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12 de octubre de 2016

 Como si llegara de otro planeta, a casi 10 meses de su gobierno el presidente Macri se mostró sorprendido por las cifras de la pobreza que dio el Indec.

La pobreza y el hambre no pueden esperar

Urge tomar medidas que garanticen tierra, techo y trabajo

Y sin hacerse cargo del agravamiento de la pobreza que ha producido su política en estos diez meses, afirmó muy suelto de cuerpo: “Hoy sabemos cuál es la realidad. Este punto de partida es sobre el cual acepto ser evaluado como Presidente: por si pudimos reducir la pobreza en este gobierno”.

Y sin hacerse cargo del agravamiento de la pobreza que ha producido su política en estos diez meses, afirmó muy suelto de cuerpo: “Hoy sabemos cuál es la realidad. Este punto de partida es sobre el cual acepto ser evaluado como Presidente: por si pudimos reducir la pobreza en este gobierno”.
Así, el presidente Macri utilizó el anuncio de las tasas publicadas recién por el Indec para ubicar a la pobreza únicamente dentro de la herencia recibida y pedir que su gestión sea juzgada a partir de esas tasas.
Pero, lo cierto es que ya desde el comienzo de su gestión se sabía cuál era la magnitud de “la herencia recibida”. A principios de 2016 la Universidad Católica Argentina (UCA) informó que entre 2011 y 2015 la pobreza por ingresos había aumentado en 4,3 puntos porcentuales, pasando del 24,7 al 29 por ciento de la población. Además informó que, habiendo aumentado así la pobreza, dentro de eso la indigencia por ingresos había disminuido levemente del 6,1 al 5,3 por ciento de la población, como consecuencia principalmente del ingreso a esos hogares de la Asignación Universal por Hijo.
Poco después, a fines de abril de 2016, la UCA también advirtió que, ya bajo el gobierno macrista, de diciembre a marzo, la pobreza se había incrementado de 29 al 34,5%. Aumento que es prácticamente coincidente con el registrado por el Indec actual, que nos dice que el 32,2% de los argentinos es pobre, de los cuales 6,3% se encuentran en la indigencia. Es decir que, desde diciembre de 2015 a agosto de 2016, la pobreza se ha agravado 3,2% y 1% la indigencia. Así, en total para el país, hoy suman más de 14 millones de pobres (¡un tercio del total de la población!), con casi 3 millones de ellos indigentes.
Las mediciones del Indec se basan en considerar indigente a aquella persona o grupo familiar que no cuenta con los ingresos mínimos como para comprar los alimentos indispensables de subsistencia comprendidos en la Canasta Básica Alimentaria, que calculó en 5.175,92 pesos en agosto para una familia compuesta por dos mayores y dos niños de 6 y 8 años. Ese mismo grupo familiar requería como mínimo 12.489,37 pesos para poder adquirir la Canasta Básica Total (CBT) –compuesta por alimentos, indumentaria y servicios básicos–, para no ubicarse por debajo de la línea de pobreza.
El dato general es un dato promedio, con variables que son aún más graves: a) la regional: hay zonas donde el porcentaje de la población por debajo de la línea de la pobreza es superior al promedio: la región del Noroeste, con el 40,1 por ciento es la que tiene mayor tasa de pobreza, seguida por la del Noreste con el 35,8 por ciento y Cuyo 35,6 por ciento, y b) hay sectores de la población más vulnerables a las crisis: el 47,4% de los niños, de entre 0 y 14 años de todo el país, son pobres, y los jóvenes, entre 15 y 29 años, tienen un índice de pobreza del 38,6% de las personas. Por último, los porcentajes del Indec –como los de la UCA–, están recogidos en base a encuestas sobre los ingresos de las familias en los grandes centros urbanos, por lo que se subestiman vastas zonas de pobreza del interior, además de no considerar otras variables, como la vivienda, el agua y el acceso a la salud y la educación, cuya carencia puede hacer que muchos con ingresos superiores al mínimo vivan en la miseria.
De todos los datos surge que la pobreza ha seguido creciendo en el curso de 2016, al priorizar el macrismo los intereses de los latifundistas y monopolios –principalmente imperialistas (como las cerealeras, mineras y los grandes bancos)–, con la devaluación del peso, el pago de la estafa montada por el kirchnerismo con la venta de dólares a futuro, el arreglo con los holdouts y las elevadas tasas de interés, etc., aumentando aún más el endeudamiento, los déficits y la inflación heredados, llevando a una mayor caída del poder adquisitivo de los salarios e ingresos de todos los trabajadores y del nivel de actividad económica. En definitiva: a reforzar la pobreza estructural con más desocupación, más entrega y más hambre. 
La pobreza y la exclusión de millones de argentinos tiene sus raíces en la estructura latifundista y dependiente del imperialismo (ver nota Pag. 12), por lo que no se trata solamente de exigir la transferencia de mayores recursos hacia los más pobres que urge en la emergencia. Las clases dominantes y sus mandantes en los sucesivos gobiernos hablan de planes o redes de “contención social” para mantener “la gobernabilidad” dentro del sistema oligárquico imperialista. Lo que no hace más que consolidar la pobreza y la exclusión de millones de argentinos de la tierra, el trabajo y la producción, con lo que eso significa de atraso y subdesarrollo para el país. Por eso, junto a organizarse y luchar por la emergencia social y laboral, es necesario hacerlo también por medidas concretas que garanticen tierra, techo y trabajo para los 14 millones de argentinos hoy excluidos por el latifundismo y el imperialismo. Medidas inmediatas como las que proponen el PTP-PCR y el Frente Popular: entre otras, un plan de un millón de nuevas chacras, y un plan de construcción de dos millones de viviendas sociales.