, los pesos se colocan a tasas que rondan en el 30% en notas y letras del Banco Central (Nobac y Lebac) o a tasas superiores en el mercado privado.
Por el momento, los bancos y financieras están haciendo un negocio fenomenal que permite al gobierno mantener el dólar por debajo de los 8 pesos, aunque ninguno crea que eso pueda durar mucho tiempo. Esto último también se refleja en el hecho de que, pese al ingreso de los dólares de los bancos y de las exportadoras, apenas se ha detenido la pérdida de reservas del Banco Central (no se han incrementado) y el dólar paralelo se mueve en un serrucho en torno a los 11 pesos, más que nada por la absorción de la liquidez por el Banco Central y las ventas a particulares del “dólar ahorro”.
 
La madre del borrego
La bicicleta financiera que ha montado el gobierno kirchnerista devaluando el peso y aumentando las tasas de interés, en acuerdo con las cerealeras y los bancos de los monopolios imperialistas en el país, implica una fenomenal redistribución de ingresos a favor de los mismos. Pues esas superganancias no surgen de la nada sino de una reducción de los ingresos de los trabajadores y de la producción nacional. De ahí que las variables de ajuste de la “nueva” política kirchnerista sean los salarios y demás ingresos de los trabajadores y el elevado costo del crédito, con el consiguiente freno a la actividad económica. En tanto mantiene la política inflacionaria de “echarle agua a la sopa” de manera tal que los monopolios y bancos imperialistas se puedan apropiar del puchero y a los trabajadores y la producción nacional les quede el caldo diluido.
Por esto es que la lucha en defensa del ingreso de los trabajadores y de los campesinos, chacareros y empresarios nacionales y un plan para parar la inflación, como proponen el PTP y el PCR, es una lucha política central para que la devaluación, la inflación y la crisis no la sigan pagando los trabajadores y el pueblo. De ahí la importancia del trabajo de agitación y propaganda de las medidas de emergencia inmediata que proponen el PTP y el PCR, con el objetivo de reagrupar a las fuerzas obreras, populares, patrióticas, antilatifundistas y antiimperialistas necesarias para lograr, a través de la lucha, torcerle el brazo a esta “nueva” política del kirchnerismo.