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17 de julio de 2013

La policía de Falcón

Crónicas proletarias

Al transformarse la ciudad de Buenos Aires en el principal centro proletario, la policía pasó a tener un rol fundamental en la persecución política. Tras la crisis de 1890, se crea la Comisaría de Pesquisas, cuyo objetivo principal –siempre camuflado en la “lucha contra el delito”- era perseguir a las organizaciones sindicales y políticas que crecían al calor de la oleada de luchas que conmovía la Argentina a comienzos del siglo 20. Además de los “pesquisantes”, aparecieron varios cuerpos especiales, como la Caballería del Cuerpo de Seguridad, especialista en reprimir manifestaciones callejeras, en 1893.
En 1904, la Policía de la Capital –nombre que mantuvo hasta 1943 cuando pasa a llamarse Policía Federal– tiene ya 4.900 efectivos, distribuidos en distintos cuerpos y comisarías, y cuenta con una red telefónica propia. El gobierno oligárquico de Roca, en 1904 le atribuye por decreto a la policía la potestad de intervenir como “árbitro” en conflictos entre obreros y patrones, mientras refuerza su poder de fuego para aplicar la nefasta “Ley de residencia”, por la que se detuvo y/o expulsó del país a centenares de trabajadores.
En 1905 adopta el sistema de “identificación dactiloscópica”, la famosa huella digital, que es motivo de una gran lucha en Rosario a comienzos de 1907, cuando se la quiere aplicar como registro de los conductores de carros. Aquí ya juega un rol preponderante la sección “Orden Social” de la División de Investigaciones, la “policía de la pe- numbra”, como la denominaba el nefasto coronel retirado Ramón L. Falcón, jefe de policía entre 1906 y 1909, cuando es ajusticiado por Radowitsky. Esta sección era la encargada de los prontuarios, las infiltraciones, las delaciones, etc. Era el “WC de la Policía”, en palabras del anarquista Fag Libert. Su poder fue tal que en 1905 se celebra una Conferencia Policial Internacional, por la que se estableció un acuerdo con otras policías del continente y de Europa.
Falcón crea el Cuerpo de Cadetes, “profesionalizando” la represión. En esos años de la primera década del siglo 20, mientras crece la represión policial a la clase obrera, disminuyen los arrestos por “ebriedad y desorden en la vía pública”. Frente a esto, para la dirección reformista del Partido Socialista el problema eran los “excesos” de tal o cual jefe policial, y que “Predomina en su seno un elemento que no ha podido sustraerse todavía de la influencia atávica del compadrazgo, de la brutalidad y de la ignorancia y en el cual se ha estrellado la influencia civilizadora de este comienzo de siglo” (La Vanguardia, 16 de enero 1910).